Más allá de los límites - Book
Más Allá de Todos los Límites
Introducción
El Campo de Entrenamiento Perfecto
Si cada uno de nosotros se toma el tiempo de mirar hacia atrás en nuestras vidas, podremos ver la evidencia de cómo lo que hemos sido en nuestro pasado nos ha preparado para lo que estamos enfrentando hoy. Mucho de la forma en que pensamos y que vivimos es el resultado de las cosas que hemos experimentado en nuestra vida. ¿Cómo podríamos comprender el sufrimiento de los otros sin haber experimentado sufrimiento nosotros mismos? Esto es lo que hace que la vida sea significativa y nos muestra que gran genio es nuestro Creador. Él tiene un plan para cada una de nuestras vidas que nadie puede realmente comprender. Sólo cada tanto se nos permite vislumbrar parte de su obra maestra.
Dios no hizo a la humanidad a su semejanza por nada (1). Él lo hizo para permitir a la humanidad alcanzar grandes logros espirituales, para que sea el mejor ser humano en que se pueda convertir para lograr satisfacciones en esta vida y en la próxima. Somos creados a Su semejanza, Su esencia. Tenemos un alma invisible, así como un Dios invisible. Se cree que cuanto más un individuo es capaz de superar, más será elevada su alma para un propósito que va más allá de nuestra comprensión. Dios está constantemente creando y dándole forma a nuestras almas con las experiencias de vida diaria. Esencialmente, los seres humanos son como niños en la escuela. Mientras pensamos que estamos aquí para jugar, hay una administración escolar completa asegurándose que somos educados y entrenados para el propósito de nuestro Creador. Voy a compartir con ustedes la vida de un notable ser humano que ha logrado de alguna forma tener éxito tanto en el deporte de kickboxing como en las batallas de la vida diaria. Como su esposa, voy a revelarles milagros asombrosos y experiencias personales que sucedieron en la vida de Hermann que les harán ver que sólo Dios puede realizar tal trabajo. Mientras nos sumergimos en la vida del cuatro veces Campeón Mundial, Hermann “Lobo Blanco” Arias prepárense para buscar en sus propias vidas el propósito y la fuerza que alcance todos los límites, y ser el mejor ser humano que puedan ser.
Capítulo 1
Nace un Campeón
Herman Rodolfo Arias nació un día frío de agosto de 1967 hijo de una pareja pobre de Maipú, Chile contra viento y marea. En el momento en que su madre, Nidia Arévalo, descubrió que estaba embarazada, también descubrió que tenía cáncer de ovario. El doctor quería iniciar un tratamiento de radiación inmediatamente, aún estando embarazada de Hermann. Él le dijo que seguramente el niño no sobreviviría. Aseguró que las chances de Hermann de sobrevivir bajo esas circunstancias eran pocas, y si ella quería posponer el tratamiento, inevitablemente moriría. Más preocupada por el destino de su niño aún no nacido, insistió en hacer el tratamiento de radiación después de su nacimiento. Ella no solo vencería el cáncer, sino que permitiría que nazca un niño perfectamente saludable, a pesar de las opiniones del doctor. Cuando Hermann nació el doctor notó sus piernitas macizas y le dijo a la madre, “¡Este niño va a ser un campeón!” Poco después de nacer, su vida destinada a las batalla había comenzado a acontecer estableciendo las bases de la persona en que se convertiría. Como un niño pequeño, pronto comenzaría su ciclo sin fin de lucha por su vida y de enfrentar a la muerte muchas veces.
Mientras el bebé estaba durmiendo la siesta, su chupete se rompió provocando que se ahogue con el asa. Como ésta ingresaba a su esófago, él no podía respirar. Su madre se dio cuenta que estaba tomando un raro color púrpura y que no estaba respirando. Desesperadamente metió su dedo en la garganta y extrajo el chupete roto. Gracias a Dios ella salvó su vida, pero lastimó severamente su garganta causándole sangrado profuso. Sus fuertes piernitas también ayudarían a su destino de accidentes cuando comenzó a caminar a la increíble edad de siete meses. Tener esta habilidad a tan temprana edad era solo un catalizador para meterse en problemas. Con su frente constantemente negra, azul y aún verde por las caídas, rápidamente estuvo en camino a una difícil vida de dolor y sufrimiento.
Sus recuerdos más preciados eran luchando por sobrevivir en las extensas montañas de los Andes de Chile. Tan hermoso, las palabras nunca podrían expresar la creatividad inimaginable de ese lugar. Aunque era impresionante, era una tierra de campesinos, de trabajo duro y lucha por sobrevivir. Él recuerda haber comido las mejores frutas y verduras que muchos de nosotros nunca tuvimos la oportunidad de probar ya que ahora vivimos en el mundo moderno de pesticidas y hormonas. Él no sabía que Dios le había formulado la dieta perfecta que lo ayudaría en su destino futuro. Las Montañas de los Andes en Chile es donde él desarrollaría su pasión por la vida al aire libre y la caza. Desde el principio, él tuvo que aprender a producir su propia comida y a sobrevivir en la pobreza. Hay una historia Judía tradicional que dice algo así: Un niño y su amigo estaban paseando en bicicleta cuando vieron una gran huerta cercada. Uno de los niños vio las deliciosas frutas en los árboles, detuvo su bicicleta y le dijo a su amigo, “Tú quédate aquí y grita si alguien nos observa mientras yo trepo la cerca y tomo algunas frutas”. Así que el niño trepa la cerca y su amigo grita inmediatamente, “¡Hay alguien observando!” El niño en seguida dejó de recoger frutas y cruzó la cerca hacia el otro lado. Cuando el miró a su alrededor, no vio a nadie, así que nuevamente cruzó la cerca. Tan pronto como empezó a recoger las frutas, su amigo gritó otra vez, “¡Hey hay alguien observando!” Nuevamente deja de hacer lo que estaba haciendo y vuelve a cruzar la cerca. Confundido, mira a su alrededor y no ve a nadie. De nuevo comienza otro intento con el mismo resultado. “¡Alguien está observando!” grita su amigo. Esta vez, irritado, el niño le pregunta a su amigo,”¿Qué estás diciendo? ¡Yo no veo a nadie!” Finalmente su amigo le dice, “¡Dios está observando!” Aturdido y avergonzado, el niño abandona su intento de tomar frutas de la huerta y aprendió una importante lección. Es un mensaje que todos necesitamos a veces y estuvo instalado en el corazón de Hermann desde el principio. Aún con hambre, pobre y frustrado, nunca consideró el robo como una opción para conseguir comida para su familia.
Capítulo 2
Lucha por Sobrevivir
A la temprana edad de cinco años, tuvo que aprender a cazar conejos en las montañas para alimentarse. Armaba antiguas trampas de palos de madera con un pedazo de cable adherido en la parte superior en forma de lazo haciendo éste de obturador que enlaza al animal al pasar. Hizo no menos de doscientas pequeñas trampas caceras, y las colocaba en el camino de los conejos que él notaba en la suciedad. Colocar las trampas era un trabajo agotador que requería subir y bajar las montañas todo el día, aún con tiempo en malas condiciones. Mientras los conejos salían a la noche a buscar comida, Herman pasaba muchas noches solo por los bosques esperando escuchar a los conejos chillando cuando eran atrapados. El sabía que tenía que correr y tomarlos rápido, porque otros predadores, como el coyote y el zorro, robarían su presa y su duro esfuerzo. A tan joven edad él estaba subiendo y bajando los Andes de Chile día y noche. Todo este duro trabajo de subir y bajar las montañas era el comienzo de una preparación de la que no se daría cuenta hasta años posteriores. El se daba cuenta que podía correr mucho y no se quedaba sin aliento.
Hermann haría también muchas otras cosas siendo niño, tales como trabajar en un matadero para proveer de carne a su familia para cenar. Él tiene buenos recuerdos de correr tres millas de ida y vuelta al campo del mejor amigo de su niñez, Mauricio Carrasco, para buscar lecha de su vaca. Su madre, quien establecería las bases para que él sea un buen trabajador, iba y buscaba las sobras de cabezas de pescados que un restaurant arrojaba, para hacer sopa con ellas. Comer los globos oculares de los pescados era considerado una bendición para él y su familia que no tenían otra cosa. Apenas sabía que esto era la preparación de Dios para lo que vendría. Como nota de humor, también lo preparó para soportar mi poco talento para la cocina. Hermann nunca se quejó de nada de lo que le puse en frente para comer, a pesar de estar horrible. ¡Recuerdo haber dejado sobras de comida de perro en la heladera para mi mascota pooch y cuando regresé a casa Hermann se la había comido! El decía que le recordaba chancho chino, algo de su niñez en Chile. Ahora tengo más cuidado y etiqueto los artículos que no son para comer. De alguna manera esto me recuerda cuando teníamos una profunda conversación acerca de la grandeza de Dios. Yo le preguntaba si Dios tendría sentido del humor. Él respondía, “¡Por supuesto querida, te hizo a ti!”
Volviendo a un tono más serio, en aquel momento Chile estaba gobernado por el régimen militar de Augusto Pinochet Ugarte. La comida adecuada era escaza. Su familia a veces tenía que hacer filas por días para recibir una pequeña porción de pan. Hermann recuerda a su padre sacando una pila de dinero, pero con la cual no lograba comprar nada para comer. “No es nada más que papel sin valor”, decía. El sufría junto a sus compatriotas el resultado de una cruel dictadura militar. A nadie se les permitía salir de sus hogares al anochecer o les disparaban a sangre fría. Cada mañana él recuerda ver camiones cargados de cuerpos muertos de hombres, mujeres y también niños como si fueran basura. A nadie se les permitía poseer armas y la gente solo tenía que hacer lo que los militares querían o serían asesinados.
Recuerda una vez estar volviendo a casa y pasar caminando accidentalmente en medio de un disturbio civil. No tenía otra opción que avanzar caminando. Recuerda los militares a su alrededor disparando sus armas y sintiendo el viento de las balas pasar cerca de su cabeza. Ese día vio muchas cabezas de sus compatriotas estallar justo frente a sus ojos. “Nunca lo olvidaré”, dijo con lágrimas en sus ojos. Ellos solo tenían piedras para defenderse, y él no podía hacer nada. Desde entonces ha sido un coleccionista de armas y un fuerte defensor por los derechos a las armas. ¡Lo asombroso de esto es que mientras los demás alrededor eran derribados, él siguió caminando y ni una simple bala de las cientos que pasaban a su alrededor le dio a él! “Había ángeles protegiéndome,” es todo lo que pudo descifrar. De alguna manera aquel día regresó a casa sin un rasguño, pero con recuerdos que nunca olvidaría.
Su escuela primaría no tenía nada solo un pequeño puñado de niños en una choza deteriorada. No había ni sillas para sentarse, calefacción o aire acondicionado o cualquiera de las cosas que se encontrarían en un aula normal hoy. El piso era simplemente de tierra y no había ventanas para protegerse del duro clima del exterior. Su padre, Benjamín Arias, vino un día y puso vidrio en todas las ventanas para proteger a los niños de la fría correntada de aire que los golpeaba. En los días realmente fríos se sentaban todos en círculo en el piso sucio alrededor de una pila de brasas encendidas para mantenerse calientes. Su escuela primaria era estilo militar, a ella solo asistían varones. Allí es donde Hermann aprendería a ser disciplinado. “Eras inspeccionado cada día. Todos tenían que estar limpios y ordenados en la medida de sus posibilidades. Por ejemplo, si eras pobre y tenías zapatos rotos, estaba bien pero tenían que ser arreglados. Si te encontraban sucio y no prolijamente vestido, eras abofeteado con una regla.” Hermann afirma que a pesar de ser dura, era exactamente lo que necesitaba para hacer de él el hombre que es hoy. “Yo solo sería un pobre tipo sin esa disciplina,” admite Hermann. A pesar de su entrono, siempre se las arreglaba para recibir las notas más altas en toda su escuela, excepto, irónicamente, en Inglés. “Yo pensaba que era una completa pérdida de tiempo,” admite Hermann, sin darse cuenta que lo necesitaría más tarde en su vida. Él tenía que hacer sus propios lápices abriendo batería para extraer carbón y confeccionar cuadernos cortando pedazos de papel para envolver. “Dios me dio un don para hacer y arreglar cosas”, con orgullo admite. Así es como él se manejaría para tener éxito en un mundo en el que parecía no tener nada a veces. Nunca tuvo el lujo de tener juguetes como muchos niños así que tenía que hacerlos con sus propias manos. Habiendo crecido con influencias católicas y cristianas, nunca comprendió porque era el único niño que nunca recibía regalos de Santa en Navidad. Era un buen chico, sacaba las mejores notas de la escuela, y había amado a Dios de la mejor manera. Aunque estaba experimentando esas dolorosas dudas y una vida injusta, nunca perdió su fe en Dios que de alguna manera enraizó en su alma desde el comienzo. Cuando vio a todos sus amigos con juguetes, recuerda haber trabajado duro para hacer su propio primer juguete, un helicóptero de madera. Eventualmente Dios le daría las habilidades que necesitaba para hacer su propia escopeta que usaría para cazar usando una vieja columna de dirección de un auto y derritiendo metales. “Cazar para mí ha sido una necesidad desde que puedo recordar. Nada me fue fácil, ni siquiera comer,” cuenta Hermann. Recuerda claramente que a la edad de diez años finalmente tuvo su primer par de zapatillas. “Estaba tan contento que no me las quería sacar ni para ir a la cama, dormí con ellas por varias noches,” manifiesta Hermann. He escuchado esta historia muchas veces con sinceridad y un toque de sarcasmo mientras se queja de la montaña de zapatos en mi armario.
A Hermann se le enseñó a muy temprana edad la necesidad de permanecer calmo y unidos en situaciones difíciles. Su padre le enseñó todo sobre las abejas y como trabajan cuando él tenía seis años. Cada año la colonia de abejas producía una nueva reina, llevándose la mitad de la colonia con ella para comenzar una nueva. Hermann recuerda a su padre enseñándole como atrapar la primera colonia por primera vez. Ellos manualmente hicieron una caja con marcos para las abejas, y pusieron adentro hierbas aromáticas dulces para atraerlas. Soplando humo dentro de la colonia, las abejas se confundían, exponiendo a la nueva reina. A Hermann se le pidió que atrape a la abeja reina. Recuerda que era tres veces más grande que una abeja normal, y cuando él la recogió tuvo que ser muy cuidadoso de no lastimarla. Millones de abejas guerreras lo seguían y se posaban sobre su brazo, haciéndolo tan pesado que no lo podía levantar. Sin protección en absoluto, él debía permanecer calmo y no tener pánico. Las abejas no lo picarían siempre y cuando permaneciera calmado. Estando asombrosamente programado por nuestro Creador, las abejas sabían que de alguna manera la reina podía ser lastimada y atemorizada por su seguridad. Sin embargo, tres abejas se enredaron en el cabello de su cabeza, picándolo en respuesta. Su padre le contó que si entraba en pánico causaría que todas lo atacaran provocando una situación de vida o muerte dolorosa. Aunque estuviera dolorido y con solo seis años, se mantenía completamente quieto hasta que con seguridad ponía los millones de abejas en la caja casera. Hermann nunca olvidará su experiencia a tan temprana edad y cuán importante es permanecer calmo en la vida en situaciones amenazantes.
Cuando Hermann tenía tan solo diez años, su padre y su tía probaron suerte abriendo un restaurant en una isla remota de Chile. No tenían nada, y mientras trataban de construir un lugar físico para el restaurant, ellos debían dormir en una carpa. Como te puedes imaginar, esa maravillosa carpa no incluía agua ni electricidad. Todos los días, Hermann acompañado por su hermana Evelyn y su primo Teco (Sergio Larezo), tenían que buscar agua de un pozo próximo al Río Rapel. El pozo tenía una pequeña tapa de 2x2 hecha de madera que tenía que ser levantada antes de que el balde pudiera bajar por medio de una cuerda liviana. Un día, después de que su hermana y su primo terminaron de buscar un par de baldes de agua, colocaron la tapa de madera encima, listos para volver a la encantadora carpa. Por alguna razón, Herman se paró justo encima de ella, levantando sus costados, y cayendo como tiro dentro del pozo. Con sus costillas lastimadas y sangrando profusamente, milagrosamente se las arregló para agarrarse de un pequeño pedazo de raíz a veinte pies más abajo. Mientras su vida colgaba de su mano izquierda, su hermana y su primo entraron en pánico. Gritando y llorando, decidieron que Teco iría a pedir ayuda mientras su hermana se quedó y le daba aliento con todo su corazón. Hermann recuerda haber permanecido calmo, enfocado solamente en lo que necesitaba hacer en ese momento. No había espacio en la raíz para su otra mano, así que Hermann no tuvo otra opción que sostenerse con solo una. “Me pareció una eternidad,” dice Hermann, pasaron veinte minutos antes que su primo encuentre una cuerda y dos hombres fuertes que lo ayuden. Su brazo quemaba como fuego, hasta consideraba dejarse ir, pero sabía que sería tragado por el río subterráneo y destrozado. El escuchaba las apasionadas palabras de su hermana. Desesperada y llorando, comenzó a rogarle, “¡Por favor no te dejes ir! ¡Sostente fuerte y no me dejes en este mundo sola!” Cuando la ayuda llegó, tuvo que agudizar su ingenio y arreglárselas para atar una soga a su alrededor con solo un brazo mientras tenía un dolor paralizante. “Aún hoy no tengo idea de cómo lo llevé a cabo. Dios estuvo siempre protegiéndome,” testifica Hermann. Poco sabía que esto sería el comienzo de una serie de batallas no solo para seguir sus sueños, sino también para luchar constantemente por su vida.
Había días en que nadie sabía si iba a haber algo para comer hasta el momento que se ponía sobre la mesa. Desde el principio, Hermann tuvo que aprender habilidades de supervivencia que lo ayudarían a establecer las bases de toda su vida. Todo este tiempo Dios lo estuvo observando y preparándolo para batallas que ni imaginaba. Una de las formas en que Dios lo ayudaba era a través de su hermana Evelyn Arias. Como le enseñó su madre Chilena, Nidea Arevelo, ella también aprendió a temprana edad sobre la necesidad de ser muy trabajadora para sobrevivir, a pesar de las situaciones difíciles. A la edad de tan solo doce años, comenzó a trabajar tiempo completo para ayudar a su familia. “Ella era como una madre para mí y yo le debo más de lo que se puede imaginar,” dice Hermann. “Es la gente como ella la que provoca que las cosas asombrosas sucedan en el mundo, incluyendo mi propio éxito en la carrera de kickboxing y muchas cosas que hice a lo largo de mi vida. Aún hoy ella es la raíz de inspiración y fuerza para toda la familia.”
Capítulo 3
El “Pequeño Frijol”
La primera pelea de Hermann que recuerda significativamente, fue sorprendentemente con un gallo. Estaba en cuclillas jugando en la tierra cuando este loco, mezquino gallo de ojos salvajes comenzó a picotear su espalda en un ataque completo. Comenzó a llorar de dolor mirando a su padre que estaba sentado cerca. Su padre, Benjamín Arias, le dijo que pelee como un hombre y comenzó a gritar, a alentar y a aplaudir poniendo cuidado en la situación. Asustado y herido, giró y enfrentó al gallo cara a cara. Recuerda que ese día fue como luchar en una guerra con ese gallo loco y se armó tal espectáculo que todos en las inmediaciones vinieron y formaron un círculo alrededor de él. “Todos alentaban y gritaban a un niño de tan solo tres años, mientras yo estaba balanceándome, pateando y peleando con todo mi corazón y alma,” testifica Hermann. El amaba el sentimiento que adquirió de esa experiencia, como si de alguna manera fuera su destino, programado en su sangre por nadie más que su Creador.
Poco después de eso, que gritaban su nombre en el patio de la escuela. “¡Vengan todos, Arias está peleando de nuevo!” Sorprendido porque esta vez era inocente, se dio cuenta que había ganado una buena reputación. Hermann recuerda que siendo pequeño para su edad, y con el que muchos de nosotros podemos identificarnos, era casi siempre el primero en ser atrapado en la escuela. Apodado “Pequeño Frijol”, su pequeña estatura parecía hacerlo un objetivo fácil para mayores cargadas. Sin embargo, fue capaz de descubrir bastante rápido otro don de Dios que le cambiaría su vida para siempre. Hermann peleaba casi todos los días y aunque no sabía nada de luchas o técnicas correctas, cada vez que daba un golpe, devastaba a su oponente. “Los tiempos de antes eran diferentes,” declara Hermann. Nadie contaba chismes y todos resolvían sus propios problemas, distinto de hoy en nuestro feliz mundo de pleitos.
Hermann recuerda entrenar para el campeonato de fanfarroneo en la escuela primaria cuando tenía ocho años. “Siempre que seas el mejor en algo, habrá alguien más que quiere ser mejor que tú,” citó Hermann. Mientras peleaba casi todos los días, había otro niño de manos rápidas que estaba peleando también. Todos los niños de la escuela comenzaron a opinar sobre quién de ellos creían que ganaría esta pelea, haciendo de ésta una discusión popular en el patio. ¿Has notado cómo las mujeres siempre van al baño en grupos? Bien, aparentemente el mismo tipo de reglas aplica para los chicos y sus fiascos salvajes. Ambos grupos de lucha de varones hablarían y discutirían sobre quien fue el mejor luchador, provocándose uno con otro para instigar la pelea. Un día, cuando este particular joven se cruzó en su camino, a propósito golpeó el hombro de Hermann con malas intenciones, provocando una pelea. Hermann supo que esta pelea sería diferente a todas las otras, así que inteligentemente formuló un plan. “Pelearé contigo en tres días, cuando todos puedan venir y verte derrotado,” dijo Hermann sabiamente. Este otro niño era alto, pero muy delgado, así que todos pensaron que era un objetivo fácil a vencer, del mismo modo Hermann fue criticado y subestimado por ser bajo. Para hacerlo más interesante, el niño también tenía un don. Era más rápido que un rayo y daba puñetazos sin parar como una máquina. Era también invencible en la escuela, y tenía reputación de ser infame como una serpiente.
Hermann entrenaría por primera vez para preparase para esta pelea. Fue derecho a casa y buscó un saco de papas y lo rellenó con heno. Golpeaba la bolsa por horas todos los días, era la mejor forma que él conocía, ya que no se le había enseñado la técnica correcta. “Pienso que era más preparación mental que otra cosa,” afirma Hermann. Como el tercer día se aproximaba, todos se reunieron detrás de la escuela. Cuando su oponente comenzó a golpear como una máquina como era costumbre, Hermann se paró detrás y le arrojó un puñetazo con la mano derecha que le rompió el labio como una bomba. Ambos estaban aturdidos y sorprendidos por el fuerte chasquido, el niño se desplomó como un fideo blando. Hermann con la adrenalina bombeando y la multitud alentando, lo abatió dejándolo todo morado ese día. El recuerda que al día siguiente el director preguntó que “grupo” de niños se había confabulado contra ese pobre chico e injustamente lo golpeó tan feo. Todos sabían que había sido solamente Hermann, pero nadie lo dijo y no rompieron el código de honor. Hermann afirma que en ese entonces, “cuando tú eres derrotado, lo tomas como un hombre y lo aceptas con honor. Todos se ganan el respeto de esa manera.” El continuaría peleando todos los días, como si fuera la costumbre de esa etapa en ese momento.
Aquel verano Hermann recuerda estar extremadamente aburrido. Iba a la casa de su vecino Erwin y le decía que tenía ganas de pelear con alguien. Decidió pelear con Pancho, el chico más duro en el vecindario. Hermann, quien estaba siendo malicioso y estaba aburrido, le dijo a Pancho que lo siga. Lo sacó al medio de la nada en un gran espacio de hierbas. Hermann le dijo a Pancho que estaba aburrido y que quería pelear con él. Antes de que Pancho pudiera hablar, le abofeteó la cara, provocándolo a pelear. Comenzaron balanceándose sin parar de un lado a otro por alrededor de cinco minutos. Hermann se paró sobre él después de que Pancho fue vencido y aporreado. Pancho estaba perplejo y le preguntó, “¿Porqué me golpeaste Hermann? ¿Qué hice para que te enojes tanto?” Hermann le respondió, “No hiciste nada. Tú y yo somos buenos amigos. Solamente estaba aburrido, eso es todo.” Se dieron la mano y regresaron a casa en paz y amigos como siempre. Erwin sacudió su cabeza, sorprendido por ser testimonio del loco impulso de su necesidad por pelear ese día.
Poco después, Erwin tuvo su fiesta de cumpleaños. Hermann recuerda que éste era un joven hombre extremadamente cortés con buenos modales. Su madre le había comprado un muy bonito traje con una chaqueta nueva para su cumpleaños. Hermann lo acompañó a la calle para recoger a algunas chicas que habían sido invitadas a su fiesta. En el camino, tres chicos problemáticos se cruzaron en su paso. Notaron cuán agradablemente estaba vestido Erwin e inmediatamente comenzaron a molestarlo. “Dame esa chaqueta,” un chico le demandó. “¡No, es mi cumpleaños y éste es mi regalo!” exclamó Erwin. El matón golpeó a Erwin en la cara y lo arrojó al lodo, arruinando su nuevo traje. Hermann saltó y golpeó a este matón haciéndolo caer de espaldas. Erwin tratando de ser honorable dijo, “¡No Hermann, esta es mi pelea, no tuya!” Hermann retrocedió, permitiéndole defender su honor. Erwin fue derribado nuevamente por otro duro puñetazo y Hermann no pudo contenerse. Rápidamente intervino, golpeando al matón. Una vez que estaba en el piso le dijo a Erwin que se vengue. Ese idiota arruinó su cumpleaños tirando su chaqueta de buena marca en el lodo. Erwin estaba llorando y muy enojado, no por haber sido golpeado sino por su chaqueta sucia. En respuesta, Hermann le sacó la chaqueta al matón y la usó en la fiesta, enseñándole una gran lección.
Hermann llegó a un acuerdo con los padres de su mejor amigo Mauricio. Él correría hacia allá todos los días y en paga por ordeñar las vacas, recibiría leche para beber y miel para comer. También comenzaría un régimen de entrenamiento en esa granja todos los días. “Dios puso en mi corazón el interés por entrenar aún cuando no sabía que iba a ser un luchador,” dice Hermann. Recuerda a su hermana Evelyn llevándolo a ver la película Guerra de las Galaxias cuando tenía tan solo ocho años. Tomó nota mental de cómo Obi Wan Kenobi entrenaba en el pantano con el Jedi. Había un embalse en la granja de Mauricio que se parecía a ese pantano. “Era exactamente igual al de Guerra de las Galaxias,” repitió Herman cinco veces después de una pocas Coronas. Una vez, disgustada por sus historias repetidas, me quejé y le pregunté porque tenía yo que estar casada con alguien que constantemente repite las cosas una y otra vez. Él me respondió, “¡Es simple, porque tú no puedes recordar nada!” Bueno, es verdad ¡Así que supongo que mi Creador también pensó eso! Los sauces eran enormes y únicos, crecían en todas direcciones. Las hojas cubrían el sol, oscureciéndolo. Las raíces estaban expuestas, formaban túneles y lugares divertidos para arrastrarse y explorar. Todos los días, después de correr tres millas para llegar allí a ordeñar las vacas, Hermann daba varias vueltas alrededor del embalse pantanoso. Era el circuito de entrenamiento perfecto para un luchador aunque aún era solo un joven niño. Las vueltas no eran rectas, requería que salte o se arrastre por debajo de las raíces, y se balancee en las viñas como Tarzán. Después de que corría, había un manantial natural de agua fría, conveniente para que beba y se refresque. Cuando terminaba jugaba allí por el resto del día con su amigo y su caballo.
Hermann y su amigo Mauricio pasaban horas todos los días construyendo balsas para que tire el caballo y cruce la alcantarilla. El caballo tenía el mal hábito de girar bruscamente a la derecha cuando alcanzaba la alcantarilla, enviando al jinete a zambullirse al charco. Esto les dio a los traviesos niños una idea. Formarían el club del hombre rudo. Todos los chicos que se quisieran unir al club tendrían que cruzar la alcantarilla a toda velocidad con el caballo. Por supuesto, cuando el caballo llegara al charco, haría un giro repentino hacia la derecha como siempre, enviando a los desprevenidos jinetes al agua. No hace falta decir que nadie ganaría el derecho de entrar al club.
Hermann vino una mañana a ordeñar la vaca como siempre, y Mauricio lo estaba esperando con orgullo. “¡Mira mi nueva vaca, mi padre la consiguió en un remate!” exclamó emocionado. Mauricio alardeó por casi treinta minutos sobre cómo era domesticar esta nueva vaca. Con la confianza de un experto, dijo, “¡Yo no necesito atar sus patas para ordeñarla!” Tan pronto como comenzó a ordeñar su nueva vaca, ésta lo pateó en la frente tan duro que hizo temblar su cerebro, mientras hizo el fuerte sonido de un cañón. Lo tiró hacia atrás y lo dejó completamente noqueado. Hermann, preguntándose si estaba muerto, de prisa intentó despertarlo. Cuando Mauricio despertó, tomó revancha de la vaca, peleándola como un hombre loco, luchándola en el suelo. Sin embargo, esa vaca había sacado lo mejor de Mauricio, dejándole por dos semanas marcas notorias. Tendría que ir a la escuela con la pezuña tatuada claramente en rojo sangre en su frente. “¡Podías ver ambas pezuñas perfectamente!” dijo Hermann todavía riéndose. El maestro violentamente lo apartó y le preguntó si había sido infectado con algún tipo de enfermedad.
Ordeñar las vacas siempre creó momentos de alegría. Hermann recuerda que el padre de Mauricio siempre obtenía su caso, usualmente por cosas que sucedían cuando él no estaba allí. Hermann recuerda que un día mientras Mauricio estaba ordeñando la vaca, su padre le gritaba ferozmente por algo que él no pudo haber hecho porque había estado todo el día en la escuela. Mientras la boca de su padre estaba abierta y gritaba a viva voz, observó la vaca perfectamente, chorreando leche a la garganta de su padre. Esto interrumpió la oratoria del papá, provocando que se calle y tosa. Rabioso, comenzó a perseguir a los muchachos con una rama larga. Corrieron por las pasturas riéndose histéricamente, pero con miedo de ser azotados por el padre de Mauricio.
Tratando de convencerse uno a otro de que eran rudos, una vez se hicieron una promesa de pasar un día completo comiendo solo lo que cazaban de la tierra. Ingresaron al bosque con sus arcos y flechas, listos para probarse que eran hombres. Después de horas de tratar de cazar y no tener suerte, Hermann que comía constantemente, comenzó a desesperarse. Se las arreglaron para continuar intentando hasta media tarde, cuando estuvieron ferozmente atacados de hambre. El tío de Mauricio tenía un pollo como mascota cerca de él, y se comenzaba a ver jugoso. Tomaron sus arcos y flechas y desesperadamente “cazaron” ese pollo. Hicieron un fuego y lo asaron, aliviando el dolor del hambre. Decidieron codificar un nombre, “operación pollo”, por temor a que el tío de Mauricio descubra lo que habían hecho. Una vez yo fui a pescar con Hermann y déjenme decirles que definitivamente tiene sus propias técnicas especiales. Después de algunas horas sin que los peces muerdan, Hermann podía verlos mirándolo desde el agua. La paciencia no es una de sus virtudes, y comenzó a maldecir y a enojarse con ellos por no picar. Luego tomó su arma y literalmente los voló del agua. Sí, de alguna manera esto funcionó y comimos pescado esa noche, pero debo decir que nunca había visto esa estrategia de pesca antes.
Cuando Hermann tenía once años, justo antes que se inscriba en artes marciales, enfrentó otro memorable desafío en su escuela primaria. Había un particular joven que era extremadamente grande para su edad y también era conocido por sus manos pesadas. Hermann, siendo malicioso, recuerda provocarlo para luchar con él. Mientras todos estaban fuera del aula, Hermann hizo un dibujo ofensivo en el pizarrón que avergonzó al muchacho. Podía dibujar extremadamente bien y era el único capaz de hacer un dibujo tan extravagante, lo que fácilmente indicó que era él. Hermann trató de hacerse el inocente, pero era conocido por sus habilidades únicas para el dibujo, y el joven gran hombre se puso rabioso. Inmediatamente atacó a Hermann, arrojándole un arsenal de segadores con malas intenciones. Hermann estaba siendo empujado hacia atrás, luego fue por debajo y lo arrojó de costado al piso. El maestro entró, poniendo un alto a la pelea. Sin embargo, esto inevitablemente terminaría después de la escuela, por la tarde. Recuerda que el niño era casi dos pies más alto, así que tendría que golpearlo muy estratégicamente. Después de haber sido empujado hacia atrás por unos segadores, Hermann fue por debajo y saltó sobre su mano derecha. El niño cayó como un árbol muerto, volteando hacia atrás mientras descubrió que tenía los dos dientes frontales rotos. Cuando le dije a Hermann cuan bárbaro era, casualmente dijo, “Oh, fue del dentista, estuvo bien el próximo día.” Chico han cambiado los tiempos, es todo lo que puedo pensar. Aunque esta salvaje conducta era mayormente el resultado de ser intimidado y una forma de liberar su enojo por una vida injusta, éste era solo un trampolín para formar un futuro fuerte que Dios tenía reservado para él.
Capítulo 4
Carrera en Artes Marciales Invicto
Viendo un don en su hermano más pequeño y una necesidad de que tenga una mejor forma de liberar su enojo, la hermana de Hermann, Evelyn Arias, ofreció pagarle para que se inscriba en artes marciales cuando tenía once años. Allí se le enseñarían muchas lecciones importantes, no solo para la lucha, sino también sólidos valores morales. Bajo la guía del Maestro Marcos Beltrán, Hermann recibiría los cimientos no solo para ser un campeón del mundo sino también un ser humano de buena moral y con carácter. “No puedo negar el efecto que las artes marciales tuvieron en mi vida,” dice con agradecimiento. Estar expuesto a valores importantes como el honor, el respeto, la autodisciplina y el autocontrol, era capaz de canalizar sus emociones de manera positiva. Una vez inscripto en el deporte de artes marciales, pelear en la escuela se volvió una cosa del pasado. Hermann admite que esa experiencia lo ayudó a convertirse en una mejor persona y formó el tipo de hombre que moralmente es hoy. Afirma que en aquel tiempo las artes marciales no eran para maricas o gallinas, era extremadamente duro. Da fe de eso hoy, aunque beneficiosas y positivas, la mayoría de las artes marciales no son lo mismo que eran en aquella etapa específica.
El Maestro Marcos Beltrán no jugaba. Uno de los más apreciados recuerdos era tener que pelear con toda la clase de una vez. “No se nos permitía jugar al anillito, todos tenían que pegar golpes con todo su poder y fuerza,” testifica. Sin embargo, no importa cuántas veces o cuán grande era su oponente, Hermann siempre parecía dominar. Recuerda que Beltrán le ordenaba poner ¡cincuenta libras sobre su espalda mientras se levantaba y se agachaba acompañada por patadas frontales dos mil veces! “Era el único en la clase capaz de hacerlo dos mil veces y terminar pero no podía caminar los tres días siguientes,” dice Hermann. “Me esforzaba más allá de todos mis límites. Te sorprendería lo que tu cuerpo puede realizar si solo te decides a hacerlo,” afirma con orgullo. Admite ahora que se acalambraba después de las diez y que ¡no podía levantarse! Aprender que no hay límites es lo que lo hizo especial y lo ayudaría a ser no solo exitoso en el deporte sino también a superar todas las cosas que tendría que enfrentar posteriormente en su vida. Con Beltrán obtuvo los cinturones negros del Kung Fu y Karate Do. También ganaría un cinturón negro en el arte de Kyokunshikai bajo Dagoberto Chacón.
Poco después de inscribirse en artes marciales Mauricio, el amigo de Hermann, acudió a defender su honor detrás de la escuela. Le dieron tal paliza que su cara estaba irreconocible. Hermann se ofreció a entrenarlo todos los días y a enseñarle todo lo que él había aprendido en la escuela de artes marciales. Entrenaron juntos en el verano todos los días en el estanque pantanoso antes de que Hermann tuviera que ir a las clases de artes marciales. Nunca más Mauricio fue aporreado, aprendió de Hermann cómo defenderse él mismo. Su próxima pelea tendría un resultado diferente. Hermann recuerda que un día mientras caminaban y charlaban le contó un chiste. Mauricio comenzó a reírse histéricamente. Otros dos chicos con los que se cruzaron pensaron que se estaban riendo de ellos. “¿Ustedes quiere un poco de esto?” preguntó uno de los chicos problemáticos. Mauricio guardó silencio y cuando el muchacho atacó le tiró puñetes que resonaban como cañones en la Segunda Guerra Mundial. Hermann nunca olvidará a Mauricio pateando a ese chico en el trasero y ver literalmente volar varios pies en el aire. No hace falta decir que ese joven lo dejó solo después de eso y probablemente necesitó mucho hielo en el trasero ya que se fue tambaleando con humildad.
Hermann recuerda el hambre que tenía después de su entrenamiento, y como construía su propia escopeta que usaría para cazar palomas, conejos y patos. Como era pobre, sabía que había una sola manera de que pudiera tener un arma para cazar y era fabricarla él mismo. Su padre le dejó un viejo torno que usaba para convertir varias piezas de acero en una escopeta con cámara de calibre dieciséis. Luego usó una columna de dirección como cañón que asombrosamente encajaba perfecto. Le preguntó a su hermana quién estaba trabajando en una compañía química en ese momento, para que le traiga algunas rocas de cianuro de potasio para tratar térmicamente las partes de la escopeta. Cuando las piezas eran calentadas y se volvían rojas, ponía las rocas en la parte superior. Éstas se cementaban a medida que se derretían sobre el arma cubriéndola. Esto hacía que la pieza fuera de acero duro en el exterior, pero flexible en el interior, creando las condiciones perfectas que necesitaba para soportar las explosiones de un arma dentro de los límites correctos. Una vez que terminó, cazó exitosamente por meses. No podía costearse los cartuchos de escopeta, así que una vez más, los construía él mismo. Fabricó en el torno tres proyectiles sin latón. Entonces llenó los cartuchos con pólvora y perdigones que tuvo que hacer también. Tomó baterías viejas y las derritió sobre una delgada lámina produciendo pequeños perdigones. No usó medidas exactas, solo lo hizo a ojo. La escopeta funcionaba perfectamente, salvo por la vez que llevó a su amigo Mauricio a cazar palomas.
Hermann y Mauricio comenzaron a arrastrarse por el suelo en persecución de palomas que se reunían en un mismo lugar. Les arrojaban piedras provocando que vuelen todas al mismo tiempo. Hermann disparó primero y cazó ocho palomas con un solo disparo, le quedaban dos tiros más. Mauricio se desesperaba por tener su turno, rogando persistentemente disparar el arma casera. No se dio cuenta que había sobrellenado el siguiente cartucho con pólvora, Hermann le concedió a su amigo un turno. Como las palomas regresaron y se colocaron en círculo, repitieron el mismo proceso, se arrastraron y tiraron piedras para hacerlas volar. Esta vez el resultado fue bastante diferente. Notó que hubo una explosión tres veces más fuerte que lo normal y no vio palomas cayendo del cielo. Mauricio comenzó a correr en círculos maldiciendo y gritando. Hermann se dio cuenta de que algo estaba mal y corrió a preguntarle qué había sucedido. Todo lo que Mauricio pudo responder fue “¿Qué?” No podía escuchar nada porque la explosión lo había dejado sordo. Rápidamente comenzó a revisar sus dedos y a asegurarse que los tenía todos mientras estaba en un confuso estado mental de pánico. Hermann se dio cuenta de lo que había sucedido cuando vio que el cañón del arma había explotado y se había pelado como una banana. Lo asombroso es que el cañón estalló justo arriba donde la mano de Mauricio estaba sosteniendo el arma y no tuvo ninguna herida. Afortunadamente nada mejor sucedió excepto que estuvo sordo por un par de días y traumatizado, nunca quiso volver a disparar armas con Hermann de nuevo.
Hermann tuvo más de doscientas peleas de Kung Fu, Karate Do y Kyokushinkai y ¡nunca experimentó haber perdido una pelea en toda su carrera de artes marciales! Pudo viajar por todo el país gracias a patrocinios de su escuela y Marcos Beltrán. El equipo chileno viajó por diferentes regiones del país para competir apilados en la parte trasera de una exquisitamente llena camioneta. Beltrán sabía que Hermann era siempre su “garantía” de traer a casa trofeos para el equipo. Cuando Hermann apareció en los torneos, su reputación provocó que sus oponentes se sintieran ya derrotados. “¡Oh no! Hermann está aquí, no tenemos esperanzas,” recuerda haber escuchado a la distancia. En poco tiempo se consagró campeón chileno de Karate, Tae Kwon Do y Kyokushinkai. Pronto también se convirtió en campeón sudamericano de Karate. Como un joven muchacho de solo trece años, luchaba con adultos bien entrados en sus veintes y aun así los dominaba.
A medida que se remonta a sus memorias pasadas, recuerda, con su cara con una expresión de dolor, pelear por el campeonato chileno de Kyokushinkai. Las reglas de este deporte no permiten usar guantes para proteger las manos, y ninguna protección en las piernas, espinillas o pies. Solo huesos golpeando huesos, con un dolor que viene no solo por ser golpeados sino también por golpear a otros sin protección. Aunque golpear la cara no era legal, los rodillazos y codazos extrañamente estaban permitidos. “Nunca perdí, pero nunca pude levantarme de la cama y caminar por días y a veces por semanas,” testifica Hermann. Entrenar con Chacón era extremadamente desafiante. Recuerda que lo hizo cruzar toda una cancha de tenis de concreto en el caluroso verano usando solo dos de sus nudillos mientras alguien le sostenía las piernas como una carretilla. A medio camino la carne salía de sus nudillos, exponiendo los huesos. Tenía que terminar, o iba a ser arrojado al “agujero negro” de Chacón. Para el “agujero negro” todos sus compañeros de equipo formaban dos líneas enfrentándose unos a otros. Se les requería que le dieran una paliza a quien entraba hasta que llegaba al final de la línea. Hermann, con una sonrisa furtiva en su cara, admite que le encantaba cuando otros eran arrojados allí. “Yo pateaba a esos mierdas, haciéndolos arrastrar hasta la próxima persona,” admite maliciosamente. A todos se le exigía ser fuerte o se los enviaba a casa. “No era un lugar para ir y sentir los beneficios de la salud u oler rosas. Era un lugar para entrenar como un campeón o serían enviados a casa, los holgazanes no eran permitidos,” dice con orgullo Hermann.
Sus apreciados recuerdos de luchar por el campeonato sudamericano de Karate comenzaron y terminaron en una completa lucha y fiasco. Con solo trece años y siendo el más joven del equipo, la ley no le permitía dejar el país sin el permiso notariado de su padre. Con solo veinticuatro horas de aviso, el tenía que viajar a Temuco en el sur de Chile para recuperar ese permiso porque él vivía con su madre en Santiago. Tan pronto como regresó, después de viajar día y noche, comenzó su viaje con el equipo chileno a Asunción del Paraguay cerca de Brasil. Chile estaba representado por doce selectos luchadores de diferentes categorías de peso. Estos doce luchadores tenían que viajar todo el camino en la caravana de la parte posterior de una camioneta, todos hacinados. Hermann no tenía dinero y agradecidamente recuerda cuán bien Marcos Beltrán cuidaba de él. Siempre se le daba de comer primero, a expensas de Beltrán, mientras todos los demás se cuidaban solos. “Nunca olvidaré lo que hizo por mí,” dice Hermann con agradecimiento. El equipo viajó por cuatro días seguidos, sin parar hasta que llegaron a Clorinda, Argentina. Poco sabían sobre lo que estaba reservado para ellos. Sin tecnología, no tenían ni idea que la ciudad de Clorinda estaba experimentando la inundación del siglo. Con todos los caminos que entraban y salían de la ciudad cerrados, ellos debieron tomar una decisión. ¿Llegarían a este punto para nada y regresarían luego a casa? ¿O cruzarían la ciudad inundada a pié? Decidieron que habían luchado mucho para tener que regresar a casa en ese momento, así que comenzaron su travesía con el agua hasta la cintura por la inundada ciudad de Clorinda. “No puedes imaginarte lo desafiante que fue,” dice Hermann, recordando como tuvieron que acarrear el equipamiento sobre sus cabezas a través del agua fría y turbia. “Nunca estuve tan agradecido de recibir una taza de café” dice Hermann recordando cuán frío y mojados estaban todos.
Como fueron el último equipo en arribar, tuvieron que cruzarse con todos los equipos que representaban a los otros países de Sudamérica. Todos se alojaban en una base militar. El equipo chileno fue ubicado cerca del brasileño, y tenían que pasar por su piso antes de llegar al segundo piso donde ellos estaban. En el momento que cruzaban la puerta comenzaban a escuchar el intenso llamado de los tambores de guerra. El ritmo provocativo de los tambores comenzaba a infundir temor en los corazones de los compañeros de Hermann cuando se dieron cuenta de lo que estaba en frente de ellos. Había casi cincuenta máquinas atléticas finamente sintonizadas, todos con músculos esculpidos y listos para la guerra. Mientras el equipo chileno observaba la estatura física de estos guerreros, un compañero dijo, “¡Oh no! ¿En qué nos metimos? ¡Vamos a ser mutilados!” Esto enfureció a Hermann, hasta entrar en una rabia completa. “¡Sean hombres y peleen con honor puñado de maricas!” gritó, aun siendo el más joven allí. “¡Yo pelearé y seguramente ganaré! ¡Busquen esos tambores y métanselos en el trasero!” apasionadamente exclamó con otra elección de palabras. “¡Yo no vine aquí sufriendo todo el camino para nada, así que quítense de mi camino!” terminó con voz muy alta así todos pudieron escuchar.
La mañana siguiente Hermann fue el primero en pelear porque era el más pequeño y el más joven. Siempre tenía que pedir la vestimenta prestada de su compañero Jorge Castro, porque era demasiado pobre para tener la suya. Hermann nunca olvidará la amabilidad de Jorge y aprecia gratamente su generosidad. Fue un torneo de tres días en el cual tenías que ganar para continuar el día siguiente. Hermann fue elegido al azar para pelear con un luchador de Paraguay con la intención de dejar al equipo chileno afuera en un comienzo espectacular. Ganó la pelea inmediatamente con un giro y patada gancho de lujo, que resultó en una victoria por knockeo. Sin embargo fue el único chileno que ganó ese día además de otro compañero de equipo, dejando solo dos de doce elegidos para continuar.
Al día siguiente escuchó esos bombos familiares, tenía que enfrentar a un rudo guerrero brasileño. Los tambores irritaban a Hermann, causando que con gran enojo arroje una derecha explosiva, que resultó en otra victoria por knock-out. Fue el único luchador no eliminado, el único que pudo representar a Chile en el campeonato sudamericano. Lleno de confianza, cuando el intimidante guerrero de Argentina cargó sobre él, simplemente se paró detrás y lo derribó con un duro y directo derechazo. Lastimado y aturdido, su oponente se levantó solo para ser noqueado unos pocos segundos más tarde. Un hermoso doble giro con patada hacia atrás dio como resultado que Hermann sea coronado con el título del campeonato sudamericano de Karate.
En el largo viaje de regreso a casa Marcos Beltrán se detuvo para descansar en la cima de una colina esa noche. Hipnotizado por la belleza y majestuosidad del trabajo de nuestro Creador en el cielo de la nocturno, cada estrella parecía destellar cuando la luna llena iluminaba las constelaciones. Un compañero de equipo lo empujo a un costado. “¿Cómo lo haces? ¿Cuál es tu secreto? ¿Cómo siempre logras ganar?” le preguntó con envidia. “No hay secreto. Solo sé que Dios está conmigo”, respondió Hermann. No podía explicarlo, y aunque sabía cuán duro había entrenado, había algo más. “Puedo tener todo el talento y las herramientas, pero sin la ayuda de Dios no podría hacer nada”, simplemente les contó a sus amigos de la mejor forma que pudo. Hermann en seguida notó celos envidiosos de sus compañeros cuando comenzaron a dejarlo de lado y a tratarlo con desdén. En esos días a él le gustaba hacer la mayoría de las cosas solo, cuando esta experiencia se repitió y lo marcó de por vida. Realmente es más un “Lobo Solitario” que un “Lobo Blanco”. Me pareció gracioso que después de doce años juntos y casado conmigo dos veces, esté al acecho en el rincón esperando que lo apuñale por la espalda. Yo sabía que era una lata llena de locura antes de casarnos, ese es el porque somos la combinación perfecta.
Hay una cosa sobre Hermann que creo que es extremadamente especial y que ha sido la mayor contribución para su éxito. Tiene la habilidad de ver a Dios en todo. No importa donde estemos, él siempre está aprendiendo, y su mente está siempre consciente del trabajo de nuestro Creador. Podemos estar sentados en la sala de espera del consultorio del doctor, y en lugar de descansar, Hermann está hojeando los libros médicos asombrado por las partes complejas de nuestro cuerpo y como ellas funcionan. “¿No es asombroso como Dios hizo trabajar el corazón?” pregunta, con su cerebro siempre en funcionamiento tratando de descifrar las cosas. Mientras yo estoy pensando en chocolate, él nota cosas que la mayoría de las personas no notaría, tomando consciencia de nuestro Creador en cada momento. Si estamos del dentista, te hace pensar en cuán agradecidos deberíamos ser por nuestros dientes, mientras estudia todos los diagramas en la pared. ¿Quién más estudia los diagramas en el consultorio del doctor? Olvídense de intentar descansar cerca de Hermann, es un cuerpo ocupado absoluto que nunca se sienta tranquilo y su mente está siempre trabajando. Aprendió a aprender de cada cosa que hizo nuestro Creador, examinando hasta a las abejas y cómo trabajan para hacer su miel. Aunque me vuelve loca cuando quiero estar descansando, éste es otro atributo que hace a Hermann exitoso y entendido en muchas áreas.
Una vez de regreso en el camino, la atmósfera rápidamente cambió. Todos estaban extremadamente cansados, frustrados, hambrientos, fríos, sucios e irritables. Siendo el más joven, la naturaleza traviesa de Hermann hizo pasar al grupo un mal momento. Recuerda que vio ranas literalmente en todas partes que trataban de escapar de la inundación. Notando una rana gigante en particular casi del tamaño de un gato, la recogió y la tiró dentro de la caravana llena de sus compañeros de equipo. Esto provocó un incontrolable y completo caos. Todos empezaron a pelear entre ellos para salir como desparramo de la camioneta, golpeándose y pateándose en la calle. Hermann nunca olvidará ese viaje salvaje y las experiencias que adquirió como joven. Milagrosamente, es capaz de recordar todo lo que sucedió, pero parece no poder recordar cómo arreglar las mini persianas en nuestra casa. Es completamente asombroso que es siempre mi asunto eso de olvidar cosas. Sí, yo admito que tengo el mal hábito de perder las llaves y en realidad una vez perdí ¡el auto entero! Hermann que es un esposo amoroso, me compró algunas píldoras a base de hierbas que se suponía ayudarían a mi memoria. Sin embargo, cuando él me preguntó si las estaba tomando, honestamente no pude recordarlo, así que supongo que no funcionaban.
Capítulo5
Comenzando la carrera de Kickboxing
Conociendo solamente el éxito de sus experiencias previas en artes marciales, estaba listo para iniciarse en el deporte de kickboxing, o por lo menos lo pensaba. No había en ese momento un programa de kickboxing amateur, así que Hermann tendría que comenzar el deporte al estilo de la vieja escuela, como profesional a la temprana edad de trece años. Cuando peleó de manera competitiva con un hombre de veintitrés años de edad y físicamente más maduro, experimentó su primer derrota por falta de puntos. Aunque esta pelea nunca entró oficialmente en el registro profesional, Hermann se benefició con esa experiencia. “Sentí la devastación en mi alma y me inspiraría a entrenar más fuerte que nunca en toda mi vida,” confirma Hermann. En lugar de abandonarse en la frustración, esta pérdida lo conduciría a convertirse no solo en el mejor que su país había producido en el deporte, sino también en ¡campeón de todo el mundo! Esto era algo que parecía imposible bajo tan desesperanzadas circunstancias de pobreza. Tenía alrededor de treinta victorias profesionales de kickboxing en América del Sur, increíblemente todas por knock-out. Nunca perdió otra pelea de nuevo y rápido hizo historia. Bajo la destreza de Fernando Farías, comenzó a estudiar intensamente el arte del boxeo. Como Dios lo preparó con esas herramientas esenciales, se convirtió en el chileno más joven campeón de kickboxing en la historia de su país cuando solo tenía quince años. Poco después, a la edad de diecisiete, nuevamente hizo historia convirtiéndose en el campeón sudamericano más joven de kickboxing hasta el día de hoy. Defendió su título trece veces, ganando cada pelea espectacularmente por knock-out.
Ya como campeón nacional de kickboxing con solo quince años, recuerda las muchas peleas que lo condujeron a la gran pelea por el título del campeonato sudamericano. Una en particular se dio porque Dios lo sanó de un sangrado traumatizante que había experimentado por dos años. Recuerda que entrenaba vigorosamente con Fernando Farías dos veces por día. Bajo su guía, corría y hacía ejercicios temprano en la tarde, luego iba al gimnasio para su rutina de entrenamiento de boxeo y cuadrilátero en la noche. Cada vez que corría, usaba ese momento para rezar y hablarle a Dios. Cuando terminaba todo su entrenamiento, orinaba sangre como era usual todos los días. Vio a muchos doctores que no pudieron ayudarlo, y así continuó por lo menos por dos años. Porque este deporte era conocido por el daño que causaban los golpes a los riñones, muchos doctores le aconsejaron que deje el kickboxing, por temor a daños más serios en su cuerpo siendo tan joven. Hermann, porfiado, nunca consideró esa opción. Sabía en lo profundo de su alma que esto era parte de lo que Dios había programado para él. Eventualmente se sacó rayos X que mostraban que tenía tres cálculos en sus riñones, pero con tecnología limitada, solamente los rompieron en lugar de quitarlos.
Sus ruegos fueron finalmente respondidos cuando estaba en camino para obtener el permiso de su padre para pelear en Argentina. Mientras estaba viajando en el ómnibus, sintió la urgencia de ir al baño. Cuando estaba yendo, tuvo una insoportable y dolorosa obstrucción que casi lo hizo desmayarse. Mientras estaba tenso y sufriendo un intenso e indescriptible dolor, despidió los cálculos como balas. Sangrando por última vez, estuvo realmente aliviado de esta tentadora experiencia. Cuando él hablaba con el doctor del cuadrilátero que acompañó a su equipo al torneo en Argentina, le contó todo lo que había experimentado. Una vez más fue fuertemente urgido de no pelear o continuar practicando este deporte, y el doctor puso todo tipo de escenarios traumatizantes en su cabeza. Gracias a Dios que lo hizo la persona más porfiada del mundo, continuó y ganó el torneo, a pesar de las recomendaciones del doctor de no participar. Con el doctor sacudiendo la cabeza, fue atacado por sus oponentes cuando la campana sonó. Hermann suavemente lo imitó y rápidamente lo noqueó con una doble mano derecha. Esto lo adelantó hacia su objetivo del título del campeonato de kickboxing sudamericano. Con solo dieciséis años en aquel momento, claramente recuerda pelear con un hombre adulto de veinticinco años y vencerlo con facilidad. Como él perseguía más victorias, nunca tuvo este problema de nuevo y estaba listo para sobrellevar la próxima batalla que Dios tenía guardado para él.
Herrmann recuerda que fue a la costa con su amigo Mauricio a entrenar su deporte. Siempre enfocados en el entrenamiento, corrían y hacían ejercicios en la playa cerca de Cartagena, como lo habían hecho durante varios días. Después de hacer horas de actividad física, decidieron bañarse para refrescarse en el océano. Vieron la bandera roja izada en la costa, por supuesto esto no lo detuvo a Hermann con su actitud terca de hacer lo que quería. Cuando comenzó a nadar con su amigo, comenzaron a ser empujados más lejos por la fuerte corriente. Cuando estaban peligrosamente alejados, las personas de la playa lo notaron y comenzaron a gritar frenéticamente. Cuando Hermann se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, comenzó a nadar de regreso, luchando contra la corriente con todo su corazón y su alma. Un guardavidas logró alcanzar a Hermann, pero él insistía que estaba bien, le pedía que ayude a su amigo. Sin embargo el guardavidas no pudo alcanzar a Mauricio que fue arrastrado hasta un punto no alcanzable de no retorno por las fuertes correntadas. Cuando Hermann llegó a la costa estaba completamente exhausto y todo lo que pudo hacer en ese momento fue caer en la arena. Cuando levantó la vista, la gente se amontonó a su alrededor y le decía, “¡Tu amigo va a morir!” Miró y vio que Mauricio había recalado al otro lado en una isla rodeada de enormes rocas. Cuando el helicóptero se dirigía a rescatarlo, se las arregló de alguna manera para arrastrarse, completamente lastimado y sangrando por todas partes. Entrenar con Hermann definitivamente no era una tarea fácil para nadie.
Cuando Hermann tenía alrededor de catorce años, tuvo un sueño, él estaba peleando y ganaba por knock-out con un giro de puño hacia atrás. El día siguiente peleó con un adulto de veinticuatro años y lo noqueó en el segundo round, exactamente como lo había soñado la noche anterior. Él nunca aprendió ni había practicado esa técnica antes y la desarrolló perfectamente. Sorprendido y completamente incrédulo, se paró sobre su oponente a quien claramente le había roto la mandíbula. Inmediatamente recordó su sueño de la noche anterior y comenzó a sentirse extremadamente extraño, sin comprender cómo pudo haber sucedido o porque. Este golpe se convirtió muy rápido en su marca registrada y noqueó alrededor de veinte oponentes más con la misma técnica que aprendió solamente en un sueño y en ningún otro lugar. Otros trataron de copiar su técnica única, pero no tuvieron éxito haciéndolo. Hermann dice que lo hace sin pensar, como si fuera algo instintivamente programado en él.
Cuando Hermann tenía catorce años en un intervalo de verano, entrenaba alrededor de ocho horas por día. Hizo muchos sacrificios, no solo con su entrenamiento, sino también con su dieta. No había fiestas durante ese tiempo porque él estaba muy dedicado a su deporte y enfocado en sus objetivos. Seguía una dieta perfecta de frutas y verduras, era muy cuidadoso con lo que dejaba ingresar a su cuerpo. Lo escucho decir todos los días cómo necesitaría volver a esa dieta, pero comer ensaladas todo el día no es tan fácil como suena. Hermann recuerda que cortó un viejo neumático y le sacó el tubo interior. Lo cortó por la mitad y ató los extremos después de llenarlos con arena. Colocó las pesas hechas en casa sobre sus hombros, también pesas caseras en los tobillos y comenzó a subir corriendo la montaña Cuesta Barriga vigorosamente con otros dos compañeros de equipo. Sus compañeros no lograban hacerlo aún sin las pesas, pero Hermann batalló hasta que alcanzó la cima con éxito. Sus tenacidad le permitió subir 3.6 millas la colina a toda velocidad con sus pesas caseras, reflejando su resistente mentalidad de campeón.
Hermann recuerda que fue a un torneo al norte de Chile ese particular verano. Cuando llegó y se pesó, todos los que eran de su mismo peso inmediatamente dejaron las inmediaciones cuando supieron que había llegado. Beltrán le preguntó, “¿Qué vas a hacer? No hay nadie que pelee contigo, viniste hasta aquí para nada. Molesto, preguntó si había alguien más sin oponente. Beltrán le explicó que había un hombre que sobrepasaba el peso de Hermann por más de sesenta libras, pero que era una locura tratar de pelear con él. Hermann se emocionó, exigió que lo ponga como oponente porque sentía que había hecho demasiados sacrificios solo para regresar a casa en ese punto. Beltrán tenía dudas y le dijo que estaba loco, pero sabía que no había como discutir con él. ¡Créanme, he aprendido que tienes más oportunidades discutiendo con una pared de ladrillos!
Por alguna razón, Hermann recuerda al chico que parecía extra pequeño. “Algo inexplicable sucedió en mi cerebro y me hizo darme cuenta que yo era el más grande.” He sido testigo de esto cuando observé a nuestra mascota Chihuahua y a nuestro Gran Danés. “Pimienta” el Chihuahua, realmente cree que es más grande que “Sultán” el Gran Danés. Él es el jefe de la comida y es el único animal de la granja que puede decirle a Sultán que hacer aunque sea del tamaño de una rata. Ladra con valentía y salta con dos pies en el aire para mordisquear las orejas de Sultán demostrándole lo que significa el negocio. Sultán respeta a Pimienta y hasta retrocede y le deja su propia comida.
Hermann probó que era demasiado rápido para el más grande y más maduro oponente de veintidós años. Lo venció de tal manera que tuvo que ser enviado al hospital inmediatamente después de la pelea. Esta vez, fue una acumulación de puñetes y combinaciones, más que un solo golpe de knock-out victorioso. Después de noquear a su oponente varias veces, y cansarlo Hermann terminó con su golpe marca registrada que devastó al rival, habilitándolo a él para continuar. Supongo que hay algo de verdad en el dicho “no es el tamaño del perro en la pelea, es el tamaño de la pelea en el perro.”
Capítulo 6
Campeón Nacional Chileno de Kickboxing
El peleó para el título nacional chileno de kickboxing cuando tenía quince años contra el rudo de Chile Hèctor Ferreira. Hermann entrenó para esta pelea en el estanque pantanoso ubicado en la granja de Mauricio. Hizo sus propias pesas para colocar alrededor de su pecho y de sus tobillos, abrió y extrajo el plomo de baterías viejas. Derritió el plomo y lo moldeó en barras, hizo sus propios moldes de hojas de roca como pasta. Hermann trabajó duro cosiendo piezas de cuero, hizo un lugar para sostener las pesadas barras de plomo. Comenzó a entrenar con las pesas llenas solo hasta la mitad, hasta que estuvo suficientemente fuerte para llenar las pesas en su totalidad. Corrió, hizo ejercicios, practicó cada estilo de patada cien veces todos los días con las pesas puestas, todo esto antes de ir al gimnasio a entrenar. También las usaba a todas partes a donde iba, inclusive a la escuela. El hecho de no tener dinero, no lo detuvo. Siempre encontró una manera, no importa cuánto trabajo o esfuerzo le tomaba. Muchas veces no tenía ni el dinero para comprar el pasaje de ómnibus para ir a Santiago y entrenar en el gimnasio. Aunque vivía en Maipú, él encontraba una forma de ir a Santiago todos los días. Cuando el clima se lo permitía, iba en su bicicleta. Algunos días se veía forzado a halagar al conductor del ómnibus para que le de un pase libre. “A veces eran tan comprensivos que me llevaban gratis, y a veces no,” admite Hermann.
Aunque Ferreira era físicamente más maduro a la edad de dieciocho años, también era extremadamente fuerte, Hermann sabía cuán duro entrenaba. Le tomó una acumulación de puñetazos y combinaciones para vencer a este joven y corajudo luchador chileno, pero al final fue victorioso, como era usual. Recuerda que lo noqueó en el tercer round con su golpe marca registrada, pero Ferreira nunca abandonaba. Se levantó y continuó tres rounds más y fue noqueado nuevamente con una patada con giro hacia atrás. Una vez más, el fuerte y voluntarioso peleador se levantó, pero inevitablemente perdió el título del campeonato ante el joven y talentoso Hermann.
Capítulo 7
Peregrinación a María
Inmediatamente después de convertirse en el campeón nacional chileno, Hermann caminó sesenta millas sin parar para honrar a la virgen María por su logro. Aunque esto no es parte de su sistema de creencias religiosas de hoy, verdaderamente hizo este viaje para agradecer a Dios con todo su corazón y alma de la mejor manera que él sabía en ese momento particular de su vida. Las reglas de este viaje son que tienes que completar las sesenta millas sin dormir. Tú puedes parar y comer e ir al baño, pero si duermes un instante, fracasas con tus votos.
Después de que Hermann caminó cuarenta millas en su peregrinaje, vio algo que atrapó su atención. Había un hombre que se veía extremadamente pobre, vestido con tela de bolsa a un lado del camino. Tenía algo en su mano que le causó curiosidad. Estaba lustrando una piedra con talco de bebé, lo cual le pareció muy extraño. Decidió preguntarle porque estaba haciendo eso. El hombre le respondió,” Mucha gente mira el exterior sin pensar que hay en el interior de una piedra”. El señor continuó limpiando su piedra muy diligentemente con el talco para bebé, y esto le provocó aun más interés. Entonces, cuando giró la piedra, lo que apareció era un diamante que reflejaba la luz del sol, casi dejándolo ciego con los colores brillantes del arcoíris. Sin poder ver su cara por el reflejo deslumbrante de la luz que emanaba de la piedra, el hombre le dijo que la única forma de ver lo que hay en el interior de una piedra es lustrarla por mil horas. Pasmado, Hermann le preguntó porqué estaba usando solo talco para bebé para lustrarla en lugar de algo más potente. Le dijo que lo más suave funciona mejor. Hermann estaba tratando de pensar con profundidad cuando se dio cuenta que esta persona se levantó de repente y se fue rápidamente con la multitud que hacía el peregrinaje. Miró el suelo y vio una piedra que era similar a la que estaba lustrando. La dio vuelta y era de verdad un diamante del otro lado. Desesperadamente siguió al hombre y le dijo que había olvidado su piedra. Él no se dio vuelta y le gritó a Hermann, “No, no la olvidé. Póngala otra vez con la cara hacia abajo en la tierra y no la vuelva a tocar.” Estupefacto, pero por respeto no se guardó la piedra, inmediatamente la volvió a poner donde la había encontrado, con la parte del diamante enfrentando la tierra. Luego continuó sus últimas veinte millas para completar sus votos. Ahora mirando atrás, muchos años después y pensando en esa experiencia, Hermann se pregunta si había encontrado un ángel que estaba tratando de darle algún tipo de mensaje.
Capítulo 8
Entrenando en su Bicicleta
El verano después de convertirse en campeón chileno de kickboxing cuando cumplió quince años, decidió que visitaría a su padre en Padre Las Casas en bicicleta, ¡aproximadamente cuatrocientas millas desde Santiago! Fue un viaje que nunca olvidó, terminó engañando a la muerte ¡dos veces! Aún sufriendo de pobreza, no tenía dinero para un boleto de ómnibus ni para comprar una bicicleta completa. Un poco a la vez reunió varias partes de bicicleta y un armazón que tuvo que modificar porque él tenía piernas cortas. (Yo debo disfrutar de tomar esta oportunidad para hacerlo enojar por fregarle en su cara que soy más alta que él) Luego, él usó sus ya desarrolladas habilidades mecánicas para armar su propia bicicleta él mismo. Aunque trabajó bien, era pesada porque consistía en partes de acero más que aluminio el cual es más liviano pero más caro. Previamente entrenó su cuerpo yendo a todas partes en bicicleta.
Un querido recuerdo de su entrenamiento es cuando decidió pedalear su bicicleta todo el camino a la costa de Chile con sus dos amigos Jorge Veliz y Mauricio Caurisco. Antes de llegar al océano, tuvieron que bajar una colina con declive agudo por casi cinco millas. Como sus bicicletas comenzaron a intensificar la velocidad, Hermann notó que los frenos de Mauricio ¡habían fallado completamente! Su amigo comenzó a entrar en pánico, usando sus pies trató de aminorar la alta velocidad que había alcanzado. “¡Se podía oler la goma!” sonríe Hermann. Como los zapatos de Mauricio estaban completamente gastados por rasparlos en el pavimento, su pie comenzó a sangrar y a girar fuera de control. Aterrizando en un montón de arbustos ásperos, fue forzado a continuar todo estropeado y sangrado.
Cuando estaban cruzando la calle, un ómnibus comenzó a sonar la bocina mientras alguien adentro del mismo empezó a gritarles que salgan del camino. Después de conocer a Hermann por trece años, pueden estar seguros que esto pudo tener solo un resultado. Este rudo comportamiento provocó que Hermann y sus amigos comiencen un obcecado record mundial intentando de ver cuán lentos podían cruzar la calle. El asistente del conductor del ómnibus se volvió más impaciente abofeteando a Jorge detrás de la cabeza cuando pasaban cerca. ¡Ahora las chispas casi volaban! Mientras todos estaban maldiciendo y gritando, Jorge fue acusado por el rabioso asistente del ómnibus. Cuando velozmente noqueó al asistente, Mauricio dramáticamente detuvo el tráfico en ambas direcciones. Justo cuando Hermann estaba listo para liberar su arsenal, se detuvo cuando Mauricio hizo un fuerte y dramático anuncio. “¡No puedo pelear con zapatos!” gritó mientras frenéticamente se los quitaba. Todos inmediatamente se detuvieron en seco en sus coches, ellos empezaron a enfocarse en los flacos pies de su amigo. Digamos que no había asistido al pedicuro y sus pies estaban extremadamente sucios. Puedo imaginar que el resultado de usar sus pies como frenos solo complementó la belleza natural de los mismos. Con todos tentados con una risa incontrolable, esta pelea afortunadamente terminó. “Este viaje fue un completo fiasco,” dice Hermann mientras aún se está riendo.
Después de pedalear ochenta millas a su primer destino sin nada de dinero, tuvieron que dormir de manera extravagante, como se pueden imaginar, en la fría y húmeda arena de la playa. Allí Mauricio encontró lo que pensó que era un asombroso tesoro. A la mañana siguiente recogió su joya, un tiburón muerto de dos pies de largo y comenzó a hacer planes para llevarlo a casa para ser montado. Después de varias horas con éste en su mochila, con el calor las moscas comenzaron a pulular a medida que el horrendo olor se intensificaba. Entonces Hermann y Jorge tomaron una decisión. “O te deshaces de esa olorosa abominación o continúas solo,” gritaron mientras no podían soportar más esto. Finalmente enfrentado con la realidad, fue forzado a abandonar su apestoso tesoro. Aliviados del olor, pudieron pedalear otras ochenta millas en su camino a Viña del Mar.
Había un gran muelle ubicado donde planeaban detenerse y descansar. Hermann y Jorge llegaron primeros, se dieron cuenta que era necesario bajarse de las bicicletas porque había amplios huecos en el espaciado de la madera sobre el muelle. Justo cuando se estaban bajando de las bicicletas, Mauricio interrumpió. “¡Hicimos todo el camino!” gritó, tratando de impresionar a las chicas que estaban allí. Cuando el neumático de su bicicleta se pinchó en el primer hueco, fue arrojado por el aire. Tuvo éxito en atrapar la atención de las chicas, y también de todos los que estaban cerca. Entrenar con Hermann probó definitivamente que tenía estas consecuencias.
Toda esa aventura que hizo lo preparó para pedalear por alrededor de ciento veinte millas cada día hasta que alcanzó su destino a la casa de su padre que estaba a una distancia de cuatrocientas millas. Sin tener nada de dinero como era usual, no podía comprar comida y tenía que comer solamente lo que encontraba en el camino. Hermann continuó este viaje, el terreno fértil de Chile le proporcionó con moras, duraznos, y maíz. De alguna manera cada día Dios satisfacía sus necesidades de una forma u otra. Después de pedalear ciento veinte millas, estaba exhausto y se detuvo a descansar en un parque. Dándose cuenta de su situación, un amigo extraño le ofreció una cama y una comida con sopa y pan. El segundo día fue un poco más fatigoso, y cuando cayó la noche se dio cuenta que estaba en el medio de un bosque. Sin nada para comer, desenrolló su bolsa de dormir y se tiró de espaldas casi sin vida. A medida que el sol se levantaba en el cielo, comenzó a iluminar un campo de maíz gigante en la distancia que no pudo ver previamente. Con energía renovada, corrió y peló tres mazorcas de maíz gigantes y las asó en fuego para su cena. La tercera noche, mientras se preparaba para dormir al lado del camino, un tractor de una granja se detuvo con otros dos que se dirigían en la misma dirección. Contentos compartieron su extravagante banquete de patas de cerdo y salsa con él lo que le dio fuerzas para finalmente llegar a la casa de su padre. Personalmente pienso que me hubiera muerto de hambre, pero de acuerdo a Hermann ¡estaba delicioso! Después de llegar y de descansar por un par de días, tomó su bicicleta y fue hacia el sur a la casa de su primo a sesenta millas de distancia.
Capítulo 9
Engañando a la Muerte
Una vez que llegó a la granja de su primo ubicada al pié del volcán de Villa Rica, Hermann tuvo experiencias amenazantes que nunca olvidaría en su vida. Era su trabajo, a cambio de habitación y mesa, hizo trabajos de campo tales como cortar leña, ordeñar vacas, y llevarlas a pastar. Dirigía las vacas a caballo hacia y desde prados de hierbas distantes. Un día particular llegó al prado y se dio cuenta que tenía que hacer el “número dos”. Cuando se puso en posición de cuclillas, su caballo decidió irse, ¡dejándolo con sus pantalones abajo! Eventualmente lo volvió a hacer en la oscuridad, pero el día siguiente probó ser el día que nunca olvidaría.
Cuando estaba llevando las vacas a las pasturas, notó un camino de bambú en el bosque. Siendo joven y un poco inocente, comenzó a seguirlo hasta que vio un sendero circular que había sido limpiado. Se detuvo solo para descubrir que había sido atrapado en arenas movedizas, rápidamente se hundió hasta la cintura como una roca sin tiempo para reaccionar. Más movimientos hacía, más rápido se hundía, más y más. Comenzó a pensar que su vida pronto terminaría a medida que la arena movediza continuaba succionándolo sin esperanzas. Después de darse cuenta que moverse era peor, comenzó gradualmente a bajarse los pantalones y a avanzar suavemente tirando de un pedazo de raíz. Dejando que se hundan sus pantalones y zapatos en lugar de él, fue un plan perfectamente programado que salvó su vida. Cuando con vergüenza regresó a casa esa noche solo en ropa interior, su tío corrió a saludarlo con una expresión bastante indescriptible en su rostro. Después de averiguar lo que había sucedido, testificó que había perdido la vida de dos de sus vacas en las mismas arenas movedizas. Estupefacto, le dijo a Hermann que debe ser la persona más afortunada en el mundo entero que pudo salir vivo de tan imposible situación. Sin embargo, este ciclo de luchar y batallar por su vida, nunca cesó, aún hasta hoy.
Unas pocas semanas más tarde, estaba ayudando a su tío en la cosecha de trigo en el campo, sintió un dolor punzante en el tobillo. Se dio vuelta y vio una araña viuda negra venenosa saliendo de su bota. Su tío entró en pánico y le dijo que estaba en serio y amenazante peligro de vida. Con la ciudad más cercana a sesenta millas y sin medio de transporte veloz, estuvo forzado a confiar en remedios caseros para superar este infortunio. Solo treinta minutos más tarde empezó experimentar terribles síntomas, e inmediatamente comenzó a tener fiebre, diarrea, vómitos y espasmos musculares en todo su cuerpo. Recuerda que rogaba y le suplicaba a Dios, “Por favor llévame de este mundo, pero no me hagas sufrir más.” Mientras estaba con un enloquecedor dolor, no podía salir de la cama, y sin un doctor disponible, se forzó él mismo con la ayuda de su tío, a no beber nada más que galones de leche de vaca. Después de tres días, toda la constante diarrea y vómito inevitablemente hizo que su cuerpo se libere del veneno causado por la mordedura de la araña. Una vez más, pudo sobrevivir a una situación en la que la mayoría no habrían sido tan afortunados. Este ciclo repetitivo de proporciones aparentemente imposibles solo intensificó más tarde su vida. Solo ahora mirando atrás puede ver la mano de Dios que estaba preparándolo para la vida difícil que está enfrentando hoy.
Ese invierno fue puesto en la dura posición de luchar por su vida una vez más cuando él y su compañero de equipo Juan Vásquez decidieron hacer un viaje al sur de Chile para explorar las montañas y entrenar. Por supuesto no tenían dinero, así que tuvieron que caminar y hacer dedo para llegar a destino. Continuaron este patrón de caminar y tomar aventones hasta que comenzó a oscurecer. Una vez que el sol se puso, se dieron cuenta que habían sido dejados en el medio de la nada, y no estaban preparados para el descenso de la temperatura nocturnas. Tampoco tenían para comer, y estaban deshidratados por caminar todo el día. Ellos continuaron caminando en la oscuridad, pero la temperatura comenzó a bajar drásticamente, haciendo que la situación sea extremadamente peligrosa y su vida amenazada. Se detuvieron brevemente para descansar, pero la temperatura a casi treinta y cinco grados Fahrenheit bajo cero, era demasiado frío. Alrededor de las tres de la mañana, notó que Juan se estaba dando por vencido. “Solamente podía dar unos pocos pasos por vez y comenzó a temblar,” cuenta Hermann. Asistió a Juan cuando colocó sus brazos alrededor de su cuello y lo arrastró. Juan no era capaz de sostenerse por treinta minutos más, entonces no pudo continuar. “¡Déjame aquí!” suplicó desesperado. “¡Nunca lo lograré!”. “Vinimos juntos y nos iremos juntos,” le aseguró Hermann a su amigo. En ese momento, tuvo que tomar una decisión importante. Una vez más, forzado a pensar rápido, sopesó las probabilidades. Se dio cuenta que no tenía ni idea de cuán lejos estaba la próxima ciudad a la que se dirigían, con mucho coraje recogió a su amigo exánime, y comenzó a caminar de regreso en la dirección opuesta. Como Juan entraba y salía de su estado de conciencia, Hermann lo cargó la noche entera, nunca se dio por vencido. “No puedo ni contarles cuán difícil fue,” dice luchando por encontrar las palabras adecuadas para ese terrible recuerdo. “Solo sabía que tenía que hacerlo, a pesar de lo difícil que era, yo sabía que Dios me ayudaría a salir del apuro como siempre.” Cuando el sol comenzó a levantarse, vio un ómnibus en la distancia y comenzó a gritar por ayuda. Juan fue llevado al hospital donde permaneció por tres días ya que sufría de hipotermia y deshidratación. Viendo los labios, la cara y las orejas de Juan profusamente agrietados, Hermann fue sacudido con el temor por cuál sería la reacción de los padres de Juan. Una vez más, Hermann pudo superar una situación imposible por la inquebrantable voluntad de nunca darse por vencido inculcada dentro de él desde el principio. Como su esposa, personalmente puedo testificar que es probablemente la persona más obstinada sobre el planeta. Solo traten de decirle algo, y seguro hará completamente lo opuesto, no importa cuán imposible o ridículo sea. A veces siento que tendría que nombrarlo “Mula Porfiada” en lugar de “Lobo Blanco.” Díganle a Hermann que no puede hacer algo, y hará de esto una misión de vida. Sin embargo, estos atributos que me ponen absolutamente loca son exactamente los que hacen que Hermann sea un éxito en todo lo que elija hacer.
Capítulo 10
Entrenando al Extremo
Hermann supo de inmediato que si él quería ser el mejor de todos, tenía que entrenar más duro y hacer cosas que nadie más estaba haciendo para preparar sus peleas. Recuerda que arrojaba cada una de sus patadas mil veces por día con cada pierna. Puedo pensar solo en una cosa, bueno dos cosas, con el entrenamiento con Hermann: dolor y vómitos. Aprendí en seguida, mi cuerpo no podía soportar sus locas técnicas de entrenamiento que están formuladas para hacerte alcanzar el punto del vómito. Para hacerme sentir mejor a mí misma, rompí mi propio record personal por días consecutivos. Supongo que todos nacemos con dones diferentes. Alguien que no pueda reírse por eso es que no entiende el humor americano. Un buen amigo me dijo que estar loco no es solamente normal sino también requerido. Por lo tanto, estoy simplemente reuniendo mis requerimientos. Hermann supera sus requerimientos de ser loco cuando va a su entrenamiento. “Tienes que ser loco para hacer este deporte,” dice con entusiasmo. Hizo cosas disparatadas como subir montañas corriendo con temperaturas inseguras, sabiendo que si se detenía o bajaba demasiado su marcha, moriría. A temperaturas de casi treinta y cinco grados Fahrenheit bajo cero, sabía que si se quedaba sin aliento o aflojaba por alguna razón, se congelaría hasta morir, forzándose a empujar su cuerpo más allá de los límites. Mi consejo es no entrenar con Hermann a menos que estén planeando una muerte temprana.
Por un corto tiempo en los Estados Unidos, Hermann tuvo una escuela de kickboxing. Un estudiante tuvo un ataque de corazón después de tomar su clase. Me preguntó si su clase pudo haberlo provocado. Yo solo elegí cambiar de tema y rehusé contestar. Recuerdo transeúntes viniendo a mirar su clase con caras sorprendidas y confusas. Se detenían y preguntaban para que título mundial sus alumnos estaban entrenando. No hace falta decir que este negocio no funcionó para Hermann. También trató de entrenar con muchos otros campeones del mundo, pero ellos nunca soportaron su loca rutina. “Ellos abandonaban, vomitaban o se desmayaban completamente,” testifica Hermann. “No creo que hubiera nadie que entrenara al extremo que yo lo hacía,” establece con certeza. Cada día era una prueba para ver cuán lejos pasaba sus límites, lo que confirma cuán insano era su entrenamiento. Él todavía hace cosas locas como tomar una congelante ducha fría el día más frío del año. Cuándo le pregunté qué diablos estaba haciendo, solo dijo, “¡Mujer, me tengo que probar a mí mismo!” Es definitivamente una lata llena de locura, pero es otro atributo necesario que define su éxito. Yo he sido atleta toda mi vida, pero Hermann me alucina. Puede aguantar el dolor como nadie más que conozca. Definitivamente necesitó toda su fuerza física y mental para sobrevivir el futuro que le estaba predestinado. Toda su preparación eventualmente ayudó a Hermann a sobreponerse a más de lo que la gente se imagina.
Capítulo 11
Superando la Pobreza
Cuándo Hermann tenía catorce años, estaba listo para corregir a los maestros de su escuela en tecnología de la combustión interna. Era fácil para él comprender como funcionaban las cosas debido al hecho de que siempre construía sus propios elementos, y claramente Dios le otorgó un don en esa área. Sin dinero, decidió construir su propia moto. A los catorce años, comenzó a trabajar como mecánico para los conductores de taxi. Porque era tan joven, le tomó un largo tiempo convencer al primer cliente para que le de una oportunidad de probarse él mismo. Después de hacer una completa puesta a punto en un Fiat, la voz se corrió muy rápido sobre su buen trabajo y precio barato. Comenzó a tener más trabajo y ahorró su dinero para poder comprar partes para su primera moto. Recuerda que hizo un trabajo para un cliente que no tenía dinero para pagarle, pero le dio la mitad de una moto que no funcionaba. Alteró la estructura y reconstruyó la moto usando sus habilidades mecánicas. Entonces eventualmente, ganó suficiente dinero para comprarse dos ruedas de Yamaha en una chatarrería. Extendió la horquilla e hizo que las ruedas encajen en la estructura. Luego, construyó sus propios aros pistones de tubos de hierro fundido usando el torno viejo que su padre le había dejado. Después de eso, tomó una pieza de hierro y construyó una corona trasera a mano usando una lima redonda y mucha paciencia. Definitivamente es irónico que Hermann pueda ser un mecánico porque es necesario tener mucha paciencia. Recuerdo que un día la perdió con su teléfono y comenzó a hacer una rabieta hilarante. Después de pisotearlo varias veces con una selección de palabrotas, manipuló su tractor y a propósito pasó sobre éste varias veces. Lo he visto hacer rabietas como ésta muchas veces y me pareció asombros que él pueda luchar por tanto tiempo con esas pequeñas y frustrantes partes mecánicas cada día. Después de todo este meticuloso trabajo mecánico, ganó suficiente dinero para comprar una cadena de transmisión para finalmente completar su primera y propia motocicleta. Cuándo terminó, condujo su moto única y personalizada por toda la ciudad por dos años sin licencia para conducir, porque era demasiado joven para poseer una.
Hermann recuerda que una vez con cuatro amigos se apilaron en la motocicleta y fueron a un restaurant a comer churrasco en La Plaza en Maipú. Ellos apenas cabían en la moto, con dos sobre el tanque de combustible, dos atrás y él conduciendo. Todos estaban tomando “chop” (similar a la cerveza) y hablando sobre la moto casera cuando la policía reconoció su moto personalizada sin chapa. La policía se escondió detrás de dos autos mientras ellos ridículamente se apilaban en la moto de Hermann. Estaba ya oscuro cuando vieron las luces azules y escucharon las sirenas que se acercaban. Sus amigos comenzaron a entrar completamente en pánico cuando salió disparando, temiendo perder la moto en la que había trabajado tan duro. Condujo salvajemente sobre una acera donde había un cruce y fue a un parque. Cuando la policía giró, esperando atraparlo cuando salían del otro lado, Hermann giró en medio del parque y se escondió. Puso su moto abajo e hizo que sus asustados amigos se acuesten sobre ésta. Observaron a la policía circundar dos veces el parque antes de irse, probablemente debido a que recibieron otra llamada más importante. Hermann escapó con su moto especial y con sus asustados amigos a punto de cagarse en los pantalones.
Su moto era única ya que modificó e hizo partes especiales para ella. Una vez fue a visitar a la tía de su amigo Mauricio que tenía una chica que a él le gustaba. Quería llamarle la atención con su moto y la familia entera salió a ver su creación. Todos estaban muy impresionados, pero lo cargaban por la apariencia especial que ésta tenía, y la llamaron insecto. Todos estaban riendo y pasando un buen momento paseando en la moto, cuando el papá de Mauricio decidió que él también necesitaba una. Fue al remate y le compró a Mauricio una sucia Zanella 125. Sin embargo, tuvo que empujarla todo el camino hasta la casa de Hermann para preguntarle qué era lo que no funcionaba porque no arrancó después de que la reabasteció de combustible. Mientras inspeccionaba la moto, le dijeron a Hermann que la persona que se la vendió dijo que como era de dos tiempos, necesitaba mezclar aceite con gasolina para que funcione. El problema ocurrió cuando vertieron el aceite en el tanque vacío y luego pusieron la gasolina en la parte de arriba. El aceite ya había entrado al carburador causando que la moto no arranque, y como resultado no pudieron ir a casa con ella. Hermann limpió el carburador, y la moto anduvo suavemente a lado de la suya. Decidieron llevar a unas chicas a una cita en las motos juntos. Después de que Mauricio comenzó a alardear sobre su motocicleta para impresionar a las damas, una chica subió a la de Hermann mientras que la otra a la de Mauricio, listas para divertirse. La moto casera de Hermann arrancó perfectamente y estaba lista para partir, pero Mauricio comenzó a avergonzarse cuando la suya otra vez no arrancó. Todos lo observaban dar vuelta alrededor del vecindario empujándola, tratando de que funcione. Después de un rato, su cita se impacientó y subió a la moto de Hermann. Él partió con ambas chicas. Cuando regresó de su doble cita vio a Mauricio desesperado todavía tratando de hacer arrancar su motocicleta. Parecía un completo limón, pero la indeseable de Hermann increíblemente hacía doscientas millas por galón, habilitándolos a aventurarse por todo el pueblo juntos.
Una vez, Hermann fue a hacer motocross en las montañas con su moto casera especial y sus amigos. Mientras bajaba la parte más escarpada de la montaña, trató de usar sus frenos para aminorar la marcha, pero el empinado declive había causado tan dramático aumento de la velocidad que no tuvo éxito. Comenzó a acelerar incontrolablemente cuando golpeó un canto rodado gigante. La rueda y las horquillas frontales de la moto rápidamente se partieron en dos, volviéndose completamente independientes de la moto. Esto causó que Hermann sea arrojado al aire peligrosamente varias veces mientras chocaba y rodaba dramáticamente hacia abajo en la montaña. Tuvo suerte de no tener heridas mayores, pero admite que podría no estar vivo hoy si no hubiera usado un casco. Aunque desguazó su especial moto casera en la que tanto había trabajado, eventualmente la reconstruyó y restauró por completo con más trabajo duro.
Cuando Hermann cumplió dieciséis años y tuvo edad suficiente para tener licencia de conducir, ahorró suficiente dinero para comprar un Citroën, el cual en su opinión era la pieza más barata de chatarra en el mercado de autos. Era de 600cc. con motor con aire refrigerante de dos cilindros. Podrías ir a ochenta millas por galón con este prestigioso armatoste, pero no aceleraba más de treinta y cinco millas por hora. Era muy liviano que parecía volar. Hermann lo reconstruyó, lo pintó, y lo tuvo en perfectas condiciones para llevar a su mamá a un viaje al sur de Chile. Ataron un colchón encima del auto así podían detenerse y dormir cuando y donde quisieran. Su primo Teco y su sobrino fueron con ellos, completando el auto con cuatro pasajeros. Su objetivo era llevar a su madre a Santa Celia donde ella nació. Siempre estaba recordando cuando creció en las montañas, su vida en el campo y cuando cavaba buscando oro. Hermann quería hacer algo especial para ella considerando lo duro que trabajó para criarlo. Su padre los dejó cuando él tenía solo once años, y su madre cuidó de él y cubrió todas sus necesidades. Pagó su escolaridad levantándose a las cuatro de la mañana para lavar ropas a mano, secarlas, plancharlas y doblarlas. La recuerda trabajando el día entero sin parar.
Mientras avanzaban a su destino, condujeron casi doscientas millas cuando la junta del CV se rompió. Pudo encontrar una para intercambiarla por la rota, pero tuvo que trabajar para modificarla porque no era exacta. Después de eso, comenzaron a volar a la máxima velocidad de treinta y cinco millas por hora para reanudar sus planes. Cuando llegaron a Temuco y alcanzaron su primera cadena de montañas el auto no tuvo suficiente fuerza para subir el ángulo de cuarenta y cinco grados de las colinas en caminos de tierra. Hermann, siendo obstinado trató por medio día de subir la primer cadena de montañas, pero estaba compitiendo contra la física y no logró hacerlo. Fueron forzados a rodear y hacer nuevos planes. Su madre decidió que le gustaría presentarlo al padre de ella que nunca lo había conocido y vivía en Contulmo. En el momento que su abuelo lo vio le dijo que había sido boxeador cuando era tan joven como él. Hermann inmediatamente notó la forma en que su abuelo estaba construido físicamente, y era claro ver que había heredado muchos de los atributos físicos que su abuelo poseía.
Tan pronto como regresó a casa, tuvo que encontrar la forma de ganar suficiente dinero para comprar partes para su exquisito Citroën que siempre se estaba rompiendo. Pintó su auto de negro y comenzó su propio servicio de taxi. Tuvo que hacer un cartel de taxi que pudiera quitar rápidamente en caso de que la policía lo viera, ya que no tenía permiso legal para hacer ese trabajo. Una vez, la policía lo detuvo antes de que pudiera esconder el cartel. Cuando se dieron cuenta de cuan joven era Hermann, y de que solo era un pobre chico tratando de hacer algo de dinero para sobrevivir, simplemente hicieron que los lleve una vuelta por la ciudad gratis y lo dejaron ir.
Otra vez, mientras estaba registrando los dólares con su servicio de taxi, encontró un huaso chileno que estaba peleando con dos oficiales de policía. El había recogido a tres clientes que inmediatamente entraron en pánico y huyeron cuando el caballo del huaso y su furgoneta cayeron sobre el prestigioso auto de Hermann. Con su esfuerzo y el del huaso, el caballo fue liberado de ser aplastado en el techo del auto, pero tuvo heridas por toda la conmoción. En ese momento el huaso se puso rabioso porque su caballo estaba lastimado y comenzó a gritar como Mel Gibson en “El Patriota”. Le quitó el arnés al caballo y lo liberó de la camioneta y comenzó a perseguir a los oficiales de policía como un loco enfurecido sobre su animal. Como todos miraban, los policías sacaron las pistolas, el huaso escupió en sus caras y los miró fijamente para desafiarlos. Los policías se atemorizaron cuando se abalanzó hacia ellos, amenazando pisotearlos con su caballo. Hermann observó como un policía motorizado vino en apoyo y comenzó a perseguir a este irascible hombre. “¡Nadie lastima mi caballo!” gritó con otra intensa selección de palabras. Él pisó el acelerador a fondo y fue por las vías del ferrocarril donde las motos no podían seguirlo y escapó como lo habría hecho Hermann y la multitud animó con emoción. Después de conocer a mi esposo por bastante tiempo, suena exactamente como algo que él habría hecho, pero discutiremos su locura más adelante.
Hermann siempre amó a los caballos. Una vez, justo antes de que yo tuviera una gran pelea en Nueva York, tuvo la brillante idea de ponerme a mí sobre el caballo más loco que había tenido. Después de haber resistido a ese animal salvaje que dijo que era tan manso, mi espalda estaba un poco dolorida. Pensé que no era nada serio cuando comenzamos juntos nuestro viaje a Manhattan para una de mis peleas. Cuando llegamos a destino, mi dolor de espalda se volvió más intenso. Pensé que era nada más por la caída, pero yo estuve enferma con fiebre y vomitando. Hermann me llevó a la sala de emergencias y descubrimos que tenía una doble infección de riñón. Estaba tan mal que ni me pude poner de pié, Hermann y yo inmediatamente nos fuimos de Manhattan y regresamos a casa. Llegamos a nuestro hogar el 11 de septiembre de 2001 y estuvimos discutiendo por haber perdido esta pelea por la que había estado entrenando tan duro. Luego estuvimos completamente conmocionados y confundidos cuando escuchamos acerca del ataque de terror del 911 que había sucedido justo en el momento en que llegábamos seguros a casa. Mi pelea estaba literalmente programada a la vuelta de la esquina de esto. Si nos hubiéramos quedado solo unas pocas horas más, habríamos estado exactamente en el medio de esta horrible tragedia. Ambos nos dimos cuenta que fue una bendición que me hubiera enfermado en ese momento. Jamás tuve una infección de riñón antes o después de esto, por lo que es obvio que estuvimos bajo la protección de Dios.
Los héroes adultos de Hermann eran Bruce Lee, Jackie Chan, y Martín Vargus de Chile. Nos sentábamos y mirábamos las peleas de Martín muchas veces y siempre nos asombrábamos. Al ser un boxeador y un fanático yo misma, Martín fue sin dudas uno de los mejores que he visto. Continuamos admirando perplejos el porque él no es asquerosamente rico y famoso.”¿Quién puede entender a este mundo loco?” Yo supongo que Dios quiso que él haga algo más valioso que lo que el dinero puede comprar. Tuve la oportunidad de conocer a Martín y ver que maravillosa influencia tiene sobre los chicos que él entrena en su gimnasio de boxeo. Solo espero que se den cuenta que están aprendiendo de uno de los mejores. No siempre necesitas un cinto alrededor de tu cintura para ser campeón. Martín Vargus lo tenía todo, y clasificaba al tope de mi lista igual que en la de Hermann, ¡y yo ni soy chilena! Estoy comenzando a hablar Spanglish, pero todavía tengo un largo camino. A propósito, ¡mi suegra chilena y yo nos llevamos genial! Supongo que no comprendernos totalmente crea una relación de afecto que la mayoría de las nueras nunca tienen la oportunidad de experimentar. ¿Quién más se lleva tan bien con su suegra? Aunque no la puedo entender, ella debe estar impresionada con mis brillantes habilidades culinarias. Digo esto sarcásticamente porque no sabía ni como hervir agua cuando me casé con Hermann. Una vez hice fideos en una tetera. Ella nunca olvidará las habilidades de alta tecnología que poseo, mientras murmura algo a cien millas por hora en español. No puedo entenderla así que supongo que me está elogiando. Una vez, produciendo sonidos similares a palabras en español mezcladas, traté de preguntarle en el almacén de autopartes cuantas puertas tenía en su auto. Entendió que estaba preguntándole cuántos culos tenía, lo que explicó porque la respuesta fue solo una y porque se estaba riendo a carcajadas. Supongo que necesito más trabajo en mi español.
Capítulo 12
Campeón Sudamericano de Kickboxing
Mirar las películas de Bruce Lee le dio a Hermann la idea de transformar el garaje de su madre en su propio gimnasio de artes marciales cuando era joven. Fabricó todo tipo de bolsas con sogas adheridas que colgó desde el techo para esquivar y patear. Artefactos al revés para abdominales y pesas caseras estaban por todos lados. Hizo un aparato casero de madera para elongar que se ve tortuoso. A veces Hermann entrenaba tres veces por día. “¡Yo hacía todo y más!” vocifera. “¿Por qué piensas que estoy sufriendo ahora?” pregunta sarcásticamente mientras no duerme de noche porque sufre de artritis. “Todo tiene un precio,” afirma con certeza. No hay un día ahora que no esté sufriendo algún tipo de dolor. Entrenaba en su gimnasio hogareño en la mañana, entrenaba en el gimnasio de Beltrán en Santiago, luego regresaba a Maipú a entrenar con Fernando Farías. En otras palabras, estaba entrenando todo el tiempo, siete días a la semana, empujando su cuerpo al extremo y sobre todos los límites.
Cuando Hermann entrenaba para la pelea por el título del campeonato sudamericano, cuando tenía diecisiete años, lo hacía a lo largo de todo el día por tres meses con Fernando Farías. Esta vez entrenaban uno a uno, con Farías enfocado solo en Hermann. Fernando es un excelente entrenador y una persona extremadamente generosa. Después de trabajar todo el día para sostener a su familia, va a un maloliente gimnasio de boxeo para contribuir con su conocimiento y para ayudar a los jóvenes pobres. ¿A cuántas personas conoces que haría todo esto sin el estímulo del dinero? Farías sabe algo que el dinero no puede comprar. Tú te vuelves feliz por vivir una vida que signifique algo. Hermann nunca olvidará como siempre lo ayudó desinteresadamente con este deporte.
Farías nunca tuvo que empujar a Hermann. Siempre estaba listo para entrenar y siempre hizo más de lo que Farías le pedía que haga. Recuerda que Beltrán le daba un discurso a sus compañeros de equipo, preparándolos para verlo perder esta vez. “Todos dicen que voy a perder. La única persona en el equipo que me apoyó y creyó en mí fue mi amigo Jorge Castro,” afirma Hermann. Sabía cuán duro estaba entrenando con Farías que siempre creyó en él. Y sabía que ganaría de todas maneras, no importa lo que la gente decía. Su oponente era un campeón imbatible muy conocido de Paraguay, y era un hombre adulto maduro de veinticinco años. Hermann que solo tenía diecisiete, recuerda que estaba en plena forma debido a las técnicas de entrenamiento de Farías. “Yo ni siquiera sudé durante esta pelea,” dice con orgullo. “Comencé con fuerza, arrojando todo con malas intenciones,” grita dramáticamente. El campeón probó no ser rival para el poder de Hermann ya que fue noqueado con una derecha en el segundo round. Hermann probó que todos estaban equivocados y rápidamente hizo historia, convirtiéndose con orgullo en el campeón de kickboxing sudamericano más joven.
Capítulo 13
Viniendo a los Estados Unidos de América
Hermann peleó con todos los oponentes de Sudamérica y fue constantemente victorioso. Defendió su título en trece oportunidades asombrosas y acumuló alrededor de treinta espectaculares victorias por knock-out en el kickboxing. Sin embargo, soñaba algún día convertirse en campeón del mundo y se fue desanimando. No había suficientes peleas en Sudamérica que fueran competitivas o válidas para él, ya que parecía que había vencido a todos. Por dos años trató de obtener una Visa para ir a los Estados Unidos de América, porque sabía que era necesario si quería perseguir su sueño. Después de su quinto intento en el Consulado de los Estados Unidos en Chile, la gente de la oficina ya lo conocía muy bien. Pensaba para sí mismo, sabiendo que Dios estaba con él, “esta vez las cosas serán diferentes”. En cambio, groseramente le dijeron que nunca se le concederían los papeles para su Visa y lo incentivaron fuertemente a nunca regresar. Sin embargo, como el perseguía sus objetivos tercamente, fue visto por un promotor de kickboxing que conocía a la gente correcta para que le concedan los papeles para pelear en los Estados Unidos de América. Una actuación de impresionantes knock-out en primera vuelta en Columbia fue el catalizador para finalmente ponerlo en camino a América y responder a sus plegarias.
Llegar a Estados Unidos fue para Hermann otra serie de montañas para escalar. Con tan solo la ropa en su mochila y cincuenta dólares en su bolsillo, tuvo que encontrar la manera de no solo perseguir su sueño, sino también de sobrevivir en un lugar extraño con personas que hablan un idioma diferente. Después de pelear en Miami y ganar rápidamente por knock-out en la primera ronda, decidió visitar a su hermana Evelyn que estaba viviendo en Atlanta, GA. Solamente en ese momento lamentó no haber aprovechado la oportunidad que previamente tuvo de aprender inglés. Una vez trató de decirle a una madre ocupada que su bebé estaba llorando. Después de varios intentos y de recibir extrañas miradas, eventualmente se dio cuenta que en realidad le había dicho a la mujer ¡que su bebé estaba loco! Estudiar inglés y aceptar trabajos humillantes tales como limpiar casas y también restregar baños sucios todo el día, fue el comienzo del difícil camino que tenía por delante. Al no tener auto u otro tipo de transporte, su hermana lo tenía que llevar al gimnasio Asas todos los días para que pudiera entrenar.
Un día mientras estaba entrenando en ese gimnasio, un campeón del mundo llamado “Chico de Oro” apareció con su entrenador buscando sparring. Por temor a este campeón, no había voluntarios hasta que Herman se ofreció con alegría. Todos en el gimnasio comenzaron a detener sus actividades cuando su sesión de sparring se convirtió en una zurra. Ellos se golpearon uno al otro a toda marcha por siete rounds cuando Hermann lo derribó con una patada con giro lateral. Se miraron las caras negras y azules e hicieron planes para entrenarse de nuevo el día siguiente. Hermann apareció como siempre listo para pelear, pero el campeón decidió que era mejor tomarse un día libre. Sin embargo, estaba el promotor del campeón, ofreciéndole una oportunidad que no podía dejar pasar. Desafortunadamente, como no podía hablar ni una palabra en inglés, no tenía ni pistas de lo que estaban diciendo hasta que llegó su hermana y le tradujo más tarde. Estaba más impresionado con Hermann que con el campeón establecido, y fue elegido para representar a los Estados Unidos de América en un importante espectáculo en Europa. Estuvo de acuerdo tan pronto como escuchó el ofrecimiento de mil dólares, ya que todavía estaba luchando financieramente. El viaje a Moscú fue interesante porque él era el único latino en representar a los Estados Unidos y no podía comprender ni una palabra de inglés. Al no tener ni idea de lo que sus compañeros de equipo y su entrenador estaban diciendo, se limitaba a sacudir su cabeza diciendo “sí” pretendiendo comunicarse. Las instrucciones que venían del rincón eran completamente insignificantes, porque no comprendía ni una palabra. Observó a cada uno de los americanos perder ese día, pero él regresó a casa como el único victorioso. La pelea fue corta, duró solo un round. Fue brutal para su oponente, ya que Hermann lo noqueó varias veces tan pronto como sonó la campana. Después de pulverizar a su oponente, con huesos rotos por las patadas circulares, lo terminó rápidamente con una dura derecha. Se convirtió en la estrella de inmediato, abriendo su camino en los diarios y también en la televisión una vez que retornó a los Estados Unidos. Su acto patriótico pronto llamó la atención de las personas en altas esferas. Legalmente consiguió sus papeles de ciudadanía como reconocimiento a sus peleas, algo que parecía imposible previamente en el Consulado en Chile. A cambio de sus papeles, se le requirió que pelee con la bandera americana junto con su bandera nativa chilena que él siempre representaba.
Una vez de regreso en los Estados Unidos, decidió quedarse con su hermana y continuar persiguiendo sus objetivos. Fue forzado a tomarse varios años fuera del kickboxing, haciendo dos trabajos día y noche para mejorar su posición financiera. Limpiaba casas durante el día y arreglaba autos rotos por la noche. Cuando finalmente reunió suficiente dinero para vivir en su propio departamentito, usó la playa de estacionamiento para arreglar todo tipo de máquinas rotas, autos y botes. Las habilidades mecánicas que aprendió en Chile fueron su llave para sobrevivir y hacer de su sueño una posibilidad. Sin tener tiempo para la vida social, pasaba día y noche entrenando y trabajando. Después de unos pocos años más de trabajar y ahorrar, acumuló suficiente dinero para rentar una casa con garaje. Allí es donde tuvo su primer taller mecánico. A diferencia del boxeo, el kickboxing nunca pagó lo suficiente para llevar una vida decente, así que transcurrieron algunos años más sin pelear para continuar ahorrando dinero.
Capítulo 14
Escuela de Aviación
Un día cuando estaba comprando partes para auto para su negocio, conducía por la carretera del aeropuerto y veía a los aviones despegar y aterrizar. Estaba fascinado con ellos y se estacionó para observarlos y estudiarlos. Pensó como podía operar todo tipo de equipo pesado, autos y camiones, e inmediatamente quiso agregar la habilidad de volar a su currículum. Todos le dijeron que no era posible porque no sabía hablar inglés. Su hermana tornó los ojos y le recordó su barrera con el inglés, encendiendo su obstinación les probó a todos que estaban equivocados. Nuevamente, díganle a Hermann que no puede y esto se convertirá en su misión de vida para hacer lo contrario. Fue a la Escuela de Aviación Peachtree Dekalb, solo para ser inmediatamente rechazado. Todas las pruebas eran extremadamente difíciles y requerían fluidez en inglés. Más determinado que nunca, comenzó a copiar páginas de libros en inglés todos los días y a leerlas. Regresó a la escuela unos pocos meses más tarde, cuando su inglés estaba mejor, y esta vez fue aceptado. Después de estudiar aviación por un año, se graduó como piloto y recibió el puntaje más alto en toda la historia de la escuela. Tomaron una foto de él y sus logros y la publicaron en la entrada de la escuela para que todos la vean. Lo mantuvo en secreto de su hermana, y ella no tenía ni idea que había sido aceptado en la escuela. Un día estaba paseando en el auto con ella, y se detuvo en la escuela de aviación. “Solo olvídalo, nunca entrarás en esa escuela,” dijo ella. Hermann despacito la llevó adentro donde no tuvo otra opción que ver su foto en la entrada. Sorprendida y llorando, le dijo que era especial y que tenía la gracia ante los ojos de Dios. Hacer lo que parecían logros imposibles había siempre sido de alguna manera parte de lo que definía a Hermann, no importa que barreras tenía en su camino.
Hubo muchos momentos hilarantes que recuerda de cuando estaba aprendiendo a volar aviones. Con su mínima barrera en inglés, ocasionalmente se le mezclaban las palabras. Recuerda que estaba sentado en su clase y el instructor les enseñaba que hacer si el avión se paraba. Confundiendo la palabra parar (stall) con robar (stole), estaba perplejo porque el instructor le enseñaba eso. “Yo le daré una paliza a cualquiera que quiera robar mi avión,” pensó para él mismo. Finalmente preguntó porque enseñaba eso, y cuando el instructor se dio cuenta que había mal interpretado palabras con sonidos similares, la clase completa comenzó a reírse histéricamente. Aunque Hermann producía momentos de risa incontrolable, todos comenzaron a notar cuan inteligente era y probó que aprendía más fácilmente que los otros estudiantes que habían hablado inglés toda su vida.
El instructor del primer vuelo de Hermann era un americano prejuicioso y arrogante que parecía que hablaba rápido a propósito para dificultarle la comprensión. Hermann se quejó con el dueño de la escuela y le dieron un instructor diferente que venía de Australia y que era paciente y le hablaba en inglés más lento. Poco después aprendió extremadamente rápido y pronto estuvo listo para volar solo por primera vez. Recuerda que estaba más nervioso para esto, que para su primera pelea por el título mundial. Solo en el avión, no había nadie con él que lo ayude si cometía un error. Rogó a Dios estar seguro y con nervios se miró en el espejo, sabiendo cuales serían las consecuencias si se equivocaba. Afortunadamente todo fue sin problemas y consiguió su licencia de estudiante piloto con facilidad.
Una vez que obtuvo su licencia de piloto, se le requirió volar cuarenta horas solo para conseguir su licencia de piloto privado. Después de completar su primer vuelo solo, comenzó su segundo vuelo que tenía el transponder que funcionaba mal. Despegó desde el Aeropuerto Peachtree Dekalb yendo al noroeste hacia la autopista 400. Cuando estaba a trescientos pies en el aire, la torre llamó frenéticamente y reportó que estaba volando a ocho mil quinientos pies y que estaba en curso de colisión con aerolíneas Delta. Sin saber que el transponder estaba defectuoso y que reportaba una altitud falsa a la torre, Hermann obedientemente siguió las instrucciones y comenzó a descender rápidamente. Empezó a entrar en pánico cuando comenzó a ver claramente las torres del perímetro junto a la autopista 400 que se acercaban más y más. Confundido, contactó la torre e informó que era inexperto y que éste era solo su segundo vuelo, pero estaba seguro que iba a chocar esas torres. Le reaseguraron que era un error y que estaba volando a una altitud segura de setecientos pies sobre el nivel del mar. Decidió confiar en sus propios instintos como era usual y comenzó a ascender tan rápido como fue posible. Su sincronización no pudo haber sido más perfecta. Apenas evitó estrellarse contra las torres, pasó tan cerca que incluso el tren de aterrizaje tocó levemente la parte superior de una de ellas. A pesar de las persistentes instrucciones desde la torre, Hermann le dijo que estaba haciendo una vuelta a casa de ciento ochenta grados y que algo no estaba bien. Suficientemente seguro, sus instintos instalados por su Creador salvaron su vida una vez más, permitiéndole superar otra situación imposible. Tuvo las agallas de decirle a los de la torre que estaban equivocados y confiar en sus propios instintos no fue fácil y fue muy riesgoso. Una vez que el avión fue inspeccionado, se encontró que tenía un transponder defectuoso, eso explicaba porque la torre le dio a Hermann instrucciones erróneas. Obviamente, si hubiera escuchado esas instrucciones y confiado en la torre ese día, no estaría vivo hoy para contarlo. Confiar en sus propios instintos que resultaron ser más precisos, le salvaron no solo su propia vida, sino también la de muchos otros.
Él quería continuar estudiando para ser un piloto privado, pero se dio cuenta que le estaba llevando mucho de su presupuesto. Esto no detuvo a Hermann, más bien lo estimuló a formular un plan. Fue a una vieja área de aterrizaje, con una pista de hierbas y vio un avión roto en un viejo granero. El Cessna 182 de alto rendimiento con una hélice de velocidad constante ha estado quieto por tanto tiempo que había gallinas poniendo huevos por toda la cabina. Hermann pudo comprarlo a un excelente precio, considerando que se había convertido en un gallinero. Todos los instrumentos eran antiguos y no funcionaban. Pasó las siguientes tres semanas juntando huevos y limpiando el avión. Una vez que le hizo una exhaustiva puesta a punto y sustituyó la batería, el motor ya podía arrancar. Sacó el panel de instrumentos completo, que estaba compuesto de una acumulación confusa de cables y mangueras que iban por todas partes. Pudo encontrar y arreglar una fuga de vacío para el instrumento de altitud del avión, el cual controla las vibraciones y la batería. Decidió llevar el avión al aeropuerto Peachtree Dekalb donde tenía los medios para completar el arreglo. Como todo estaba destrozado, se dio cuenta que necesitaba llevar a su cuñado para sostener los instrumentos de altitud y presión de aceite con sus manos así él podía verlos. La pista era corta con grandes árboles alrededor, así que no había lugar para errores. Después de asimilar tres veces despegaron con la hélice desbalanceada sacudiéndose y sonaba como que iba a explotar. Lo hicieron casi con las ruedas del tren de aterrizaje tocando la copa de los árboles. Hermann miró a Hugo, su cuñado que se había puesto completamente blanco, y deseaba no haber venido. “¿Estás seguro de que esta cosa es segura?” Continuó preguntando con más y más dudas. Para rematar el fiasco, la radio del avión no funcionaba, lo que requirió que Hermann lo aterrice con solo una señal del transponder.
Cuando Hermann vio las luces de colores intermitentes informándole aterrizar, también vio la FAA (Administración de Aviación Federal) que venía rápidamente con luces intermitentes y rodeaba la pista. Con la posibilidad de ir a la cárcel por volar el avión en las condiciones que presentaba, Hermann con muchos nervios trató de imaginar excusas razonables para decirle a la estricta FAA. Mientras luchaba para salir de todos los cables enredados en él, un oficial se acercó inmediatamente exigiendo saber porque aterrizó con solamente el transpoder. Tan pronto como el oficial vio a Hermann lo reconoció de la televisión y los diarios cuando ganó aquel torneo de Moscú. Resulta que era un gran fanático de las peleas, Hermann se sintió aliviado. Comenzó a distraer al oficial con historias de las peleas, causando que se olvide completamente de la condición del avión. Tan pronto como la FAA estuvo fuera de vista, extrajo el motor entero del avión y lo llevó al taller donde lo reconstruyó por completo. Tenía un amigo que conocía el tipo de trabajo que hacía Hermann y lo ayudó con el papeleo, permitiéndole completar la restauración del avión con sus propios conocimientos y habilidades mecánicas. También pudo alterar el carburador y el cronómetro lo que le permitió usar gasolina de automóvil lo que hizo que fuera más asequible para él volar. Ahora que tenía su propio avión, era posible para su presupuesto obtener su licencia privada, licencia de instrumentos y también su licencia comercial. Fue por todo el país con su avión reconstruido por él mismo para entrenar y por placer.
Hermann siempre confiaba en sus habilidades mecánicas para hacer mantenimiento él mismo en el avión para ahorrar dinero, haciendo asequible para él volar. Recuerda que una vez sacó la cola para poner una junta nueva entre la cola y el fuselaje. En ese momento particular, dos amigos de Columbia vinieron y con emoción se ofrecieron a ayudarle. Uno de los amigos tenía una esposa muy controladora que siempre se estaba quejando y estaba constantemente sobre él. Después de trabajar con Hermann por alrededor de tres horas, la esposa de su amigo comenzó a llamar sin parar cada minuto. Su amigo se avergonzó y se irritó, luego cometió el error de ponerla en el altavoz del teléfono donde todos pudieron escuchar. Ella comenzó a hacerle toda clase de acusaciones ridículas tales como que había ido a beber con sus amigos, de ser irresponsable, y que posiblemente la estaba engañando. Él con calma le dijo que solamente estaba ayudando a un amigo a reemplazar la cola de un avión, con eso ella se enfureció, maldijo y se puso completamente loca. Cuándo él se dio cuenta que todos estaban escuchando y riéndose a carcajadas, desesperadamente le pidió ayuda a Hermann. Obviamente ella no creyó la historia del avión, así que tuvo que ir, buscar una cámara y tomar fotos antes de que el muchacho se sienta suficientemente seguro para volver a casa. El petardo de su esposa estuvo forzada a calmarse y a disculparse una vez que vio las fotos, pero ya había causado un momento hilarante y caótico para su esposo que fue vergonzosamente burlado por un largo tiempo.
Hermann aprovechó cada oportunidad que se cruzó por su camino para aprender sobre aviación, amaba volar con pilotos experimentados con la intención de aprender de ellos. Una vez voló con un piloto experto de Australia que le recordaba a Cocodrilo Dundee. Le encantaba escuchar sus dramáticas historias, sus vivencias de vuelos y sobre la supervivencia en situaciones peligrosas mientras piloteaba aviones. Su amigo había volado por todo el mundo y tenía muchas experiencias, pero era mezquino a la hora de comprar combustible para su avión. Aunque Hermann se dio cuenta, y con respeto le indicó que apenas tenían combustible para llegar a su destino si todo iba perfecto, nada pudo parar a este piloto de duro corazón de volar como él quería hacerlo. Convencido con interesantes y dramáticas historias durante todo el viaje, despegaron sin combustible extra para el avión. Una vez que lograron una altitud de casi tres mil quinientos pies, se toparon con fuertes vientos de frente inesperados de casi treinta millas por hora. Sin poder cubrir la distancia que normalmente cubriría sin los fuertes vientos de frente, ellos apenas cruzaron el lago Lanier cuando al avión se le comenzó a agotar el combustible y a chisporrotear. Por ser un duro piloto de la vieja escuela, nunca consideró llamar por radio a la torre. Decidió aterrizar en un campo de papas que había visualizado en el momento justo. Fue un aterrizaje perfecto, excepto por una de las ruedas que golpeó una roca gigante, causando que el avión se voltee completamente al revés. El granjero del campo vino de inmediato a ver el espectáculo en su tractor. Era un caballero agradable, que ayudó a dar vuelta el avión con su tractor agrícola y lo arrastró hasta su entrada. Afortunadamente, el avión no se dañó, y el agricultor no se enojó para nada. Fue tan agradable y comprensivo, que le prestó dos contenedores para que pongan gasolina en el avión. Tan pronto como regresaron de la gasolinera, la policía estaba preguntando quién era el piloto de ese avión. En ese momento Hermann les aseguró a todos con orgullo que él no era, y dejó que su amigo disfrute la tensión del momento. Por suerte, la policía estaba entrenada con ese tipo de argumentos, y como no hubo daño y el agricultor no estaba enojado, les permitieron irse sin ser castigados. Además detuvieron el tráfico que venía de ambas manos en el camino más cercano para poder despegar. Hermann una vez más llegó seguro después de otro fiasco salvaje.
Una vez mientras estaba entrenando para obtener su licencia de instrumentos, decidió llevar a algunos miembros de la familia. Fue un vuelo a campo traviesa, que requería que despegue en Atlanta, GA y aterrice en Macon, GA antes de retornar a Atlanta. El clima al volar a Macon estaba clamo, por lo que fue un vuelo suave y agradable. Mientras esperaban que su libro de registro sea sellado, Hermann estaba abrumado por el hambre. Constantemente tenía la urgencia de comer a toda hora del día; avistó una máquina expendedora y comenzó a salivar. Sin tener autocontrol, eligió comer varios paquetes de galletitas de queso usando sus “únicos” y normales modales de mesa. De lo que no se dio cuenta en ese momento era que las galletitas estaban vencidas por un par de años, lo que hizo el vuelo de regreso memorable, por decir lo menos. Ya en el aire a sesenta y cinco mil pies, Hermann se sintió mareado y enfermo. Para sumarle a la situación, había mucha turbulencia en ese momento, y su cabeza le daba vueltas como una rueda de carro. Su sobrino comenzó a asustarse cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Sin conocimiento de cómo volar el avión, todo lo que pudo hacer fue ofrecerle a Hermann una bolsa para que vomite. Rápidamente la llenó con vómito, mientras de alguna manera al mismo tiempo piloteaba el avión. Le devolvió la bolsa a su sobrino y le dijo que haga algo con ella. Desesperado por el horrible olor, su sobrino abrió la ventanilla para intentar arrojar la bolsa. Hubiera sido una gran idea, si no fuera porque ellos estaban yendo a trescientas millas por hora. Tan pronto como soltó la bolsa, los fuertes vientos la aspiraron dentro del avión. La bolsa se abrió con facilidad esparciendo vómito a todos los miembros de la familia que estaban sentados atrás. Mientras todos estaban desesperados extrayendo restos de sus cabellos y de sus caras, el olor se volvió insoportable. Esto provocó una reacción en cadena de proporciones épicas, y todos comenzaron a vomitar incontrolablemente. Hermann recuerda que tuvo que limpiar vómito en todos los instrumentos para ver y poder continuar volando. Con todos golpeados por el pandemonio, rebotó en la pista tratando de aterrizar, lo que resultó en su peor aterrizaje. Aunque todos llegaron seguros, definitivamente fue el peor vuelo que recuerda haber tenido.
Después de que terminó su entrenamiento para todas sus licencias, decidió tomar un curso especial en acrobacia aérea. Se necesita un tipo de avión especial que permita hacer bucles, capirotazos y maniobras locas en el aire. Como siempre, Hermann impulsó las cosas más allá de los límites, porque esa es su naturaleza salvaje. Admite que se desmayó un par de veces, pero de alguna manera siempre activó sus sentidos a tiempo para recuperar la seguridad del avión. Especialmente amaba la adrenalina, y asustar a los demás hasta morir.
Un día le hizo una apuesta a su sobrino mientras estaban trabajando juntos en su taller mecánico. Hermann le daría el salario de una semana si volaba con él haciendo acrobacias y no vomitaba. Su sobrino ciertamente estuvo de acuerdo, pero Hermann agregó un último detalle importante. Primero tenían que comer una hamburguesa con queso triple completa antes de subir al avión. Hermann, con una sonrisa maliciosa, comenzó inmediatamente a girar, hacer bucles y capirotes haciendo el vuelo tan loco como fuera posible. Poco después, mientras el avión estaba al revés en el aire, la hamburguesa triple de su sobrino salió de él como un volcán en erupción. Cuando el avión se puso derecho nuevamente, el vómito fue enviado directamente a sus caras, cubriendo sus ojos y causándole escozor. Hermann terminó el vuelo y fácilmente ganó su apuesta, pero tuvo que raspar el vómito que había recubierto todos los instrumentos del avión. Lamento por quién lo tuvo que rentar después de eso, aunque lo limpiaron de la mejor manera que pudieron.
El vuelo de Hermann más peligroso que recuerda sucedió cuando estaba estudiando para su licencia de instrumentos. Este requería que vuele solamente mirando el instrumental en el interior del avión sin ver nada en el exterior. Recuerda que despegó para ir a Chattanooga, Tennessee desde Atlanta, GA en un IFR (Reglas de Vuelo con Instrumentos) a campo traviesa, que requería que pase sobre la cadena de los Montes Apalaches. La temperatura comenzó a bajar rápidamente, sin ninguna advertencia, provocando que las alas del avión acumulen gran cantidad de hielo. Esto es extremadamente peligroso porque cuando el avión tiene hielo sobre las alas pierde su aerodinámica, volviéndolo más grande y más pesado. Cuando el aeroplano se pone demasiado pesado, comienzas a perder altitud, y éste empieza a caer. Esta no es una buena situación, especialmente si hay montañas que no puedes ver a tu alrededor. Con temor de chocar la cima de una montaña, el avión de Hermann comenzó a caer a una razón de doscientos pies por minuto. Una vez que empezó a descender a trescientos pies por minuto, el instructor de Hermann le preguntó que debía hacer y lo puso a cargo de la situación con propósito de entrenamiento. Era la perfecta oportunidad de practicar en un momento de crisis. Inmediatamente puso el transponder en el modo emergencia y llamó Mayday. La Fuerza Aérea de los Estados Unidos respondió y le dio indicaciones sobre una pista de aterrizaje en una base de la fuerza aérea cercana donde pudo aterrizar seguro. Una vez que tocó tierra a salvo y salió, había una pila de hielo más alta que él sobre el avión. Aunque Hermann no era muy alto, definitivamente es mucho hielo para que peligrosamente se adhiera a la nave. Su instructor le dijo que tenía que quedarse allí y esperar hasta que las condiciones del clima cambien. Esto no le sentaba bien a Hermann, ya que la paciencia no es una de sus virtudes. Al no poder quedarse tranquilo como era usual, comenzó a formular un plan para poner al avión nuevamente en el aire y vencer las condiciones heladas. Tomó el vehículo de turismo del aeropuerto y fue y compró tres galones de anticongelante. Su instructor confundido se rascó la cabeza mientras observaba a Hermann esparcirlo sobre las alas. “Esto detendrá la acumulación de hielo,” con sabiduría le dijo a quien lo monitoreaba. Curioso como si su plan fuera a funcionar, su instructor pensó que la idea era brillante y regresó en el avión con él. Después que Hermann pidió autorización por radio para despegar varias veces, les aseguró diciendo, “¡Anticongelante Autozone sobre las alas, limpias y listas para despegar!” Con una pizca de sorpresa y conmoción en sus voces, finalmente le concedieron la autorización y despegó con confianza. El hielo inmediatamente comenzó a acumularse otra vez, pero se deslizaba suavemente, lo que hizo que su plan fuera un éxito. Cuando regresaron a salvo, el instructor impresionado le estrechó la mano y le dijo que era extremadamente inteligente, admitiendo que aprendió algo nuevo de él ese día. Una vez más, Hermann fue capaz de superar otra situación difícil que pudo costarle la vida.
Capítulo 15
Título por el Campeonato Mundial de 1994 de Tae Kwon Do
Después de tomarse un par de años sin entrenar, mientras todavía estaba en la escuela de aviación, vio en el diario que había un torneo internacional mundial de Tae Kwon Do que se celebraba en próximos días. Comenzó a pensar cuánto extrañaba las peleas y si sería capaz de ganar. Aunque no había entrenado nada por lo menos por dos años, y no tenía tiempo de preparase para este torneo, se puso en la cabeza que iba a entrar en el torneo y ganar de todas formas. Nuevamente, cuando algo está en la cabeza de Hermann, no hay nada que se ponga en su camino o le haga cambiar de idea. Tenía un amigo que tenía una escuela de Tae Kwon Do y le preguntó si podía unirse a su equipo en el torneo. Le dieron un cinturón negro de primer grado y le prestaron todo el equipo requerido para participar. Cuando comenzó a elongar antes de su primera pelea, él ya sintió calambres y dolor en sus piernas debido a la falta de preparación y por no haber entrenado por largo tiempo. Con un montón de equipo de protección pesado, comenzó el torneo peleando con un chico de los Estados Unidos. El primer round fue irregular porque Hermann apenas podía moverse por todo el equipo de protección que no estaba acostumbrado a usar. “¡No puedo mover toda esta mierda!” gritó con frustración. Preguntó si sería descalificado si se lo quitaba y peleaba sin él. Le dijeron que podía quitárselo y continuar, pero pensaron que estaba loco porque podía lastimarse mucho más fácilmente sin ella. Una vez que se liberó de toda esa armadura constrictiva, comenzó a moverse con facilidad y noqueó al americano rápidamente con una patada hacia atrás giratoria derecho a la cabeza.
Cuando estaba en el vestuario alistándose para la segunda pelea, le dieron severos calambres en la pierna como resultado de tanto tiempo sin entrenar y de inactividad. Cubrió las piernas con IcyHot, y sabía que si se movía y pateaba en la próxima pelea, no habría manera de que pudiera llegar a las finales. Peleó con un duro luchador brasileño, pero se apegó a su propio plan de pelea. Tan pronto como su oponente comenzó a arrojarle las patadas de fantasía por la que los brasileños son famosos, Hermann se mantuvo firme y devastó por completo a su oponente con una perfectamente cronometrada y fuerte derecha en el pecho.
Con sus piernas todavía acalambrándose por la falta de entrenamiento, tuvo que pelear con un luchador de Corea para las finales. En su rincón, como se daban cuenta que los calambres en la pierna de Hermann empeoraban, le aconsejaron no moverse y aporrear el cuerpo de su oponente con sus habilidades de boxeo. El plan funcionó perfectamente, y después de noquear al coreano tres veces con golpes al cuerpo, fue coronado con el Título del Campeonato Mundial de 1994 de Tae Kwon Do por knock-out técnico. Solo Hermann pudo hacer esto absolutamente sin entrenamiento o preparación, lo cual me saca completamente de quicio y prueba cuán especial y talentoso es.
Capítulo 16
Accidente en el Brazo
Cuando había finalizado completamente su curso de piloto, comenzó a enfocarse en el kickboxing nuevamente. Comenzó a entrenar con Dave Young en Kickboxing Clase Mundial. Practicó allí con un joven americano llamado Marshall y dos luchadores de Rusia con antecedentes en Kyokushinkai. Le gustaba mucho estos muchachos porque venían de la pobreza, eran extremadamente rudos y humildes. Estos jóvenes hombres lavaban platos toda la noche para ganarse la vida e inmediatamente iban al gimnasio a entrenar tan pronto como su turno terminaba a las cuatro de la mañana. Sin embargo Hermann, estaba impulsado con determinación y era siempre el primero en llegar al gimnasio y el primero en irse. Un luchador notó cuán duro Hermann estaba entrenando y le dijo que nada o nadie podría detenerlo o interponerse en el camino de sus sueños. Inmediatamente recordó lo que su entrenador Fernando Farías le dijo cuando tenía quince años después que le preguntó porque tenía que entrenar tanto por día. Él dijo, “Cuando tú no entrenas por un día lo notas, pero cuando no entrenas por dos días, las otras personas comenzarán a notarlo.” Una vez más Hermann empezó a entrenar todos los días al punto de vomitar como nadie, impulsándose más allá de los límites.
Peleó cuatro combates de boxeo para ponerlo a punto después de tan largo descanso, noqueando a todos los oponentes con facilidad en el primer round. Entonces sus sueños estaban por convertirse en realidad cuando recibió una llamada para un encuentro de preparación de kickboxing que lo conduciría a una oportunidad por el título mundial si se desenvolvía tan bien como se esperaba. Con sus sueños a instantes de cumplirse, lo impensable sucedió. Hermann fue a cenar con su estima bien alta y regresó a casa a ver su colección de armas por la que siempre se había sentido fascinado. Era cuidadoso de no dejar una bala en la cámara, pero no pensó en un doble control, sin tomar en cuenta que había otra persona en su hogar que podría ser curiosa. Cuando levantó su Llama 44, con alegría comenzó a girarla como John Wayne, como había hecho muchas veces antes. Esta vez sin embargo, el arma se disparó, provocando que casi se vuele su propio brazo izquierdo completo. Inmediatamente vio los dos huesos del antebrazo cortados a la mitad y éste oscilando sostenido solo por un pequeño pedazo de piel. Un chorro de sangre comenzó a caer por toda la habitación, y su esposa en ese momento se desmayó. Ella apenas pudo llamar al 911, conmocionada por lo que estaba viendo y por la increíble cantidad de sangre que había cubierto completamente el piso y las paredes, pintando toda la habitación.
Hermann tuvo nuevamente que pensar rápido en una situación difícil, de alguna manera arreglándoselas para hacer un torniquete que disminuya el sangrado con un pedazo de cable y un alicate que encontró cerca. Cuando los policías llegaron, se sorprendieron y les dio náuseas por la pintura de sangre que parecía reflejar una zona de guerra. Cuando los paramédicos vieron su brazo colgando por un hilo de piel y balanceándose, rápidamente trataron de ponerlo sobre una camilla y subirlo a la ambulancia. Él tercamente rechazó esto, y aunque era el peor momento para tratar de ser macho, erguido caminó hacia la ambulancia con la actitud de un guerrero. Hermann con orgullo recuerda cómo los paramédicos sacudieron sus cabezas con incredulidad y dijeron “¡Es realmente un guerrero!”
Hermann fue transportado inmediatamente al Hospital Northside donde no pudieron componer su brazo. Cuándo los doctores que estaban allí vieron la condición del mismo, inmediatamente quisieron amputárselo. Hermann, que estaba devastado por la realidad de perder su oportunidad al título mundial, sin esperanzas le dijo que sigan adelante. Sin embargo, había un doctor allí que no aceptó y le dio un atisbo de esperanza. Le contó sobre un excelente especialista de manos y brazos que era muy conocido y quería que lo transfieran de hospital. No tenía otras esperanzas más que la amputación, así que irónicamente le presentó al Doctor Pain, que probó completamente porque llevaba ese nombre. Lo primero que Hermann le preguntó fue si iba a amputarle el brazo. El Dr. Pain le aseguró que trataría de reconstruirlo, pero tendría que buscar otra profesión porque volver a pelear nunca sería posible. “¡No pueden imaginarse lo devastado que estaba! Estaba tan cerca de que finalmente mis sueños se hagan realidad. Me enfrenté no solo a perder mis sueños por los que tanto había trabajado durante toda mi vida, sino también a la posibilidad de perder mi brazo. Nadie puede comprender totalmente lo que tuve que pasar,” recuerda Hermann con lágrimas en sus ojos.
Hermann tuvo que soportar una serie de cirugías dolorosas para tratar de reconstruir su brazo. La primera operación que se llevó a cabo fue para volver a unir los huesos. Se necesitaron dos placas de titanio, dieciséis tornillos y un montón de cables. Los doctores tuvieron también que laboriosamente tomar algún hueso de la cadera izquierda y reemplazar el que la bala reventó de su brazo, de esa manera su brazo izquierdo no sería más corto que el derecho. Después de la primera cirugía, Hermann tuvo que usar un yeso que se extendía desde su hombre hasta sus nudillos. Recuerda que tenía correas atadas a sus dedos que tiraban de su muñeca, haciendo que estos permanezcan afuera con su mano constantemente abierta. Pocos meses después tendría una segunda cirugía para unir los músculos y tendones. Pusieron un nuevo yeso en su brazo similar al primero. La tercera intervención, llamada microcirugía, fue realizada pocos meses después para unir todos los nervios. Finalmente, algunos meses más tarde, se realizó una cuarta operación, esta fue una cirugía cosmética. Era necesaria porque a Hermann no le había quedado nada de piel en su antebrazo. La piel fue dolorosamente removida de la pierna izquierda e injertada en su antebrazo. Esta vez le pusieron un yeso desmontable que era similar a los otros, excepto que no tenía correas atadas a sus dedos. Hermann recuerda como se veía su brazo y la reacción de los demás cuando lo veían. “¡Se veía horrible! Todo lo que se podía ver era carne cruda y estaba todo hinchado como si hubiera tenido un globo adentro. ¡Cuando las personas vieron mi brazo, casi se desmayaron! Realmente parecía un monstruo,” afirmó Hermann. Los rayos-X de su brazo se encuentran en el apéndice I en la parte posterior del libro.
Hasta ese punto, Hermann no podía sentir nada en su brazo. Recuerda que se pinchaba por diversión porque todo estaba completamente entumecido. El Dr. Pain le dijo que continúe mentalmente tratando de mover sus dedos, pero era frustrante ya que los meses pasaban sin poder moverlos levemente o sentir algo. Recuerda vivamente el día que por fin sus dedos se movieron porque sintió un intenso y agudo dolor como nunca había sentido antes. Inmediatamente llamó al doctor y le dijo que este dolor era normal y que era causado por los tendones que se aflojaban después de estar congelados por largo tiempo. Con la sensibilidad que gradualmente regresaba a sus dedos y a su brazo por primera vez en casi un año, comenzó terapia física. Se acuerda que fue puesto en una máquina que cubría su brazo con maíz caliente todo el día. Luego se le requirió apretar un aparato con la mano derecha y también con la izquierda para ver la diferencia de fuerza y cuánto más tenía que continuar. Después de meses de ir a terapia y hacer varios ejercicios, llegó a tener la mitad de la fuerza de su mano derecha, así que le dijeron que necesitaba volver a ver el doctor. Hermann se emocionó y se llenó de ilusión. Inmediatamente comenzó a tener un atisbo de esperanza de volver a luchar nuevamente a pesar de las advertencias negativas del doctor. Lleno de anticipación, fue a su taller mecánico donde estaba su sobrino y le lanzó un gancho de izquierda. Aunque noqueó a su sobrino con la fuerza de su puño, estaba extremadamente dolorido. Como su brazo estaba hinchado, inmediatamente lamentó lo que había hecho. Después de ser examinado, notaron que tenía un tornillo quebrado, lo que requirió que tenga una cirugía menor para quitarlo. Después de anestesiar el área que necesitaba ser abierta, El Dr. Pain quiso cubrirle los ojos para mantenerlo quieto y calmado. Tercamente rechazó esto por supuesto, y observó al doctor cortar a través de capas de carne en su propio brazo. Con sorpresa, recuerda que el doctor agarró un destornillador regular y comenzó a destornillar el tornillo que había roto. Asombrado Hermann dijo, “¡Esto es como mi trabajo!” El Dr. Pain respondió, “¡Sí! ¡Nuestros cuerpos son máquinas también!” Se le advirtió severamente no golpear a nadie más, pero solo estuvo de acuerdo a medias, aún soñaba con convertirse en campeón mundial.
Capítulo 17
El Plan Maestro de Dios
Escuché decir que Dios trabaja de formas misteriosas, constantemente pone oportunidades en nuestro camino que aunque no somos conscientes preparan nuestras almas para cosas más allá de nuestra imaginación. Hay una idea de un pensamiento judío que se ha quedado conmigo, y es que la mano poderosa de Dios nunca para de crear. Si Él solo por un momento llega a bajar sus brazos, instantáneamente todo dejaría de existir. Esto me da esperanza y garantía que Su presencia divina aún está aquí y no nos ha abandonado completamente. Esto hace de cada respiro y cada momento de la vida una oportunidad para superar nuestros defectos, permitiendo algún día dar un paso más cerca para completar nuestro potencial de vida a imagen de nuestro Creador. “No es suficiente decir que Dios creó el mundo durante los seis días de la creación, su actividad creativa es continua, un infinito flujo de fuerza de vida. Esto es el porqué está escrito en el tiempo presente, que “Él crea oscuridad y forma luz,” más que en el tiempo pasado, que Él creó oscuridad y formó luz. Y esto se aplica al hombre también. El hombre que siente su propia presunción, y no reconoce que el Creador está constantemente llevándolo de la nada absoluta a la existencia, que llama aquel a quién Dios creó en el tiempo pasado. Esto es en contraste a una persona que reconoce la verdad de su existencia, que solo viene de Dios, constantemente. Esta persona se llama alguien a quien Dios crea.” (2) ¿Puede la oruga imaginar que algún día será una mariposa? ¿Quién sabe lo que Dios eventualmente continuará creando de nosotros? Incluso algunos errores que cometemos Dios los usa para bien, especialmente si podemos superarlos y aprendemos de ellos. Los caminos de Dios son más elevados que nuestros caminos, Sus pensamientos son más elevados que nuestros pensamientos. (3) Con suerte después de una vida pasada realizando y sobrellevando lo que cada uno necesita reparar para uno mismo, podemos dar un paso más cerca a lograr nuestro verdadero propósito y servir a nuestro Creador de una manera más significativa.
Creo que uno de los mitos religiosos más peligrosos es pensar que nuestro gran Creador omnipotente tiene atributos humanos, y nos ama con un amor comparado al amor humano. Cualquiera que honestamente lea la biblia y mire su propia vida debería claramente ver que el amor de Dios no sigue ninguna definición de los estándares humanos. El diseño Divino se dirige a ambos, la vida y la naturaleza, ya que ellas están llenas de privaciones, violencia, dolor y sufrimiento. Aún cuando las cosas van bien por un tiempo, algo viene que puede hacer de tu vida un desastre. La vida nos enseña que no importa cuán mal estén las cosas, tenemos que luchar constantemente para mejorarla.
En el famoso libro de Job, Dios simplemente permite que sucedan algunas cosas malas para el justo Job, probándolo con severidad y sirviendo como ejemplo para nosotros. (4) Después de sufrir y pasar todas las pruebas, Job fue recompensado en su vida, y su alma probablemente se elevará mucho más allá de lo que cualquiera de nosotros va a ser capaz de alcanzar. (5) Aunque nunca podamos comprender como opera lo Divino, hay numerosos reportes que nos llegan de individuos justos que tienen que penar y atravesar severos sufrimientos. Sin embargo es a menudo esa misma horrible experiencia la que puede hacer al individuo mejor y más fuerte, preparándolo para elevar su alma para un propósito mayor que va más allá de nuestro entendimiento.
Hermann nunca imaginó que este evento devastador que le sucedió, no solo cambiaría su vida para siempre, todo fue parte de la obra maestra de Dios de la que solo pudo darse cuenta y apreciar años más tarde. Dios tenía un plan para él, un plan que eventualmente funcionó por su bondad, a pesar de las aparentes circunstancias irremediables que estaba enfrentando. Una vez que atravesó este obstáculo, estuvo en camino para alcanzar no solo el destino de sus sueños, sino también para formar su alma para el propósito de nuestro Creador. Solo mirando atrás ahora puede darse cuenta que si las cosas hubieran sucedido de otra manera, no sería la persona agradable que es hoy. Esta experiencia no solo hizo su carrera en la peleas más significativa, sino que lo preparó para lo que actualmente está enfrentando hoy. Sin embargo, por ser humano y no darse cuenta que la mano de Dios estaba trabajando, Hermann estuvo a punto de entrar a una de las partes más oscuras y difíciles de su vida.
Capítulo 18
Luchando contra la Cocaína y la Lesión en el brazo
Cuando él estaba enfrentando la frustración de aún no tener nada de fuerza en su brazo izquierdo, y de tener un severo dolor cada vez que trataba de usarlo, uno de sus clientes de Columbia le dijo que tenía algo que lo haría sentir mejor y lo ayudaría a manejar esta circunstancia desafortunada. Hermann no tenía ni idea de cuán grande era el error que estaba cometiendo cuando probó la cocaína por primera vez. Ahora, en lugar de un problema mayor, rápidamente tuvo dos monstruos que enfrentar. Se volvió tan adicto a la cocaína que destruyó su propia nariz. Después de volverse más y más adicto, cometió un error más grande al fumarla, lo que es mucho peor. Cuando la droga comenzó a dominar su vida, empezó a perder el taller mecánico y el negocio por el que había trabajado tanto. “Las drogas abren puertas a otras dimensiones que no estamos destinados a ver,” testifica Hermann. Recuerda que creía que veía demonios, criaturas pequeñas y negras, que constantemente lo estaban observando. Lo que hace su teoría más interesante es que sus conocidos que también estaban usando cocaína, veían las mismas cosas. Si solo eran producto de su imaginación, ¿Cómo podían todos estar imaginando exactamente las mismas cosas? Todo lo que sabe con seguridad es que esta droga solamente abrió la puerta al demonio arruinando tanto su vida como la de las personas más cercanas a él. Tuvo que aprender de manera difícil porque Dios prohíbe tales cosas y cuán difícil es volver al camino correcto.
Curarse de su adicción a las drogas y de la traumatizante herida del brazo le tomó bastante tiempo. Cuando trabajaba, comenzó a forzarse a enroscar llaves inglesas con su brazo izquierdo, también a presionar una pelota de tenis durante todo el día para desarrollar fuerza. Los meses pasaron, y su brazo comenzó a recuperar fuerza, pero su adicción a las drogas se volvió peor. “Me sentí desesperanzado y no solo pensé en jugar a la ruleta rusa, en realidad lo hice varias veces. Por alguna razón siempre tuve suerte y el arma no se disparó cuando apreté el gatillo”. Hermann se da cuenta que es un absoluto milagro que Dios lo haya sostenido hasta este día y le haya permitido continuar su viaje en esta vida.
Harto de cómo iban las cosas, supo que necesitaba hacer algo drástico antes de que fuera demasiado tarde. Comenzó a entrenar una vez más mientras todavía batallaba contra la cocaína. Como lo expresa Hermann, “mezclar el bien con el mal.” Cuando estaba entrenando, sintió como si su mente y su espíritu estuvieran gradualmente curándose, dándole oportunidades para comprender cuán enferma se había vuelto su alma con la cocaína. Los resultados de usar esta droga comenzaron a provocar que Hermann tenga un problema después de otro desde todos los ángulos. Su relación con su esposa anterior se agrió, y comenzó a hacer una rutina regular el hecho de ir a la cárcel muchas veces.
Una vez después de haber desaparecido en una juerga de cocaína por tres o cuatro días, recuerda que no le permitieron entrar a su propia casa. Golpeó la puerta tan fuerte con su derecha que la atravesó haciéndole un agujero perfecto. Cuando la policía llegó estuvieron amenazados por la fuerza de sus golpes de puño. Arribó su hermana y creó un lío aún mayor, tratando desesperadamente de ayudar a su hermano de la manera que podía. Le dijo a la policía que había olvidado su medicación “mental” y los engañó llevándolo a una institución mental por la fuerza. Estuvo cerrado en una habitación de aislamiento por dos días, constantemente bajo observación. Finalmente pidió que le permitan salir al patio con varios otros pacientes psiquiátricos. Hermann nunca olvidó que vio a las personas más locas que había conocido, inclusive él mismo, y ahora ríe cuando piensa en esta experiencia difícil. Inmediatamente notó una pared de doce pies de altura que circundaba el patio, y comenzó en seguida a inventar un plan de escape. Astutamente notó que los bancos eran movibles y tomó uno y lo inclinó contra la cerca. Mientras todos los enfermos mentales excitadamente lo alentaban, él corrió hacia el banco, saltó y trepó la cerca. Casi fracasó porque uno de los guardias alcanzó a tomarlo de uno de sus pies. Instintivamente lo pateó en la cara y continuó su escape desesperado. Trepó por el techo donde era visto por la multitud de pacientes que lo aplaudían, levantó sus brazos y golpeo su pecho como Tarzán. “¡Los locos se volvieron locos!” se ríe Hermann, recordando como lo animaban durante ese momento graciosísimo. Pudo saltar a otro techo de otro edificio que estaba cerca de la calle, mientras escuchaba encenderse en la distancia el fuerte sonido de las sirenas y de las alamas. Saltó al suelo y se alejó, lo que resultó ser un escape memorable de la institución psiquiátrica.
Con su vida hecha un completo desorden, fue a ver al Dr. Pain por última vez para continuar tratando su brazo. Milagrosamente los rayos X mostraron que estaba todo sanado y finalmente se le permitió dejar de usar el yeso. Sin embargo, su brazo todavía estaba débil por la severidad del accidente, y se le advirtió una vez más que con mucho cuidado comience a trabajar con él y no levantar nada pesado. Su hermana Evelyn fue con él a lo del doctor y comenzaron a hablar y a discutir sobre todo lo que había pasado hasta este punto. Le dijo a ella, “Algún día seré un campeón mundial, ya verás. De alguna manera haré que suceda. Siento en el fondo de mi alma que esto es lo que Dios ha creado para que haga.” En ese momento cuando ellos estaban saliendo, su hermana Evelyn se inclinó y recogió una baratija que visualizó en el suelo. “Tú quieres decir como esto,” dijo, mientras lo colocaba en la palma de su mano. Asombrado miró y vio un pequeño y brillante globo terráqueo. Su corazón brincó cuando sintió que tenía el mundo entero en la palma de su mano, dándose cuenta sin dudas que era una señal directa de Dios para que continúe persiguiendo sus sueños. Cuando comenzó a llorar con mucha pasión, supo que tenía que hacer algunos cambios difíciles en su vida sin darse por vencido. “Nunca olvidaré ese momento especial,” rememora, y todavía usa la baratija alrededor de su cuello a donde sea que va, recordándole ese importante punto de inflexión en su vida. Le dijo a su hermana que no pensaba que podría superar su adicción a la cocaína a menos que pudiera liberarse de todos los problemas que había acumulado. Queriendo ayudar a su hermano como siempre, hizo planes para que vaya a Chile donde podría estar aislado en las montañas.
Capítulo 19
Contra Viento y Marea
Allí en la yerma Cordillera de los Andes, redescubrió sus raíces y estuvo vagando por dos meses completos en el accidentado entorno de las montañas andinas. Estar rodeado por la naturaleza y por el medioambiente creado originalmente para el hombre, Hermann pudo finalmente olvidarse de la cocaína. Cazar y sobrevivir de la tierra como lo hizo cuando era un joven muchacho lo ayudó a superar con confianza su adicción a las drogas. Un día mientras observaba a las montañas, algo indescriptible sucedió dentro de él. Anhelando estar más cerca de su Dios y Creador, finalmente decidió que ya había tenido suficiente y comenzó con ansiedad a regresar al tipo de vida que realmente quería y que Dios le había destinado vivir. Volviéndose a Dios por fuerza, se dio cuenta que su vida estaba en sus propias manos y que le tomaría trabajo junto a Dios superar completamente su adicción a las drogas que con mucha rapidez habían tomado control de su vida.
Listo para continuar con su vida, Hermann regresó a Santiago y fue a ver a Marcos Beltrán. Marcos le dijo que su sincronización era perfecta, y que ya tenía una pelea lista para él para la semana siguiente. Había un luchador de Cuba que necesitaba una pelea para ponerse a punto para estar listo para una importante oportunidad por el título mundial. Hermann estuvo de acuerdo pero inmediatamente lamentó su apurada decisión. Sin entrenar por años y apenas recuperándose del accidente de su brazo y de la adicción a las drogas, se preparó lo mejor que pudo en solo una semana con el entrenador Fernando Farías.
Tan pronto como la campana sonó para comenzar el segundo round, Hermann ya estaba completamente exhausto y respirando como si fuera un paciente de cáncer de pulmón. Su brazo estuvo palpitando con intenso dolor desde el momento que la pelea comenzó, pero estaba determinado a probar que los doctores estaban equivocados y a continuar con su carrera en la pelea. Su oponente estaba bien entrenado y en mucha mejor condición física, haciendo de ésta una noche extremadamente ruda para Hermann. “Aún hoy no tengo idea de cómo fui capaz de pelear ocho rounds completos,” confiesa. Con su brazo con un agudísimo dolor y agotado desde que la campana sonó, milagrosamente sacó otra victoria por su tenaz voluntad y a puro corazón. Tan pronto como la campana sonó para terminar la pelea que fue de ocho completos y agotadores rounds, Hermann comenzó a vomitar, temblar, y apenas podía estar de pié debido a su pobre condición física. Ganó la pelea, pero se dio cuenta cuánto le faltaba para dar lo mejor. “Estaba tan exhausto y con tanto dolor, que consideré no volver a pelear,” dice mientras recuerda cuán difícil había sido. Sin embargo, esta pelea era lo que necesitaba para volver a tener la confianza, y estuvo listo para recuperar el tiempo perdido.
Desafortunadamente, una vez que regresó a los Estados Unidos, estuvo forzado a enfrentar una acumulación de problemas que estaban todavía esperando por él. Su matrimonio no estaba funcionando y fue obligado a vender su avión por el que había trabajado tanto. Su última pelea tuvo a los medios de comunicación en Chile bastante conmocionados, así que decidió hacer otro viaje allá. Después de su aparición en televisión y de su entrevista en Chile, decidió que su sueño de convertirse en campeón mundial fuera una prioridad absoluta en su vida. Todo lo que había pasado hasta ese punto hizo que aprecie cada oportunidad que se le daba desde una perspectiva diferente. Sin querer otro momento de su vida, tomo cada chance para pelear, incluso en ocasiones aparentemente imposibles. Varios de los oponentes eran mucho más grandes y de varias categorías de peso por arriba de la de él, pero al final los derrotaba con facilidad. Con el mundo alrededor de su cuello y con verdadera fe en Dios en su corazón, Hermann estaba listo para continuar persiguiendo sus sueños de convertirse en campeón mundial.
Después de regresar a los Estados Unidos, comenzó a entrenar fuerte una vez más con Dave Young. Un viernes después de ejercitarse toda la mañana como era común, recibió una llamada de su entrenador para pelear esa noche. Había un equipo de luchadores de Laos que llegaban para pelear en un espectáculo, pero había un campeón de Tailandia que estaba sin oponente. Estos luchadores de Tailandia son conocidos en todo el mundo por sus fuertes patadas. Hermann aceptó la pelea aunque fue a último minuto y estuvo entrenando duro toda la mañana. Se designó a esta pelea como el evento principal con el campeón en solo unas pocas horas. Aunque a este encuentro se lo denominaba pelea de exhibición, esto solo significaba que no accedía a los registros. Sin embargo, el público esa noche estaba encendido por la emoción de esta pelea. Todos los otros luchadores de Estados Unidos desafortunadamente fueron vencidos, dejando a Hermann como la única esperanza de orgullo americano.
Tan pronto como Hermann vio a este campeón, no fue difícil notar sus piernas macizas, y sabía que iba a ser una noche brutal. El primer round Hermann fue sorprendido por incómodas y duras patadas izquierdas del zurdo que dolorosamente golpearon su costado una y otra vez. Pasó todo el primer round pensando qué iba a hacer con este problema, porque este tipo se había convertido en una pesadilla mayor. Aunque Hermann estaba bloqueando las patadas, eran extremadamente dolorosas porque cavaba su propio codo en sus propias costillas. Comenzó a pensar para sí mismo, “¿En qué diablos me metí?” Hermann rápidamente fue cortado con un cabezazo de su pesado oponente, y supo que tenía que hacer algo drástico diferente el próximo round.
Una vez que Hermann se dio cuenta que el luchador estaba haciendo lo mismo una y otra vez, decidió medir el tiempo a las repetitivas patadas izquierdas del zurdo con una fuerte mano derecha. Este campeón estaba aturdido cuando fue arrojado como un panqueque con un puñetazo perfectamente a tiempo. Se levantó y continuó, pero Hermann lo azotó todo el round, sacando ventaja con sus habilidades de boxeo superlativas. Los funcionarios decidieron detener la pelea, porque se dieron cuenta que Hermann estaba dándole una paliza al tipo insensatamente, sin ninguna esperanza de recuperarse. La multitud se volvió completamente loca. El pandemonio golpeó la arena como nunca antes. Las personas estaban gritando e iluminando en los asientos desde una punta del estadio a la otra. Fue uno de los momentos más emocionantes de su carrera de peleas que nunca olvidará.
Para su próxima pelea fue notificado solamente con unos pocos días de anticipación, tomando cada posible oportunidad de hacerlo pelear. Este combate es memorable para él porque fue la primera vez que su madre lo vio pelear. A pesar de los muchos campeonatos que había ganado previamente en toda su vida, ella nunca fue a verlo, por temor de verlo herido. Esta vez estaba presionada a ir porque Hermann aceptó esta pelea con tan poco tiempo de anticipación que no tenía a nadie en su rincón, ni siquiera para que le alcance el agua. Interesada y preocupada porque su hijo peleaba sin ningún apoyo, decidió ir a Chicago con él para ofrecerle su ayuda y respaldo como podía. Sin embargo, cuando ella vio la gran estatura física muscular del Campeón americano, comenzó a sentirse inquieta. Después se dio cuenta que era categoría peso completo por encima de Hermann sobrepasándolo en peso por más de veinte libras, entonces ella decidió esconderse detrás del edificio. Hermann tuvo que elegir a un voluntario extraño de las gradas para que le alcance agua en su rincón entre rounds. Por una gran brecha en el peso, esta pelea fue etiquetada como una exhibición a seis rounds, y fue dejada fuera de los registros también. Sin embargo casi se convirtió en una guerra que el público ciertamente nunca olvidaría.
Durante el primer round, la madre de Hermann decidió permanecer escondida detrás de la puerta. Ella no podía ayudar pero escuchaba a la multitud que se volvía loca por la conmoción de la pelea. Aunque había una gran diferencia en el peso, ellos parecían acompañarse perfectamente cuando se paraban balanceándose y asestándose duros golpes cara a cara. Su madre no soportó más y tuvo que ver que era toda esa escándalo que estaba escuchando del otro lado de la puerta. Hermann la vio parada adentro cerca de la puerta en el segundo round, observando muy quieta con una mirada desesperada y preocupada en su rostro. En el tercer round comenzó a acercarse haciendo su camino atrás de las gradas. Hermann se las arregló para mantener su mirada sobre ella, curioso de cuál sería su reacción al verlo finalmente pelear por primera vez. El cuarto round fue el más emocionante porque arrojó poderosamente a su oponente a la lona con una dura mano derecha. Cuando ambos se recuperaron para el quinto round de guerra, Hermann se dio cuenta que su madre se había movido nuevamente. Parado suficientemente cerca para escuchar el aliento de su madre ahora, Hermann se encendió con adrenalina en el siguiente round. Justo antes que la campana suene para el round final, se sorprendió de ver a su madre dentro del cuadrilátero dándole palmadas en la cara. “¡Vamos hijo mío! ¡Tú puedes hacerlo! ¡Tú puedes ganar! ¡Pelea más duro!” estaba gritando al límite de sus pulmones, llena de adrenalina y con una mirada bravía en sus ojos. La multitud se volvía alocada cuando Hermann dio puñetazos a este gran campeón durante todo el último round sin parar. Cuando sonó la campana, Hermann le asestó la última trompada que envió al campeón americano a la lona. La acumulación de golpes y el cansancio tomó lo mejor de su oponente. Tuvo que ser llevado por paramédicos y fue enviado inmediatamente al hospital. La pelea fue considerada un empate, ya que su oponente fue salvado técnicamente por la campana en su propia arena. La mamá de Hermann nunca más se perdió de ver pelear a su hijo después de ser testigo de lo guerrero que fue en esta memorable contienda en Chicago.
Poco después de esta pelea, a la esposa de Hermann le ofrecieron una oportunidad de trabajo que no podía dejar pasar. Él la apoyó e hicieron una larga mudanza a Connecticut. Encontraron un pequeño rancho, justo cerca de una reserva natural con cientos de millas de tierras vírgenes. Era el ambiente perfecto para que pudiera entrenar, le recordaba su tierra natal en Chile. Antes de entrenar cada día, había un lugar especial rodeado de montañas donde rezaba a su Dios y Creador. La forma en que el viento golpeaba las rocas producía un hermoso eco como sonidos musicales, y Hermann sentía como si hubiera una fuerte presencia Divina allí. Mudarse a Connecticut resultó ser una excelente jugada para su carrera en las peleas. Encontró un gimnasio de boxeo cercano donde conoció a sus socio entrenador Bennie Little. Bennie ya era un campeón mundial y le proporcionó a Hermann el sparring perfecto y las conexiones que necesitaba para lograr sus objetivos. Bennie le presentó a su entrenador y promotor, Jonás Nunus, quien resultó ser mitad chileno. Halló aprobación ante sus ojos, y comenzó a realizar combates cada sábado por casi dos años completos. Peleó en cientos de contiendas en Connecticut, el Bronx, Manhattan, Long Island, Rhode Island, Massachusetts, New Jersey y Canadá. Milagrosamente ganó cada pelea por knock-out en el tercer round.
Hermann hizo su vida en Connecticut trabajando como técnico hidráulico para una compañía llamada Tristate. Un viernes a la noche recibió una llamada telefónica mientras estaba en casa cenando. Había un puente importante que cruzaba el río Hudson en Nueva York que no cerraba. Aunque ellos tenían a las compañías más grandes con los ingenieros más instruidos en el área tratando de solucionar el problema, no tuvieron éxito y estaban desesperados. El problema se intensificó aún más cuando el embotellamiento en el tráfico excedió casi veinte millas en ambas manos del puente. Desesperados por una solución rápida, Hermann fue recomendado por su jefe que había visto su habilidad para arreglar maquinarias de todo tipo. Conmocionado por todo el escenario, vio con sorpresa un helicóptero que aterrizaba en su jardín para recogerlo y llevarlo hacia el puente. Una vez que aterrizó y se acercó al edificio donde estaba ubicado el panel de control, fue confrontado inmediatamente por muchos ingenieros prestigiosos que lo miraban con prejuicio y desdén. Con rudeza le preguntaron con el tono equivocado quién era él. Hermann rápidamente respondió, “Soy el que va a arreglar este puente.” Irritado por la arrogancia de los demás y por las miradas poco acogedoras, Hermann exigió un proyecto original e hizo que todos abandonen el edificio. Nadie lo desafió tan pronto como se dieron cuenta que hablaba en serio. Pasaron cinco minutos mientras Hermann observaba al complejo e interminable grupo de cables que llenaban la habitación en todas direcciones. Inmediatamente se dio cuenta que iba a necesitar ayuda de arriba para componer este problema e instantáneamente comenzó a rogarle a Dios sabiduría. En el momento que concluyó su rezo, notó una sobrecarga en el interruptor del circuito de seguridad que llamó su atención por alguna razón desconocida. Cuando abrió el panel vio dos cables que se habían desconectado. El puente comenzó a cerrarse tan pronto como los cables fueron unidos, permitiendo que el tráfico finalmente comience a moverse. La multitud de personas en el camino potencialmente rabiosas que estaban atascadas en el tráfico ovacionaron ruidosamente tan pronto como vieron la descongestión de un antagonizante embotellamiento. Fue rodeado inmediatamente por una multitud de ingenieros curiosos que querían saber cómo diablos había hecho para arreglar ese puente. Simplemente les dijo, “¡Yo no lo sé, y ustedes nunca lo sabrán tampoco!” Hermann sabía muy adentro de su alma que fue porque Dios siempre estaba con él, pero se mantuvo en silencio cuando el helicóptero lo bajó de regreso en su propio jardín.
Capítulo 20
Campeón Peso Medio Liviano ISKA del Noreste de E.E.U.U.
Poco después, Hermann finalmente tuvo la oportunidad de pelear por el Campeonato de Kickboxing de Peso Medio Liviano ISKA del Noreste de Estados Unidos contra un rudo campeón canadiense. Este campeón era muy atlético y muy educado y sabía de que se trataba esto. Torpe y zurdo Hermann estaba frustrado y claramente perdió los dos primeros rounds. El tercer round fue desparejo ya que comenzó a ajustarse a su estilo torpe. Sin embargo, su oponente lo golpeó con una patada circular izquierda devastadora que le rompió dos costillas justo antes de que la campana suene para finalizar el cuarto round. “Sentí una electricidad dolorosa desde la punta de los pies hasta el cuello,” recuerda. Cuando se sentó en su rincón antes de comenzar el quinto round, Jonás había visto los efectos de la última patada sobre la cara de Hermann. “¡Estás jodido. Voy a detener esta pelea!” Jonás gritó, sacudiendo su cabeza mientras estaba por arrojar la toalla. Hermann obstinadamente le dijo, “¡Prefiero morir a que tú detengas esta pelea HDP!” “¡Bueno, deja de jugar y muéstrame algo!” chilló Jonás. Cuando la campana sonó, Hermann se dio cuenta que no podía pararse por sí mismo y Jonás tuvo literalmente que levantarlo y empujarlo para que entre en el cuadrilátero.
Hermann, que tenía el temperamento de un volcán en explosión, comenzó con mucha pasión a hurgar muy profundo dentro de su alma. Como la adrenalina y la pura obstinada voluntad se hizo cargo, se olvidó del dolor e hizo que ganar esta pelea fuera la misión de su vida. Aunque le dolía todo, sus atributos tenaces instalados en él lo urgieron a continuar peleando hasta el octavo round, sin abandonar. Después que la campana sonó para el noveno round, Hermann se las arregló para llevar al rincón al rudo campeón canadiense con sus excelentes habilidades de boxeo. Después de desgastarlo con fuertes golpes al cuerpo, Hermann dio un paso hacia atrás y arrojó la patada circular derecha más perfecta que había dado jamás. Poner todo el esfuerzo y su peso en la fuerza de esa patada llevó a un único resultado. Cuando el campeón canadiense bloqueó la patada con su antebrazo, la fuerza de la misma resultó ser muy difícil de controlar. Los huesos del antebrazo se destrozaron y se dividieron en dos, permitiendo que la patada penetre y también le quiebre dos costillas. Como el brazo del campeón colapsó y estaba balanceándose inerte en una posición antinatural, era claro ver que no podría continuar. Cuando Hermann estaba siendo coronado con el Título del Campeonato de Kickboxing de Norteamérica, la multitud comenzó a gritar “Wolf” (lobo) una y otra vez. Hermann se inclinó y le preguntó a Jonás, “¿Qué significa “Wolf”? ¿Por qué todos aquí me llaman así?” Jonás le explicó que el lobo pelea hasta la muerte y jamás se da por vencido, aún si debe morir. El público, viendo su valiente actuación y en la forma que peleó hasta el final le dieron el honor de llamarlo “Lobo”. Inmediatamente le dijo a Jonás, “Bien, si voy a ser un lobo, voy a ser un lobo blanco.”Así es como Hermann obtuvo su nombre de batalla “Lobo Blanco” y fue llamado de esa manera desde entonces en el cuadrilátero.
Capítulo 21
Título USKBA Peso Supermediano del Campeonato Norteamericano
Ganar tantas peleas rápidamente le valió una reputación que no lo beneficiaría. Pronto todos los que celebraban un título eran conscientes de la ruda reputación de Hermann y evitaron pelear con él. Esta desventaja lo dejó en una calle sin salida y enfrentó un largo período de tiempo sin ninguna pelea. Había un cierto promotor llamado Marshall que vio muchos de sus combates. Siempre lo estaba felicitando y prometiéndole una oportunidad por el título del mundo algún día. Este promotor era presidente de USKBA en aquel momento, y comenzó a darle a Hermann todas las peleas difíciles que nadie quería aceptar. Con alegría consintió a todas y siempre salió victorioso a pesar de posibilidades inventadas contra él.
Este mismo promotor se encontró en un aprieto por un gran espectáculo en Boston programado para la semana siguiente. El campeón popular de los principales eventos estaba varado sin oponente. Con tan poco tiempo de aviso para luchar con tan rudo campeón, encontrar un reemplazo sería casi imposible. La oferta lanzada a Hermann era un poco ridícula, esto demostraba cuán desesperado estaba el promotor. El campeón era un muy conocido peso supermediano, mientras que Hermann era meramente un peso welter. La gran brecha en peso y el corto preaviso le dieron a él escasas chances de ganar, así que el promotor trató de engatusar a Hermann dándole un trato malicioso. Prometió darle una oportunidad por el título del mundo en el próximo gran show si aceptaba esta pelea y ganaba. Él, consciente de los trucos del negocio, fue inteligente y lo hizo poner por escrito con testigos y un notario. El promotor estuvo de acuerdo porque creía que no podría ganar. En realidad, no había nadie que creyera que podía ganar esta pelea, y todos le dijeron que estaba loco aún por probar. Sin embargo, esto lo hizo más determinado, alimentando su naturaleza obstinada. Estaba más confiado que nunca, y era una ventaja para él no tener que preocuparse por lograr el peso. Comía lo que quería, se sentía fuerte, y tuvo la mejor actuación de toda su vida.
Hermann no solo ganó esta pelea que se suponía iba a perder, sino que retiró de por vida al muy conocido Campeón de Peso Supermediano conocido como “Dragón Latino”. Hermann arrojó al gran campeón seis veces con golpes mayores que conmocionaron completamente a la multitud. En ese punto, rogó al árbitro que detenga el combate por temor a que él mate al campeón, pero no aceptó. Después de cada noqueo mayor, el campeón, de voluntad fuerte y dura, se levantaba y continuaba, pero las consecuencias serían un retiro temprano. Fue llevado de urgencia al hospital después de la pelea, claramente en mal estado por recibir tantos golpes duros. El escaneo cerebral mostraba que tenía un daño por un severo golpe en esta lucha, forzándolo a retirarse de este brutal deporte. “¡Este deporte no es como el tenis!” afirma Hermann, bien consciente de los riesgos que toma cuando entra al cuadrilátero. Hermann fue coronado con el título del campeonato norteamericano de kickboxing de peso supermediano USKBA.
Su camino para convertirse en campeón mundial se volvió aún más largo. El promotor le dio a Hermann una vuelta, y solo le ofreció una oportunidad para el título del mundo ridículamente por encima de su categoría de peso. Hermann declinó, sabía muy profundo en su alma que era solo cuestión de tiempo antes de que finalmente tenga la oportunidad de hacer su seño realidad. Sabía que tenía que prepararse al máximo, así que apasionadamente comenzó a entrenar más fuerte. Hizo pesas para su pecho para subir corriendo las colinas, como hacía cuando era un joven muchacho. Trozó madera y se la colocó alrededor para entrenar. Su compañero de carreras era su caballo que con lealtad iba a su lado como si fuera un perro. Mientras se preparaba vigorosamente para la oportunidad por el título del mundo que había esperado durante toda su vida, mantuvo la promesa de su infancia al entrenador Farías. Él llevó a Fernando a los Estados Unidos para que lo prepare para algo que había comenzado hace años. Ahora, estaba en su mejor momento, a los treinta años de edad y se sentía imparable.
Capítulo 22
Convirtiéndose en un Campeón del Mundo
Finalmente, con mucha paciencia, su oportunidad vino de manos de otro productor que armó un gran evento en Long Island, Nueva York. Hermann fue programado como la primera pelea por el título del mundo contra un campeón de Italia. Sin embargo, las cosas no salieron como él lo había soñado apasionadamente. El oponente italiano se acobardó en el último minuto después de darse cuenta en contra de quien estaba peleando. El campeón fue despojado de su título y Hermann de repente fue coronado campeón del mundo. Frustrado y desilusionado, tiró el cinturón a la basura. Aún en estos días con todos sus títulos y campeonatos, la mayoría de las personas no saben que posee ese título porque no le gusta mencionarlo con nadie. Aunque él mismo no se consideró como ganador de ese título mundial, no fue todo en vano. Provocó que la televisión de Chile se interese en su entrenamiento y en su carrera, que filmó la vida del “Rocky chileno”. La televisión de su país lo siguió por seis meses, filmando sus entrenamientos y su vida en Estados Unidos, también lugares importantes de su pasado en Chile. Hermann estaba bajo presión por la compañía televisora porque si perdía la oportunidad al título del mundo, todo su trabajo de filmación habría sido para nada.
Después de que la televisión chilena fuera testigo de sus únicas y severas técnicas de entrenamiento por seis meses, a Hermann le llegó otra chance para un título del mundo de otra asociación. Tuvo que pelear con una categoría der peso por encima de la suya, pero decidió que no podía dejar pasar esta oportunidad que había esperado por tanto tiempo. El campeón americano demostró no ser rival para el bien entrenado “Lobo Blanco” y fue noqueado en solo dos rounds. La derecha poderosa de Hermann una vez más demostró ser demasiado para que su oponente lo soporte. Fue coronado con el Título Mundial de Peso Mediano Junior PKS del Campeonato de Kickboxing. Finalmente logró que su sueño de campeón del mundo se realice de la manera que siempre lo imaginó. Lograr el objetivo por el que trabajó tan duro durante toda su vida le permitió vivenciar algo especial que la mayoría de la gente nunca llegará a experimentar. Sin embargo, Hermann dice, “Siento más placer por el trayecto que por el título en sí mismo. Todo el dolor y la superación de las circunstancias difíciles es lo que en realidad hacen que el campeonato del mundo sea significativo.”
Poseer un cinturón del título mundial en su cintura le hizo sentir que tenía una gran responsabilidad que defender. Dice que de alguna manera se convirtió en un luchador dos veces bueno porque su confianza le aseguró sus capacidades. Mientras Hermann estaba en Chile haciendo apariciones televisivas, se detuvo en un gimnasio que lo estaba patrocinando para entrenar. En un rincón notó a alguien saltando la soga con una sola pierna. Esto le llamó la atención porque estaba aislado y enfrentando la pared. Inmediatamente se identificó con este hombre porque cualquiera que esté tratando de acercarse a Dios y de alejarse de ciertas cosas en el mundo a menudo se puede sentir como un extraño solitario. Con curiosidad, Hermann se acercó y se dio cuenta que era su amigo de la niñez y compañero de entrenamiento Enrique. La vida le había hecho atravesar un momento difícil por decir poco. Cuando Hermann se reunió con su amigo de la infancia, supo que tuvo un accidente de moto que le provocó la pérdida de su pierna. Ese mismo mes, alguien asesinó a su esposa y perdió su gimnasio y su negocio también. Su corazón se acercó a Enrique y pensó como podría ser capaz de ayudarlo. Hermann habló a una gran empresa llamada Carrefour y organizó una exhibición. Estuvo de acuerdo en pelear con los cinco mejores luchadores de Chile, no importaba que categoría de peso fueran, si Carrefour le compraba una pierna ortopédica a su amigo Enrique. La compañía aceptó verbalmente mientras Beltrán proporcionó los combatientes que iban desde peso ligero a peso pesado. Hermann peleó con todos en este show rotando a los diferentes luchadores sin parar por diez rounds. Estimulado para ayudar a Enrique, montó un excelente espectáculo para el gran público chileno. Después del evento, le fue requerido atender sus responsabilidades en Estados Unidos, y debió regresar inmediatamente para comparecer ante la corte por el divorcio. Después que la separación legal de su anterior esposa había concluido, regresó a Chile y se sintió defraudado cuando supo que Carrefour no mantuvo su palabra. Abastecieron a Enrique de comida, pero no le compraron la pierna ortopédica que se habían comprometido a comprar.
Capítulo 23
Madison Square Garden
Después de su estadía en Chile, Hermann trajo nuevamente a su entrenador chileno Fernando a los Estados Unidos para que lo ayude a preparase para la pelea más grande de toda su carrera. Tuvo la oportunidad de pelear por el tercer título del mundo por la más prestigiosa asociación de kickboxing en Madison Square Garden. En toda la historia de Chile, solo tres atletas tuvieron la ocasión de pelear allí. Hermann estaba a punto de hacer historia como el único chileno en pelear en Madison Square Garden y salir victorioso. Programado como el evento principal, se le pidió enfrentar a un campeón invicto de República Dominicana. Esta pelea fue transmitida en vivo por muchas estaciones de televisión tanto a través de los Estados Unidos como también de Chile, haciendo de su actuación una noche inolvidable.
Entrenó de manera diferente para esta pelea porque sabía que tenía mejor oportunidad de ganar con velocidad. En lugar de usar pesas como era usual, su entrenamiento físico involucró muchas carreras estilo fartlek. Fartlek significa “juego de velocidad” y es un método de entrenamiento sueco que requiere que corras fuerte por una buena distancia, luego momentáneamente aminorar para recuperarse para una nueva distancia. Esta técnica estratégicamente simulaba la forma en que necesitaba pelear con este específico luchador de la manera más efectiva. Entrenar su cuerpo para que se acostumbre a las carreras de velocidad en esas distancias, lo preparó para disponer de combinaciones de velocidad, entonces podría ir hacia atrás y rápidamente recuperarse antes que la próxima combinación rápida fuera liberada. “¡Estuve comiendo rayos y cagando truenos para esta pelea!” Afirma Hermann mientras se reía.
Su plan de juego eventualmente resultó ser exitoso, pero su oponente no era un pobre tipo. Con los ojos negros y azules de Hermann por las muchas combinaciones del campeón, perdió los primeros tres rounds por puntos. Fernando comenzó a impresionarse y a entrar en pánico. “Relájate, ésta es mi estrategia,” le dijo a su amigo. ¡Estrategia mi culo! ¡Deja de juguetear!” gritó Fernando con impaciencia. El cuarto round tiró nada más que duras patadas circulares al cuerpo del campeón e inmediatamente comenzó a disminuir la velocidad. Sabía que tenía la pelea bajo control cuando escuchó flatulencias del campeón al ser noqueado y expresiones dolorosas en su cara. Continuó su feroz ataque al cuerpo durante toda la quinta ronda. Cuando el round estaba casi terminando, Hermann arrinconó al campeón y soltó peligrosos golpes al cuerpo que provocaron que el oponente se agache. Justo antes de que suene la campana, Hermann depositó un gancho izquierdo que desorientó completamente al rival. Fernando estaba sonriendo en el rincón esta vez. “¿Qué te dije?” le dijo con confianza. “Solo termina, así podemos ir a casa,” rogó su compañero. Una vez más Hermann comenzó a dar rienda suelta a fuertes patadas en las costillas del campeón que lo hicieron temblar y gemir de dolor. Sin aire, el campeón lanzó un gancho sin energía que Hermann esquivó fácilmente con sus excelentes movimientos de cabeza. El respondió con no más de un letal gancho de la izquierda, la que los doctores le dijeron que nunca podría usar, dejándolo inerte colgando de las sogas. Sin esperar al árbitro, le lanzó una combinación de diez trompadas veloces que no le dieron chances a su oponente de recuperarse y continuar. Mientras su rival era sacado exánime del cuadrilátero por los paramédicos, Hermann era coronado con el título Mundial de la Organización de Profesionales en Artes Marciales del Campeonato de Kickboxing de Peso Súper Medio. Hermann le envió al Dr. Pain el video de su hermoso gancho izquierdo y le agradeció por salvar su brazo y hacer que sus sueños sean posible.
Capítulo 24
Cuarto Título del Campeonato Mundial
La importancia de esta prestigiosa pelea en el Madison Square Garden, capturada en vivo por muchas renombradas estaciones de televisión, le brindó a Hermann varias oportunidades de aparecer en programas de televisivos famosos como Sábados Gigantes de Don Francisco. Después de este viaje regresó a los Estados Unidos aún motivado por realizar más con su carrera de kickboxing. Comenzó a entrenar en el Gimnasio de Boxeo Águila, donde tuvo una experiencia que le cambió la vida y conoció a la mejor compañera de entrenamiento. ¡Esa fui yo por supuesto! Corríamos juntos antes de ir al gimnasio para hacer nuestro trabajo en el cuadrilátero. Una vez yo comencé rápido, y Hermann que batallaba para seguirme, empezó a quejarse sin parar. “¡Ve más despacio!” Gritó toda la primera milla. Entonces lamentó haber injerido previamente comida china en el almuerzo, y su estómago comenzó a sentirse molesto. Tuvo la urgencia instantánea de “hablar por el gran teléfono blanco”, entonces comenzó a correr tan rápido que apenas podía verlo a la distancia, aunque yo estaba practicando carrera veloz. Corrió esa milla tan rápido, que lo observé irremediablemente esfumarse ese día, mientras rompía su propio record personal de velocidad. Mucha gente no se da cuenta que no solo es poderoso, sino también extremadamente rápido. “Es el golpe que nunca se ve venir el que más duele,” cita con seguridad.
Poco después que comenzamos a entrenar juntos, recibió la oportunidad de pelear por el cuarto título del mundo en Doraville, GA. No hay mucho que decir sobre esa pelea porque nunca le dio al campeón americano de seis pies de altura la chance de estar parado por mucho tiempo. Todo lo que recuerdo es a Hermann noqueándolo con fuertes patadas de la espinilla al cuerpo, y a su oponente cayendo a la lona tantas veces que ambos perdimos la cuenta. Y entonces, terminó la pelea de manera hermosa, con una patada de fantasía circular hacia atrás perfectamente cronometrada al estómago. Hermann terminó con el tipo tan fácilmente, que en realidad yo no me di cuenta que era una pelea por el título mundial hasta años más tarde. Hizo que este imbatible campeón mundial se vea como un luchador amateur que no había estado nunca en el cuadrilátero antes. Fui testigo de la pelea por el cuarto título del mundo y honestamente pensé que solo era otra pelea regular porque Hermann la ganó con demasiada facilidad. Después de esta rápida victoria, fue coronado con el título del Campeonato de Peso Medio de la Federación Mundial de Kickboxing Junior. Acumuló tantos cinturones y títulos de campeonatos que son difíciles recordarlos a todos.
Después de ganar su cuarto título de campeón mundial, decidió montar un espectáculo en Stone Mountain, Georgia. La temática de este evento era Chile contra los Estados Unidos, y al cual él trajo los tres mejores luchadores de Chile, dándoles a sus compatriotas una oportunidad de pelear por el título del campeonato de Estados Unidos en sus respectivas categorías de peso. Desafortunadamente, Hermann experimentó su primera derrota en su récord perfecto por decisión dividida de los jueces de esa noche. La pelea fue tan pareja que debió haber sido un empate, pero los jueces de esa noche particular estaban a favor del rudo campeón americano Eric Marshall. Luis Mana fue el único chileno victorioso, ya que el torneo estuvo dominado por los americanos.
Poco después que este torneo terminó, Hermann y yo nos casamos en un cuadrilátero de boxeo y fuimos a Cancún, México para celebrar. Mi esposo tenía la loca idea de tener otro encuentro con Eric Marshall durante la misma semana, la cual no fue una de sus mejores ideas. Después de una semana entera de beber margaritas, ambos tuvimos las peores actuaciones de nuestras vidas, y ambos fuimos derrotados en ese torneo. Lo que debió haber sido otra victoria por knock-out para Hermann, se convirtió en otra derrota por puntos ante los ojos de los jueces. Depositó una perfecta y legal patada lateral circular en el estómago de su rival en el cuarto round que rápidamente lo envió a la lona, pero fue considerado un golpe bajo por el funcionario. Después de ver la patada en una grabación, era claramente legal, pero el árbitro ya había cometido un error irreversible. Después de que se le permitieron varios minutos para que se recupere, el campeón americano Eric Marshall se consagró victorioso nuevamente por decisión del juez.
Sin estar seguro de qué más buscar en su carrera de kickboxing, decidió pelear con Aaron Sharky por el título del Campeonato Continental y montó un show para sus amigos compatriotas en Chile. La televisión chilena puso la emoción de los combatientes en el aire inmediatamente con entrevistas en vivo de ambos luchadores chilenos. El héroe de Hermann, Martín Vargas, envolvió sus manos antes de la pelea, lo cual hizo la noche aún más especial y significativa. Estar en Chile junto a sus compatriotas hizo que la adrenalina bombee con fuerza por sus venas cuando la campana sonó y comenzó el primer round. Aunque audaz y valiente, no fue una noche fácil para Aaron Sharky. El primer round fue brutal ya que fue golpeado con un duro gancho izquierdo, que lo envió momentáneamente a la lona. Implacable, Sharky continuó pero fue rápidamente golpeado con un duro y rígido codazo, deteniéndolo en seco. Una vez más, rehusó abandonar después de ser pulverizado por una dolorosa patada giratoria. Hermann terminó la pelea de manera fantástica en el segundo round con su único y personal estilo. Mientras agitaba su mano derecha en el aire como un vaquero urbano, Hermann continuó con un gancho izquierdo estilo Hollywood que dejó a Sharky incapaz de continuar. Aunque obtuvo la victoria fácilmente, todavía hoy elogia a Sharky por su coraje y valentía.
De regreso a casa, decidimos probar nuestra suerte con el boxeo ya que el kickboxing no nos trajo muchas ganancias financieras. Personalmente lo observé noquear y con facilidad dominar a muchos campeones de boxeo durante las sesiones de sparring en varias ocasiones. Hermann claramente tenía todas las herramientas y el talento para ser un campeón en el deporte del boxeo también. Desafortunadamente, este es un deporte controlado por “a quién conoces” en lugar de “lo que sabes”. Nadie peleó con Hermann por sus éxitos anteriores en el kickboxing, sin embargo la comisión de boxeo no le permitiría luchar contra un boxeador experimentado. Un ex campeón del mundo llamado Homer fue el único lo suficientemente valiente que por lo menos trató de ser emparejado con Hermann, pero el combate fue inmediatamente negado por una comisión de boxeo. Desafortunadamente la popularidad del boxeo está declinando porque la gente está enferma y cansada de la corrupción en el deporte. Muchas personas están cambiando por artes marciales mixtas, mientras que el hermoso arte del boxeo parece estar desapareciendo lentamente. Atrapado entre la espada y la pared, rápidamente se cansó de los tecnicismos y la corrupción del boxeo, y fue obligado a abandonar su intención de continuar su carrera en este deporte.
Capítulo 25
De Regreso al Campo de Batalla
Frente a un punto bajo en su vida y por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado ayudó a Hermann a bajar la guardia una vez más. Pensó que podía intentar con la cocaína por única vez para escapar de las desagradables experiencias que la vida le estaba ofreciendo en ese momento, luego parar y no hacerlo nunca más. Por no ser capaz de parar, este problema con la cocaína derivó en un monstruo tal que era obvio que solo la on lo mano de Dios lo podría sacar. Parecía que su momento no podía ser peor ya que yo estaba embarazada de nuestro primer hijo, pero solo después de experimentar este gran mal y de conocer su poder Hermann apreciaría la grandeza de la mano salvadora de Dios. Solo alguien que haya sido esclavo de algo puede comprender realmente lo que significa haber sido liberado. Todos y cada uno de nosotros tiene defectos e imperfecciones de algún tipo, y podría relacionar la batalla de Hermann con las drogas con algo con lo que personalmente luchamos nosotros mismos. Si cada uno de nosotros se dedica a convertirse en la mejor persona que podemos ser, entonces eventualmente admitiremos y confrontaremos nuestra debilidad personal, haciendo de ésta la misión de nuestra vida para tratar y superarla. En lugar de abandonar, deberíamos continuar tratando de ser mejores, siempre volviéndose a Dios por ayuda. “Un verdadero arrepentido no debe preocuparse por eso, como resultado de sus pecados, hay un largo camino desde el estado exaltado de los justos. La verdad es que él es amado y atesorado por el Creador como si nunca hubiera cometido un pecado. Además, cuando se arrepiente, su recompensa es enorme: ha probado el pecado y se ha apartado de él, y ha conquistado su maldita inclinación. Esto lo hace mucho más grande que aquel que nunca probó el pecado, por el que ha logrado una mayor conquista espiritual.” (6)
Una cosa valiosa que Hermann dice que aprendió de sus errores por experimentar con las drogas es que todo lo que hacemos no nos afecta solo a nosotros, sino también a otras personas. Esto se resume perfectamente en una parábola acerca de un bote. “Un grupo de personas estaban viajando en un bote. Uno de ellos tomó un taladro y comenzó a hacer un agujero debajo de él. Sus compañeros le dijeron: “¿Por qué estás haciendo esto?” El hombre respondió: “¿Qué les preocupa a ustedes? ¿No estoy yo taladrando debajo de mi lugar?” Ellos le dijeron: “¡Pero inundarás el bote con todos nosotros!” (Citado en Midrash Rabbah Vayikra 4:6) (7) Hermann también se da cuenta que el menor bien que hacemos no pasa inadvertido para Dios, y también tiene un efecto tremendo en todo el mundo que nos rodea.
Capítulo 26
Yo, Mi Otro Yo e Irene
Tratar de describir como era Hermann bajo la influencia de la cocaína me recuerda la comedia “Yo, Mi otro Yo e Irene.” Tenía sus momentos de locura en los que mostraba un carácter similar a los de “Hank” en esa película. Cubría completamente todas las ventanas de nuestra casa con frazadas y cinta y ponía obstáculos en frente de nuestro ropero para prevenir de que yo lo abra. Recuerdo un día, tratar de abrir el armario de nuestro dormitorio para buscar mis zapatos. Con una mirada furiosa en sus ojos, me dijo que no me permitiría abrirlo porque “oscuras criaturas” estaban adentro observando y esperando por él. Después de que trató de convencerme que los mapaches que estaban en el patio eran alienígenas, fue de viaje a Acapulco, México dónde afirmó que ese día tuvo un encuentro real con seres de otro planeta.
Después de llegar al hotel de la playa, recuerda que fue a dormir y tuvo un sueño. En su sueño caminaba por la playa y vio un área de madera a la izquierda. Luego notó un sendero en esa área y con curiosidad lo siguió hasta que llegó a una entrada. Cuando trató de abrir la puerta, dos criaturas hostiles lo atacaron. Uno lo agarró de su hombro derecho con tal fuerza que recuerda como se sentía lo pinchoso de su piel. Inmediatamente comenzó a luchar, trompear y patear con todo lo que tenía. Se las arregló para arrojar a uno al piso y mientras estaba encima de él tirando golpes un tercer alienígena vino y lo pateó en la cara. Se puso de pie tan rápido como pudo y se acomodó en su posición de lucha. Con su adrenalina bombeando al máximo, los incitó a más acción, y entonces notó sus extraños ojos almendrados. Estaba oscuro así que no pudo describir con precisión el resto de sus atributos físicos. Cuando se dieron cuenta que Hermann no se iba a ir sin pelear, se miraron entre ellos y de alguna manera desaparecieron en el aire.
Después de eso despertó en la habitación del hotel y pensó, “¡Wow, qué sueño!” Entonces fue al baño y se horrorizó cuando miró en el espejo. Había moretones donde recuerda específicamente cada dedo del extraterrestre agarrándolo sobre su hombro. Esos magullones estaban en una posición tal que habría sido imposible que se los auto inflija. También estaba cubierto de moretones en su cara, cuello y pecho. Yo fui testigo de todas esas marcas extrañas cuando llegó a casa, pero en ese momento me reí a carcajadas en su cara cuando me contó lo que había sucedido. Me disculpé totalmente, pero la historia es todavía divertida porque Hermann ha sido siempre una persona paranoica y completamente obsesionada con los extraterrestres. En realidad, si tengo que mirar otra película sobre seres de otro mundo, podría comenzar viendo a ET saliendo de mi propio ropero.
Capítulo 27
Accidente en la Pierna
Poco después de que nació su primera hija, Hermann fue a dar un paseo en uno de los autos de su cliente. Había estado en un atracón de cocaína unos pocos días antes, así que estaba extremadamente cansado. Aunque ahora no estaba bajo la influencia de los narcóticos, se quedó dormido frente al volante. Se despertó cuando chocaba otro vehículo y rápidamente se dio cuenta que su pié estaba completamente despegado de su tobillo en una posición antinatural. Con el hueso de su tobillo roto en dos partes y visiblemente sobresaliendo de su pierna, costillas rotas y una clavícula quebrada, fue transportado al hospital en lo que recuerda ser el día más concurrido del año. Como se vio obligado a estar sin medicación para el dolor por las primeras veinticuatro horas, no tuvo otra opción que darse cuenta que estaba pagando el doloroso precio de sus errores. Al escuchar una conversación entre el personal médico en referencia a como necesitaban apurarse para volver a casa para celebrar Acción de Gracias, a Hermann le dijeron que estaba bien y que tenía que irse a casa. Sin creer en lo que estaba sucediendo, se fue derecho al consultorio del doctor ubicado al otro lado de la calle frente al hospital. El doctor lo envió directamente de vuelta al hospital para que le realicen una cirugía de emergencia en su pié. Tomó doce tornillos y una placa de titanio para volver a conectar su pié izquierdo. Le dijeron que nunca podría volver a correr con ese pié, por lo que el kickboxing quedaba completamente fuera de toda posibilidad. La placa de rayos X de su pié se encuentra en el apéndice II al final del libro.
Cuando era el momento para el Sr. Lobo Blanco de volver a casa del hospital, las enfermeras probablemente celebraron. Hermann, siendo el alma terca que es, tiene serios problemas cuando se le dice que hacer. En realidad, yo he aprendido que si le ordenas hacer algo, él se extra asegurará de hacer lo opuesto. Nadie le iba a decir que hacer, y eso incluía no levantarse de la cama cuando todavía no estaba físicamente seguro para hacerlo. Estoy segura que esas enfermeras no estaban muy preparadas para las vistas que tuvieron de él cayendo en el piso del baño. Hermann se parecía bastante a una tarjeta, y ser impaciente creó otro fiasco gigante cuando llegó el momento de salir del hospital.
Sin esperar a ser apropiadamente revisado, de alguna manera me convenció salir furtivamente por una puerta lateral con nada más que una reveladora bata de hospital. Después de darnos cuenta que estábamos a millas de mi auto y que físicamente no podríamos lograrlo, pasamos un momento difícil de volver a ingresar al hospital. Por supuesto afuera estaba frío y estaba lloviendo, lo que hizo la escena súper divertida. Cuando finalmente entramos, una enfermera lo vio y trató de hacerlo esperar por una silla de ruedas que él había comprado. Se las arregló para esperar dos minutos completos, luego hizo un recorrido por ella con unas muletas del hospital que vio en un rincón. Las devolvió más tarde, pero Hermann es la única persona que conozco que podría haber escapado de esa sala de hospital que estaba sellada en todas direcciones. Justo cuando llegamos a una puerta que requería de un código computarizado, Hermann inventó algunas excusas ridículas para salir. No tengo absolutamente ni idea de cómo diablos cruzó esa puerta sin problemas, pero siempre es capaz de lograr cosas como esta. A veces pienso que tiene poderes mentales manipuladores para coaxionar a las personas haciendo lo que él quiere a pesar de sus mejores sentidos. Lo sé porque me hace esto a mí todo el tiempo. De alguna manera, es capaz de convencerme de hacer todo tipo de cosas locas. Luego, agito mi cabeza con incredulidad, desconcertada por cómo es capaz de convencerme astutamente con mucha facilidad. Debido a su astuta y traviesa naturaleza, parece como que siempre está evadiendo con cosas que nadie más puede. Lo he visto cobrar en efectivo cheques que no estaban a su nombre en el banco sin ningún problema. Si alguien deletrea mi nombre mal, el banco no me lo hará efectivo, pero Hermann puede convencer fácilmente al banco de hacer lo que él quiere. Incluso me convenció de ir a todo tipo de paseos locos y al revés que te arrojan al aire, a pesar de mi temor a las alturas.
Sin embargo, una vez que llegamos a casa, las facturas que comenzaron a acumularse mientras trataba de recuperarse del accidente y de la cocaína se volvieron una prioridad. Cuando nuestra primera niña tenía solo unos pocos meses, decidí que era mejor para nosotras tomarnos seis meses de vacaciones dos veces ese año, así que despegamos y nos ocultamos. Ahora cada vez que una pequeña discusión surge entre nosotros le recuerdo el sostén que fui como esposa. Simplemente le hago acordar que yo solo dejé a “Hank”, porque no había donde encontrar a Hermann. Lo admito y me disculpo en este momento porque debí haber sido más contemplativa, pero él no se acuerda que estaba actuando como un lunático paranoico. Yo recuerdo que un día apareció en la puerta de la casa de su hermana usando una camiseta sin mangas que delicadamente colgaba de los hombros y un par de jeans de mujer Guess subidos hasta la entrepierna solo para pedirme cinco dólares. Probablemente no pesaba más de cien libras y sus zapatos gigantes que solo pudo haber encontrado en un tacho de la basura, hicieron que se viera completamente como un payaso de circo. Años más tarde cuando le conté sobre esto, no lo recordó ni me creyó hasta que alguien más le dijo que lo habían visto usando ese mismo traje insano. Ahora paso un buen momento cargándolo con las camisetas sin mangas, pero ¡le pido más de cinco dólares!
En un corto período de tiempo, perdimos todo lo que habíamos adquirido previamente. Nuestra casa, muebles, vehículos, y hasta el elaborado negocio de Hermann con toneladas de equipamiento por el que había trabajado tanto, todo se fue muy rápido. Se quedó vagando y literalmente viviendo en la calle, durmiendo bajo los puentes por la noche. Era tan adicto a la cocaína que pasaba semanas sin comer nada. Estaba completamente sumergido y superado por el poder de esta droga. Nada más parecía importarle cuando la cocaína se volvió una necesidad, teniendo prioridad por sobre todo lo demás en su vida.
Capítulo 28
Otro Accidente que Amenazó su Vida
Después de acumular tantos amigos maravillosos en lugares bajos, Hermann fue víctima de otro dramático accidente que amenazó su vida antes de recuperarse completamente del primero. Mientras andaba en su motocicleta por la carretera, le dispararon en su nalga derecha. La bala calibre 40 provocó que salte peligrosamente varias veces en el aire mientras aceleraba a alta velocidad. Tan pronto como aterrizó con una dramática caída, inmediatamente se golpeó en la cabeza lo que partió su casco en dos. Estuvo muerto por alrededor de un minuto y medio mientras los paramédicos trataban de hacer que su corazón comience a latir nuevamente.
Recuerda estar en una habitación brillante con cuatro entes de algún tipo también brillantes que obviamente no eran humanos. Notó que todos tenían ojos azules y cada uno estaba sosteniendo uno de sus brazos y piernas. Le pidieron que se calme porque inmediatamente comenzó a impresionarse. Le dijeron que todavía no era su tiempo, que necesitaba regresar y reparar lo que había hecho, y además que tenía que realizar su sueño. Antes de que pudiera preguntarle qué significaba todo eso, sintió que los paramédicos golpeaban su pecho con el desfibrilador. Entonces ascendió el helicóptero e inmediatamente volaron al centro de trauma del hospital. Después de estar en coma por una semana completa, abrió sus ojos y vio que sus manos, pies y cabeza estaban completamente atados, por esto le era imposible moverse. Lo primero que pudo pensar en su mente paranoica, era que debió ser abducido por los alienígenas. Sintió un extraño dolor en el área de la ingle y comenzó a preocuparse por sus partes privadas. Gritó con desesperación a la enfermera, “¡Socorro! ¿Por qué permitieron que me extraigan mis partes privadas?” La enfermera se dio cuenta que no se iba a calmar hasta que le asegure que todo estaba allí. Ella levantó las sábanas, y con una mirada de sorpresa en la cara le dijo, “¡No te preocupes, definitivamente todo está en su lugar!” Muy perturbada, la enfermera frenéticamente llamó al doctor. El doctor le pidió a Hermann que mueva los pies y comenzó a llorar muy emocionado cuando los movió. No quisieron movilizarlo mientras estaba inconsciente porque no estaban seguros si su cuello se había quebrado en el accidente. Aliviados de que no estaba paralizado, el doctor le trajo un espejo para que vea como su cuello estaba tan hinchado que se parecía como si se hubiese tragado una pelota de básquet. Inmediatamente fue puesto en un tubo para hacerle algunas pruebas que demostraron que milagrosamente no se había roto ningún hueso.
Nadie fue a verlo durante todo el tiempo que estuvo en el hospital porque nadie sabía lo que había sucedido ni donde estaba. Él pudo ponerse en contacto con su amigo Henry Tobar, quien amablemente fue y le rentó una habitación de hotel para que se quede ya que estaba viviendo en la calle. La bala había penetrado desde su nalga hasta la parte frontal de su pierna donde sentía un bulto molesto. Con un cuchillo sacó la bala de la zona delantera de su pierna, y creó una cicatriz más para su colección. Nunca descubrió quien le disparó, pero todavía tiene un agujero en su nalga y pierna que se lo recordará para siempre. Por varios meses después de este accidente, el habla de Hermann era lento y arrastrando las palabras. Honestamente sonaba peor que Rocky Balboa después de que era golpeado borracho. Milagrosamente, al final todo mejoró y no hay absolutamente nada mal con su forma de hablar ahora, sino que ha tenido demasiadas coronas.
Hermann continuó acumulando grandes amigos que lo apuñalaban con cuchillos, mientras comenzó a ganar dinero haciendo peleas callejeras en el subterráneo. Yo me aseguré de esconderme de él lo mejor que pude, pero todo el tiempo recuerdo verlo que hacía alguna metida de pata mayor y tenía una nueva cicatriz. Se volvió conocido con la policía y parecía tener un encuentro dramático con ellos todos los días. En realidad, años más tarde, solicitó una licencia para portar armas, y fue a la estación de policía por una verificación de antecedentes. Cuando la oficial le preguntó cómo podía ayudarlo, simplemente le dijo que estaba confundido sobre acerca de su historial pasado. Después de que la máquina comenzó a escupir casi veinte páginas de ex encuentros con la policía, ella giró y lo miró sarcásticamente, y le preguntó si todavía estaba confundido. Afortunadamente, eran todos problemas menores que fueron aclarados con posterioridad cuando se enderezó y pagó sus multas.
Capítulo 29
Centro de Detención del Condado Gwinnett
Finalmente, después de que acumuló quince multas por alta velocidad, recibió su primer largo viaje al Centro de Detención del Condado Gwinnet. Hermann se refiere a la cárcel como “el hotel” porque después de estar en la calle, la cárcel era en realidad bastante cómoda. Dice que no tiene nada más que recuerdos positivos de su paso por la prisión, y todavía tiene ansias de fideos ramen de vez en cuando. Fue ahí donde finalmente pudo comenzar su proceso de sanación porque allí no tenía acceso a la cocaína. Como no tenía otra opción, su cuerpo finalmente se limpió de las drogas y pudo pensar bien otra vez. “Hank” se fue para siempre y Hermann al fin estaba de regreso.
Tuvo un montón de tiempo para pensar como anhelaba a su Creador y comenzó a planear como enderezar su vida cuando esté afuera. Lo más asombroso de todo es que aunque Hermann y yo no nos habíamos hablado por meses, comenzamos el mismo viaje espiritual que solo podía ser guiado desde arriba. Leíamos exactamente los mismos libros exactamente al mismo tiempo, sin darnos cuenta hasta meses más tarde. Hermann también se dio cuenta de que ya tenía otro don del que no estaba completamente consciente. Es uno de los individuos más dotados que he visto, y no hay mucho que él no sepa como hacer. A veces piensa que ha sido reencarnado porque no sabe donde aprendió a hacer algunas de las cosas que milagrosamente es capaz de realizar. Se las arregló para hacerme algunos de los dibujos más maravillosos que he visto mientras estaba en la cárcel. Honestamente eran tan increíbles que parecían haber sido hechos por un artista profesional. Atesoré algunos de ellos, pero a muchos los rompí con rabia porque aún estaba enojada con él.
Hermann se ganó la aprobación en los ojos de todos los oficiales de la prisión. Le daban de comer un menú especial, y tuvo libertad de volver a comenzar su entrenamiento. Los otros presos se motivaron también y se unieron al “campo de entrenamiento de kickboxing” de Hermann. Al convertir la cárcel en un gimnasio, los oficiales se entretenían cuando lo alentaban con su campo de entrenamiento de kickboxing de presidiarios. Viendo lo inspirador que era y los resultados positivos en la conducta de los presos, le fue permitido enrollar los colchones de las celdas y convertirlos en sacos de boxeo y usar las frazadas como almohadilla. Una vez mientras estaba entreteniendo a los guardias con una sesión de sparring, pateó a un preso tan fuerte contra la pared que produjo un corto circuito en el sistema eléctrico, provocando que el sistema de seguridad se apague por treinta minutos. Esto causó un caos completo en la prisión y Hermann tuvo que ir a confinamiento solitario por un corto tiempo en una celda oscura por castigo. Sin embargo, una vez que todo estuvo nuevamente bajo control, se le permitió otra vez ser un modelo a seguir para los otros internos con el campo de entrenamiento de kickboxing, enfocándose en la disciplina y en mejorar cada uno moralmente.
Después de cumplir su sentencia, estuvo preparado con las herramientas correctas para superar completamente las drogas esta vez. Después de conocer y experimentar el mal de las drogas, absolutamente no tuvo ningún deseo de volver por el mismo camino. Hermann, totalmente consciente de su debilidad personal y con sabiduría, ahora toma medidas preventivas para protegerse y no cometer los mismos errores. Salió de la cárcel con una mente y cuerpo sano, pero sin nada excepto la camisa en su espalda. El amor y el deseo que compartimos por nuestro Dios y Creador milagrosamente nos llevó a volver a estar juntos. Después de tropezar con la misma piedra dos veces, estábamos llenos de esperanza aunque en banca rota. Pasamos seis años viviendo en el sótano de su hermana mientras que Hermann trabajaba extra fuerte para reconstruirnos financieramente. Aunque nuestro viaje espiritual nos ha dejado mucho más ligados a nuestro Creador, no fue una transformación fácil. A veces era más doloroso que todos los accidentes combinados, y muchas lágrimas se derramaron en el proceso. Cambiar tú mismo y casi todo lo que piensas que conocías sobre Dios, no es tarea para débiles.
Capítulo 30
Continuando el Legado en el Cuadrilátero
Después que nació su segunda hija, Hermann decidió que era tiempo de probar que los doctores estaban equivocados una vez más y continuar su legado en el cuadrilátero. Expresó con determinación, “¡Fui creado para hacer esto, y lo haré a lo mejor de mi capacidad, no importa que!” Ahora, además de su brazo izquierdo de titanio, tenía una pierna izquierda de titanio, que hacía dos veces más difícil atravesar los detectores de metales en el aeropuerto. Sin embargo, después de una leve demora con el detector de metales, llegó a Chile para una revancha con Aaron Sharky. Después de buscar, sin éxito, otro oponente suficientemente valiente que se suba al cuadrilátero con él, Hermann se enfrentó nuevamente con el corajudo chileno. Sharky no mostraba señales de abandonar aunque fue noqueado en el primer round con una feroz patada gancho. Aunque Sharky enfrentó al campeón Lobo Blanco con valentía y coraje, fue rápidamente vencido una vez más en el segundo round. Hermann aporreó el cuerpo de Sharky con sus habilidades de boxeo clase mundial, luego rápidamente terminó la pelea con una hermosa patada lateral al estómago.
Después de buscar un oponente por meses, Herman una vez más no tuvo otra opción que pelear con un rival de categoría de peso varias veces superior a la suya. Después de estar varado otra vez por los detectores de metales, llegó a Chile listo para entregar más acción en el cuadrilátero para sus compañeros chilenos. Aunque el gran luchador peruano fue preparado en Tailandia y estaba listo para repartir patadas difíciles por las que son conocidos en todo el mundo, Hermann terminó el primer round levantando a su fuerte contendiente con una dura patada lateral. Al principio del segundo round, su oponente tuvo con una fuerte puntada mientras estaba entrando, lo que causó que se quiebre la nariz. La pelea fue detenida por el rincón del rival debido a la cantidad de sangre que estaba perdiendo. Una vez más, Hermann fue victorioso y la multitud chilena se encendió con emoción.
Capítulo 31
Más Dolor y Titanio
Cuando parecía que las peores tormentas habían pasado y todo estaba yendo genial, me embaracé de su único hijo varón. Hermann estaba tan emocionado por su hijo y abrumado por la alegría de sus dos hermosas hijas, que parecía que las cosas estaban funcionando perfectamente para él. Un mes antes de la fecha de nacimiento del pequeño Hermann, decidió tomar un trabajo peligroso podando árboles para proveer financieramente a su familia. Aunque a veces hacemos nuestros propios líos, otras veces la vida nos los arroja aún cuando estamos haciendo las cosas bien. Estuvo trepando y cortando árboles con éxito todo el día, comenzó a sentirse fatigado y se apuró para terminar el último árbol grande. Cuando estaba a casi treinta pies de altura sobre el árbol, se dio cuenta que cometió un gran error al correr el último nudo de seguridad. Comenzó a aflojarse cuando su pie se resbaló, y se dio cuenta que estaba en un serio problema que amenazaba su vida. Justo cuando la fatiga lo golpeó, comenzó a caer con fuerza desde la copa del árbol. Cuando vio el nudo completamente desecho, no tuvo otra opción que dejar que la gravedad siga su curso. Aterrizó fuerte sobre su espalda e inmediatamente fue noqueado inconsciente. Su compañero rápido corrió para ayudarlo, y tan pronto como recuperó la conciencia sintió un dolor muy agudo. Aunque no podía mover sus piernas, fue extremadamente afortunado de haber caído donde lo hizo. Alrededor suyo había trozos del árbol cortados en ángulos, similar a largos cuchillos que se elevaban desde el suelo. Milagrosamente cayó en el único espacio no ocupado por esos afilados trozos de árbol.
De regreso otra vez en el hospital, Hermann se enfrentó con la posibilidad de estar paralizado porque no podía mover sus piernas. Los rayos X mostraron que se había quebrado la pelvis, también se había fracturado la espalda en tres lugares diferentes. Su pelvis fue puesta en su lugar con éxito, para esto se utilizó una gran placa de titanio y ocho tornillos, ahora está lleno de metal como Terminator. Los rayos X de la pelvis están en el apéndice III al final del libro. Su espalda por desgracia tuvo que sanarse por sí sola, sin cura para el dolor. Aunque tuvo la suerte de estar vivo y de no quedar paralítico, sufriría de dolor en la parte baja de la espalda por el resto de su vida, con calmantes como única opción para aliviarse. Pasó casi un año en una silla de ruedas, y aunque estaba frustrado y dolorido, esta vez eligió a Dios para que le de fuerzas en lugar de las drogas. Hermann ha estado limpio de cocaína desde ese momento por casi siete años, a pesar de que pasó el momento más duro de toda su vida. Él logró más de lo que muchas personas fueron capaces de lograr, mostrando su verdadera mentalidad de campeón del mundo.
Recuerdo que tuvimos que usar nuestro impulso para rodar y empujarnos uno al otro para salir de la cama porque ninguno podía hacerlo por sí solo. Yo tenía el tamaño de una casa a los nueve meses de embarazo, y con ambos físicamente limitados, esta situación le dio al concepto de “personal” todo un nuevo significado cuando era el momento de ir al baño. Literalmente yo tuve que usar todas mis fuerzas a los nueve meses de embarazo para levantarlo y sentarlo en el inodoro. Compré un inodoro especial de hospital que era alto y con pasamanos para facilitar las cosas, pero el orgulloso Sr. Lobo Blanco rehusó completamente sentarse en él. En realidad, si pudieran haber visto su cara cuando lo traje a casa, habrían estallado de la risa. “¿Quién crees que soy, tu abuelo?” sarcásticamente me gritó mientras me decía que esta vez me había pasado de la raya y he ido por la borda. Honestamente pienso que él se habría caído y roto la espalda de nuevo antes que tener que sentarse en ese inodoro.
Uno pocos meses más tarde, físicamente fue capaz de caminar con muletas. Se volvió bastante hábil con ellas y hasta podía girar las perillas de las puertas con el extremo de goma. Sin embargo, se volvió demasiado confiado y comenzó a subir grandes tramos de las escaleras que conducían al sótano de su hermana. Aunque con éxito las subía y bajaba muchas veces con sus muletas, esta vez demostró que fue un gran error. De acuerdo al doctor que le realizó la cirugía, se estaba curando más rápido de lo que había visto en otros pacientes que padecieron ese tipo de cirugía. Sin embargo, justo cuando se estaba sanando tan bien, Hermann patinó con sus muletas y cayó dramáticamente todo el tramo de escaleras. Mientras otra vez experimentaba un extremo dolor, vino una ambulancia y lo transportó de regreso al hospital. Las radiografías mostraron una gran fractura en su espalda que fue la más dolorosa de todas.
Como Hermann estuvo forzado a quedarse en la cama una vez más, me miró con dolor agonizante y me preguntó, “¿Por qué siempre tuve que sufrir tanto durante toda mi vida?” Nadie puede responderle esa pregunta por completo, pero creo que nada sucede sin un propósito. Aunque la vida a veces nos arroja cosas malas inmerecidamente que son permitidas por el plan Divino por alguna razón que va más allá de nuestra comprensión, en algunas ocasiones las cosas malas son traídas sobre nosotros por algo que merecemos ser castigados. “Cuando una persona comete una transgresión con su propio conocimiento y voluntad, es correcto que sea castigado por esto así paga por sus actos. Dios sabe exactamente cómo debe pagar. El juicio podría ser que el pecador debería ser castigado en este mundo con aflicciones en su cuerpo (varias enfermedades o aparentes accidentes)” (8) “Uno debería considerar como un gran obsequio ser castigado en este mundo, porque el Mundo que Viene es eterno y todo en él es eterno. Esto revela una tenue luz de comprensión de porque el justo sufre y el malvado prospera. Es como Dios dice del injusto, “Lo poco bueno que hizo en este mundo se lo pagaré en este mundo por lo que no queda ninguna recompensa para él en el Mundo Eterno, y el pago por sus pecados aguarda por él en plena medida.” Y de los justos, Dios dice, “Por sus pocos pecados lo castigaré en este mundo, donde las aflicciones son transitorias y por su gran número de méritos, le negaré recompensa en este mundo así puedo derramar sobre él las medidas posibles más grandes de bien eterno en el Mundo por Venir.” (9) Si esto es verdad, entonces Hermann está verdaderamente bendecido. Últimamente, de una manera u otra, todo el dolor que está experimentando lo ayudará a elevar su alma y eventualmente le permitirá servir a su creador con más vigor. “Dios es Todo Misericordioso y recompensa y castiga de acuerdo a las acciones de las personas, aún si sus castigos vienen como una corrección y purificación del alma.” (10)
Capítulo 32
Un propósito Superior
Hermann “Lobo Blanco” Arias es innegablemente un legado en el deporte del kickboxing. Es el boxeador más joven en convertirse en campeón mundial chileno y también el más joven campeón sudamericano en la historia de este deporte. También es el primer campeón mundial que Chile ha producido en el kickboxing. Su vida ha sido constantemente una lucha y ha sufrido enormes dolores. Las batallas de Hermann “Lobo Blanco” Arias están lejos de terminar por ahora. Aunque los doctores continúan diciéndole que es un discapacitado, aún se las arregla para encontrar la fuerza de levantarse cada mañana y llevar una humilde vida haciendo trabajo físico extenuante. Todos los días de su vida seguirán siendo una lucha y tendrá que aprender a vivir con este agudo dolor en la espalda todos los días y todas las noches. Creo que Dios de algún modo le dará la fuerza para sobreponerse a esto, de la misma forma que superó las incontables penurias que enfrentó toda su vida. “He atravesado por esto antes,” dice un fatigado Lobo Blanco que ha pasado por numerosas pruebas durante su existencia.
Mirando atrás ahora es fácil ver la mano de Dios orquestando los eventos en la vida de Hermann, preparándolo para lo que se iba a convertir, incluso hasta este mismo momento. Cuando miro los ojos de nuestros tres hijos demasiado pequeños para comprender, me pregunto qué clase de batallas tienen por delante cada uno de ellos. Espero que puedan reconocer la mano de Dios trabajando secretamente, y que sean capaces de ver los mensajes escondidos que les lleguen desde arriba para ayudarlos en sus viajes. Aunque no todos nosotros podemos ser tan glamorosos como un luchador campeón del mundo, todos podemos ser algo mucho más valioso. Podemos ser una herramienta en la mano de Dios para cumplir inimaginables planes que Él tiene por el bien de todos. Un gran y sabio Rabino llamado Ariel Tzadok escribió, “Reconócete a ti mismo como especial y único, pero al mismo tiempo reconoce a cada uno de los demás también como especiales y únicos, cada uno a nuestra manera. Reconoce que eres una parte integral de la matriz del universo y que no hay nada más importante en el universo para ti que llevar a cabo la tarea por la cual fuiste creado y que solo tú puedes hacerlo a la perfección. Así que si tú fuiste Divinamente ordenado a limpiar baños, entonces hazlo con completo fervor, y debes saber que quien limpia esos baños así, hace a Dios más feliz, porque tú estás cumpliendo su voluntad, esa que Él ordenó para ti. Tú puedes no ser un Moshe Rabbeynu, pero nuevamente, él no es tú. Cada uno recibirá la porción que le corresponde en el Mundo por Venir.” (11)
Aliento a cada ser humano cuando sufre y experimenta el dolor a recordar que no están solos, y que nuestro Creador tiene cosas guardadas para ellos que son inimaginables. Toda la humanidad puede hacer de cada momento de esta vida significativa porque es necesario formar nuestras almas y prepararnos para lo que Dios espera de cada uno de nosotros. Espero que este libro de alguna manera les brinde a todos la fuerza para sobrellevar lo que está por venir y también de honrar a Dios y a toda su gente. Todas nuestras experiencias en esta vida pueden llevarnos a respetar a nuestro Creador y a cumplir todo lo que Él preparó para que cada uno de nosotros realicemos a nuestra manera especial. Con suerte Dios nos permitirá ser el mejor ser humano que podamos, y hacer de este mundo un mejor lugar, y elevarnos por encima de todos los límites. ¡Baruj Hashem!
Le dedico este libro a mi inspirador esposo quien ha superado más adversidades de la que la mayoría de las personas puede darse cuenta. Su historia de vida necesita ser escuchada y nunca olvidada porque puede recordarnos nuestras propias luchas que Dios ha permitido que nos sobrepongamos en cada una de nuestras vidas. Esta vida es como un campo de entrenamiento, y todas las experiencias y adversidades constantemente nos están preparando para algo superior. No podemos elegir lo que nos sucede, pero podemos elegir como reaccionar y responder. Existe la creencia que cuanto más has podido superar, más grande se volverá tu alma. Así que, cualquier batalla que la vida te arroje, piensa que es una oportunidad para la grandeza. Hermann “Lobo Blanco” Arias no es solamente un campeón bien establecido en el deporte del kickboxing, es un campeón en la vida. Mucha gente sabe de sus logros en el kickboxing, pero verdaderamente no tienen ni idea del volumen de cosas a lo que ha tenido que sobreponerse para alcanzar lo que tiene. Él es un legado en Chile que nunca debería ser olvidado. Crecer en uno de los tiempos económicos más difíciles de su país, sufrir lo que muchos de sus compatriotas sufrieron, pero de algún modo sobrevivir y eventualmente convertirse en el primer campeón mundial de kickboxing en Chile, son solo una fracción de lo que Hermann ha experimentado. Tu mente va a volar completamente cuando revele lo que Dios ha puesto en su vida y le permitió elevarse más allá de todos los límites.