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En conversación con Liliana Ovalle
Un tributo a lo incompleto e improvisado en los rincones cotidianos. Diseño de
autor versátil, cuya morfología y narrativa nos hablan de un linaje mexicano, no
porque explícitamente se quiera hablar de México a través de él, sino porque su
lenguaje está indefectiblemente ligado a la identidad de su autora. Así se define
la esencia de la obra de la diseñadora latinoamericana Liliana Ovalle, establecida
en Londres desde 2009. Una obra que revela en su ejecución orgánica un talento
instintivo y de cualidad reflexiva, algo inusual en un ámbito profesional viciado
por la producción en masa y la copia de patrones de moda. Así es el trabajo de
Ovalle: muebles y objetos cotidianos que se abastecen de narración y relato.
Conversar con Liliana Ovalle fue un placer de media tarde. Inalterada por las
observaciones un tanto evidentes de su interlocutora inexperta en teoría del
diseño, se mostró afable ante las consultas y recorrió la historia de su carrera
con una retrospectiva efusiva en un café de Stoke Newington, a solo pasos de
su estudio.
Egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México, traspasó fronteras
geográficas y culturales y en 2004 se aseguró un lugar en una de las escuelas
más prestigiosas de diseño en el mundo, la Royal College of Art. Única latina de
su promoción, Ovalle recuerda con estima sus años de estudiante en la Maestría
en Diseño de Productos, y asegura que la academia fue un antes y un después.
“Royal College fue definitivamente muy importante para mí. Cuando empecé a
investigar instituciones para seguir estudiando, me llamó la atención esta
escuela que apunta a que los estudiantes tengan una voz muy personal. Me
interesaba mucho esta escena multicultural en Londres, y claramente hizo
cambiar mi planteamiento del diseño”, comenta Liliana, y confirma que la escuela
es un escenario privilegiado porque estampa una insignia estilística evidente en
el trabajo de sus egresados. “El pensamiento de los directivos de la época era
lograr que los estudiantes crearan esa propia insignia”.
El vínculo con el Reino Unido siguió manteniéndose. Liliana volvió a Londres en
2009 a través de una visa de trabajo y recuerda: “En México nunca estuve con
un pie bien puesto. El trámite de la visa fue complicado, con mucho papeleo,
pero en esa época era posible. Luego, vino un proceso de inserción laboral, y de
encontrar tu lugar”. A fuerza de acomodarse y poder desplegar su talento, logró
vínculos con publicaciones inglesas y colaboraciones con galerías italianas, y
todavía aprovecha su lazo latino para trabajar con México en diversas ocasiones.
Hoy, también trabaja como investigadora en la Goldsmiths University en el
campo de diseño interactivo experimental.
Su modo de trabajo se coloca en la ruta opuesta a la producción masiva, si bien
no se aparta de la posibilidad de expandirse hacia ese escenario: “Trabajo con
ediciones pequeñas y limitadas, hago mucho trabajo de self production,
exposiciones y colaboraciones a través de plataformas. Trabajo con
exploraciones estéticas más que con productos enfocados al mercado”. No
obstante, Liliana confiesa su intención de establecer vínculos con empresas para
una futura colaboración para hacer productos con mayor alcance, ya que
manejar ediciones supone limitaciones de escala.
La versatilidad de su obra es una de sus particularidades. La diseñadora apela
al ingenio para conquistar una armonía y logra domar con astucia diferentes
medios y materiales, además de conceptos y técnicas. Sus recursos son
abundantes. Las Cajas de Vera, un conjunto de objetos creados basándose en
un personaje ficticio y realizado en el marco de una colaboración de artistas para
las curadoras Kirsty Minns y Érika Muller, son el ejemplo más claro de la
materialización de un relato con el simple propósito del placer estético.
El Mugroso y The SkinHoles
Su inspiración es permeable a la influencia de estímulos heterogéneos, al igual
que los mensajes posteriores de la obra terminada. Sin embargo, Liliana Ovalle
confiesa que en varias de sus creaciones ese mismo mensaje se ha tergiversado
por terceros cuando se escarba más allá de la técnica y la exploración plástica.
El Mugroso es un sillón que la diseñadora creó durante sus estudios en el Royal
College, y se basó en situaciones generales del centro histórico de la ciudad de
México luego de un estudio de gentrificación en una zona convulsa y caótica,
pero muy fértil desde lo visual. “El Mugroso se basa en objetos improvisados en
las calles, y como esa informalidad urbana se vuelve regla. Me inspiré en el
contraste que esto genera con una ciudad como Londres, donde hay una gran
aferración al orden y la seguridad. La idea era celebrar el caos y llevarlo a un
lenguaje de diseño, con buenos materiales”.
El proyecto tuvo buena repercusión, pero ciertas lecturas pecaron de difusas.
“Uno de los blogs más importantes de diseño en Londres habló del proyecto y
de cómo los vagabundos vivían en México. Y yo nunca hablé de homeless, para
nada quería llegar a eso, es una lectura negativa porque implica trivializar un
problema que es muy serio” explica Liliana.
The Skinholes Proyects fue víctima de una interpretación similar. Las vasijas de
arcilla que la diseñadora creó junto al Colectivo 1050° fueron moldeadas por
artesanas de origen zapoteco del estado de Oaxaca, e implican una lectura
visual de huecos bajo la tierra que puede encontrarse en ciertos territorios
mexicanos. “La idea fue crear socavones que remitieran a esos espacios negros
y a la vulnerabilidad de vivir con ellos, fueron representaciones de cómo yo
imagino estos espacios y su consecuente ambigüedad”. Luego de diversas
exposiciones, un museo que albergó las piezas tuiteó un mensaje que remitía a
las vasijas y su directa evocación a los graves problemas de infraestructura de
México. “Probablemente tendrá que ver, pero en ningún momento quería poner
la atención en eso” recalca.
Estas experiencias son la clave para adentrarse un poco más en el campo de
las lecturas europocéntricas sobre el mundo latino, muchas veces paternalistas.
Lo latino huele a añoranza, a tierra étnica, convulsión social. A veces, a pobreza
y desamparo. La obra de Liliana Ovalle es, en resumen, la celebración de la
esencia de “la cosa en sí”, sin apelar a ninguna discusión política consecuente.
La diseñadora juega un papel de esteta que no pretende hablar explícitamente
de su tierra natal porque tiene que hacerlo, pero de cuyas obras renace un
sentimiento identitario porque, como ella misma explica, el lazo es siempre
demasiado fuerte.